MAURICIO BOTERO

De aeropuertos y de aerolíneas

La política aeronáutica colombiana, que incluye naturalmente la de aeropuertos, está desde hace mucho tiempo patas arriba. Y está patas arriba por la sencilla razón que tiene las prioridades invertidas.

Mauricio Botero Caicedo, Mauricio Botero Caicedo
18 de abril de 2018

Las precarias condiciones de navegabilidad aérea con las consecuentes demoras injustificadas, cada día se acentúan: en vez de asegurarse que el tráfico aéreo fluya con regularidad, indistintamente de las condiciones climatológicas, las autoridades se han concentrado es en fomentar el montaje de centros comerciales en los aeropuertos. Cualquier chapuzón, cualquier tormenta, cualquier encapotamiento; cualquier falla eléctrica causa sobresaltos y retrasos en prácticamente la totalidad de los aeropuertos del país.

Teniendo en cuenta que en Colombia hay uno de los impuestos aeroportuarios más altos del mundo, ¿qué explica que las inversiones en tecnología - desde radares y radioayudas hasta sistemas de aterrizajes de última generación - no se hayan instalado? La razón es que las prioridades de las últimas administraciones no han estado enfocadas es en navegabilidad sino en los centros comerciales. El caso de El Dorado es ilustrativo de las prioridades invertidas: en dicho centro comercial ubicado entre las dos pistas, el pasajero puede encontrar 27 lugares en donde le venden agua embotellada; 16 almacenes donde uno encuentra ‘quesitos pera’ de todos los tamaños y sabores; y por lo menos tres lugares en donde uno puede comprar zapatos Ferragamo iguales a los de Gustavo Petro.

Los enormes tributos que pagamos los usuarios y que se le trasladan al concesionario por lo visto no alcanzaron no para tener baños limpios y sin colas, o puertas de embarque suficientes para atender el tráfico de aviones. Tampoco nuestra platica en impuestos alcanzó para evitar las interminables filas de migración. Y si el anterior panorama no fuera suficientemente escandaloso, cuando aparece el menor amago de lluvia y se oscurece el horizonte, por arte de birlibirloque la totalidad de los vuelos empiezan a presentar demoras que pueden tardar hasta cuatro horas.

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En días pasados, al autor de esta nota le tocó presenciar la falla en las luces de una de las pistas del Aeropuerto El Dorado. La Aerocivil, en vez de explicar el porqué no existe un sistema de ‘backup’ que permita la entrada de forma inmediata de luces alternas, se limitó a pedir paciencia a los pasajeros: “Debido a una falla de luces que se presenta en una de las pistas del aeropuerto El Dorado, algunos vuelos pueden presentar demoras en sus itinerarios”. Y agregó que: “desde el mismo momento en que se conoció la situación, la Aeronáutica Civil ha venido trabajando con el equipo técnico de la Entidad a fin de solucionar en el menor tiempo posible la falla que se presenta”.

¿Cuándo van a entender las autoridades en este país que lo verdaderamente importante no es instalar centros comerciales en todos los aeropuertos sino el que los vuelos salgan y lleguen a tiempo en todo tipo de condiciones climáticas sin afectar la seguridad de los pasajeros?

Las autoridades también suelen esgrimir los retrasos en el torpe y falaz argumento que el Aeropuerto El Dorado solo cuenta con dos pistas. Es un argumento falaz porque aeropuertos como el de Heathrow en Londres y Narita en Tokio, con las mismas dos pistas, manejan hasta tres veces el número de aviones y pasajeros en condiciones de clima bastante más adversas que las colombianas.

Por otro lado, en Colombia existe un oligopolio de empresas aéreas que debe ser desmantelado de manera inmediata utilizando una política inteligente y seria de “cielos abiertos”. Según informes de prensa, en el radar de las autoridades colombianas ya están por lo menos cinco empresas de diversos tamaños que exploran las posibilidades para habilitar nuevas rutas y frecuencias de crecimiento potencial. Incluso, la apuesta también está dentro del país, donde hay una sentida necesidad en las regiones, que fueron las principales afectadas con la huelga de pilotos de Avianca debido a que esta firma cerró varias rutas que hasta ahora comienza a reabrir.

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Las rutas de las empresas deben estar sujetas a que se les adjudiquen a las aerolíneas que sí las puedan operar en forma directa, y no subcontratando la ruta como ocurre con el trayecto Bogotá – Nueva York y Cali – Madrid que Avianca sub contrata con una empresa charter de tercer nivel que utiliza aviones de quinta categoría. Adicionalmente toda empresa extranjera, como fue el caso de Quatar Airways, que aspire a tener rutas internas, le debe ser concedido el permiso. Ya es hora que el gobierno piense más es en las necesidades de los pasajeros y menos en las conveniencias y utilidades de las aerolíneas.