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Trump, ¿de proteccionista a globalizador?

Trump sigue enfatizando en “comprar americano” y en proteger a EE.UU de un eventual ataque de Korea del Norte, pero por otro lado, vemos que cataloga a la Organización Mundial de Comercio como un ‘desastre’. En el mediano plazo estas crisis de identidad son irreconciliables.

Manuel Restrepo, Manuel Restrepo
24 de abril de 2017

La retórica de Trump en su candidatura fue sin duda el tono nacionalista que le permitió diferenciarse lo suficiente de sus competidores demócratas y republicanos para ganarse el oído del pueblo, y lograr el puesto de Presidente del país que ha sido el emblema de la globalización. Sin embargo meses después vemos señales que sugieren un giro en su pensamiento, aunque a decir verdad, más bien una lucha interna entre el espíritu nacionalista y el de globalización.

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Luego de juzgar explícitamente a China como un manipulador de divisas, Trump recientemente transformó lo dicho para afirmar que China no había sido manipulador de divisas en los últimos meses. Asimismo, Trump reafirmó recientemente la relevancia de la Organización del Tratado del Atlántico Norte, e interviene en la guerra contra Siria.

Por otro lado, observamos que Trump sigue enfatizando en las restricciones migratorias poniendo mayores barreras a la inmigración ilegal y a la emisión de nuevas visas, así como analizando nuevas medidas para controlar las importaciones al país.

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Uno de los eventos más interesantes ha sido observar la reacción de los inversionistas frente a  la visión bipolar de la nueva administración. Cuando se tenía la impresión de que Trump lograría mantener una postura netamente nacionalista, los mercados accionarios en EE.UU y la mayoría de índices a nivel global lograron una apreciación envidiable para cualquier portafolio de inversión. Ahora que la postura es más neutral, los mercados empiezan a exhibir debilidad.

Como afirmó recientemente el columnista del Wall Street Journal, Greg Ip, en el corto plazo vemos que Trump sigue enfatizando en “comprar americano” y en proteger a EE.UU de un eventual ataque de Korea del Norte, pero por otro lado, vemos que cataloga a la Organización Mundial de Comercio como un ‘desastre’. En el mediano plazo estas crisis de identidad son irreconciliables.

Al final nos quedan dos lecciones, y es que a los inversionistas no necesariamente le temen al pensamiento radical, ya sea nacionalista o globalizador, pero sí le temen a la incertidumbre de un Gobierno ambiguo sin definirse de postura. La segunda lección es al final las situaciones (en este caso el riesgo geopolítico) serán las que dictaminarán el camino económico y político que Trump decida tomar. 

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