RAÚL ÁVILA FORERO

¿Cuánto vale mi voto?

Mañana serán las elecciones para elegir a los senadores y representantes a la cámara en el periodo 2018-2022; adicionalmente, los votantes también podrán sufragar por su candidato favorito en dos consultas denominadas “interpartidistas”, y si usted está pensando en no ejercer su derecho/deber al voto, es mejor que lo piense dos veces. Esto vale su voto.

Raúl Ávila Forero, Raúl Ávila Forero
10 de marzo de 2018

Este artículo no pretende centrarse en la corriente a favor o en contra de los diferentes candidatos que van a las urnas, sino en que el lector vea desde una perspectiva económica la valoración que conllevaría la decisión de no hacerlo. 

Este domingo 11 de marzo, alrededor de 36 millones de colombianos tienen una responsabilidad con el sistema democrático: seleccionar quiénes serán los electos que nos representarán en 102 curules para Senado y 166 para la Cámara, quienes tendrán bajo su responsabilidad el diseño institucional del país, a través de la expedición de leyes durante el próximo cuatrienio. Y la tarea no es fácil, debido a que son 2.957 candidatos a quienes los electores deberíamos conocer a profundidad para votar, solo un 9% de los aspirantes serán elegidos, con o sin su voto.

Una de las formas en la que la democracia se manifiesta es a través del voto ciudadano. Desde la reforma constitucional de 1991, Colombia pasó de tener una democracia representativa a una participativa, lo que conllevó a que nuestro país se convirtiera en un país democrático. Hoy día ocupamos el puesto número 53 en el ranking que realiza la Unidad de Inteligencia de The Economist, de los países con mejor modelo democrático llamado Democracy Index (2017), luego tener este tipo de democracia no nos lo ha traducido en una buena democracia.

Esto se reafirma en la concepción que tienen los ciudadanos nacionales con este modelo; según un estudio realizado por Miguel García-Sánchez, Jorge Daniel Montalvo y Mitchell A. Seligson en la universidad de los Andes (2015), el 52% de los colombianos se sienten insatisfechos con el modelo de democracia participativa que conlleva el país, debido a múltiples factores como la corrupción, el clientelismo y el apoyo que reciben algunos partidos políticos de parte de entidades privadas.

Este descontento se ve claramente reflejado en la baja participación de los potenciales votantes colombianos en los diferentes procesos políticos; por ejemplo, en el caso de la pasada elección  presidencial en el 2014, la abstención al voto fue mayor del 60% según los reportes del DANE (2016); por otro lado, en el 2016 se realizó el plebiscito para la refrendación del acuerdo de paz, y en esa oportunidad el 62,6% de los colombianos habilitados no votaron; lastimosamente, esta decisión de la mayoría de compatriotas no conlleva un debate serio, que proponga nuevos mecanismos para disminuir el abstencionismo sino al contrario, esto sigue trayendo un fuerte desperdicio de presupuesto nacional.

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Según la Registraduría Nacional del Estado Civil, se debe asumir una cifra mayor a $1,7 billones por la elección del Congreso y las consultas interpartidistas pre candidaturas presidenciales, primera y segunda vuelta presidencial, en donde van a trabajar 3.800 funcionarios de la Registraduría y cerca de 25.000 supernumerarios, se van a imprimir por ejemplo 36 millones de tarjetones para las elecciones al Congreso, y se desplegarán cerca de 110 mil puestos de votación en el país y en el extranjero.

Si comparamos esta cifra con el producto interno bruto nacional, podemos ver que el PIB de Colombia en 2017 fue de un $912,5 billones, es decir, este proceso democrático en 2018 costará aproximadamente el 0,18% del producto económico de nuestro país, esto sin sumar aun el monto de la reposición de votos a los candidatos, ni el dinero de la financiación de campañas. Por otro lado, las personas habilitadas para votar en Colombia son 36’025.318, por lo que si hacemos un cálculo a mano alzada, cada voto cuesta alrededor de $47.190 pesos, es decir el 6% de un salario mínimo, casi dos días de trabajo o 16 horas de su remuneración mensual, para el promedio de un asalariado de jornada laboral de ocho horas. A esto súmele, que tiene derecho a un beneficio de medio día de jornada de descanso, es decir, si usted gana un salario mínimo, su voto a grosso modo equivale a 20 horas de trabajo.

Entonces, sí, la decisión de no votar castiga su bolsillo y el de la Nación. Sin importar quien quede en el poder, si lo pone en términos económicos, el simple hecho de votar vale mucho para usted y también le cuesta mucho no hacerlo. Si consideramos el actual precio de la canasta familiar, el dinero que se destina a un solo voto, alcanza casi para pagar lo que un hogar típico destina de su presupuesto familiar en alimentos y bebidas, consumido fuera de casa, que es un 7.2% según cifras de Fenalco, resonando que hablamos que es un hogar que “sobrevive” con un salario mínimo.

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De igual manera, hay que recordar que, en los años anteriores, en algunas regiones del país la participación era bastante baja debido a la presencia de grupos al margen de la ley, ya que estos eran un obstáculo para la movilización hacia los puntos de votación. No obstante, debido al proceso de paz realizado con las FARC, las zonas en las que se concentraban estos grupos estarán (algunos) libres para ejercer su voto sin “aparente” miedo alguno. Se entiende que la gente no vota siempre por no querer, a veces, lastimosamente, no puede.

El presupuesto para poder desplegar las elecciones es necesario para que los colombianos participemos del proceso democrático, así que si usted piensa que votar no sirve, valore lo que se gasta en tener listo su voto para que lo ejerza; para lograr un cambio, debe ser parte de él.