MAURICIO BOTERO

De Fondos Buitre y de Cruceros

No puedo ocultar que soy un admirador de EE.UU y de los estadounidenses. Y lo soy por varias razones: aparte de ser un hermosos país, es un pueblo emprendedor, recursivo y valiente.

15 de abril de 2020

No vacilaría en educar, dentro de lo posible, a mi familia en las grandes universidades de este país; y en caso de ser necesario por razones graves de salud, de acudir a sus extraordinarios centros médicos. Otra de las razones por las que los estadounidenses merecen todo mi respeto es la cálida acogida que les han dado a los inmigrantes, vengan de donde vengan. En una reciente estadía hospitalaria tuve oportunidad de observar directamente el fenómeno de la inmigración ya que de las 12 personas con las que tuve contacto directo en dicho centro médico, diez eran nacidos en el extranjero: un indio, un griego, un rumano, dos chinos, un filipino, una portuguesa, un dominicano, un mexicano y una caribeña.

Dicho lo anterior, hay una cualidad poco llamativa de muchos gringos y es el hecho de que en la persecución constante y permanente del lucro están dispuestos a llevarse por delante al que sea. La mayoría de los estadounidenses, cuando hay dinero de por medio, son bastante flexibles en lo ético. Para la muestra un botón: los grandes fondos de inversión de EE.UU, incluyendo a Blackstone y Brookefield (según el Wall Street Journal y Bloomberg) están alistando multimillonarios Fondos Buitres para comprar activos inmobiliarios de las personas y empresas que han sido afectadas con la pandemia y se ven en la necesidad de vender, a precios irrisorios, sus bienes raíces. A estos fondos los acompaña un buen número de “Family Offices” que también están detrás de la carroña inmobiliaria. Aprovecharse de una desgracia que va a afectar a centenares de miles de empresas y de personas, como lo van a hacer estos fondos y centenares de grupos familiares, me parece de una bajeza sin límites.

Por otro lado, a pesar de las promesas de ayuda de Trump, el Congreso de EE.UU no permitió que el Gobierno apoyara la industria de los Cruceros, posiblemente el sector del turismo más afectado durante esta pandemia. Y el Congreso de EE.UU no se dejó a empujar por tres razones de peso, todas ellas relacionadas con que las empresas de Cruceros como Carnival, tienen tanto sus sedes sociales como sus barcos, registrados en países como Bahamas, Panamá, Liberia y Singapur. Y son tres las razones por las cuales estas empresas registran sus razones sociales y sus barcos en el extranjero: 1. Para no pagar impuestos en EE.UU 2. Para que no los afecten las leyes laborales estadounidenses y puedan pagar a la tripulación salarios usualmente irrisorios. 3. Para no tener que cumplir las estrictas regulaciones de seguridad para cualquier barco registrado en EE.UU. Los congresistas estadounidenses, con toda la razón, le dijeron a la industria de Cruceros que todo apoyo económico y ayuda fiscal la deberían solicitar a las Bahamas, a Panamá, a Liberia o a Singapur. No sobra añadir que en contra de estas empresas de Cruceros pesa igualmente su desastroso récord ambiental.

Pero el que no reciban apoyo estatal de EE.UU es el menor de los males que enfrentan los Cruceros. Por ahora la prohibición de zarpar de estos barcos desde cualquier puerto en EE.UU ha sido extendida tres meses más. Segundo, las miles de demandas que van a promover aquellos que, con sobrada razón, creen que estas empresas de Cruceros tenían conocimiento previo de personas contagiadas en sus barcos y de todas maneras siguieron embarcando nuevos pasajeros. Finalmente, las empresas de Cruceros van a tener que replantear su ‘modelo de negocio’, que en esencia es empaquetar el mayor número de pasajeros en cabinas diminutas para así incentivar a los pasajeros a usar las áreas comunes de los barcos y poder venderles licor, comida y entretenimiento. Muchos puertos, igualmente, se han dado cuenta de que los cruceros es muy poco lo que aportan a la economía local: unas pocas carreras de taxi y dos o tres artesanías pendejas,  que suele ser lo único en que gastan este tipo de turistas, ya que desde el mismo barco traen el sándwich para merendar.