GUILLERMO VALENCIA

Corea del Norte: el punto de encuentro de Trump, Putin y Xi Jinping

El conflicto en la península coreana puede ser la oportunidad para que estos líderes desarrollen una solución multipolar. El poder estará en la diplomacia y no en las armas.

Gustavo Valencia Patiño, Gustavo Valencia Patiño
5 de junio de 2018

El conflicto entre las dos Coreas ha demostrado ser un derrotero para las administraciones de EE.UU, que desde la era de George Bush han interpuesto sanciones severas contra el régimen de Corea del Norte, mientras han encontrado en el Sur la oportunidad de afianzar una alianza estratégica. Sin embargo, hoy más que nunca, EE.UU requiere de una solución diferente que deje atrás las infructuosas negociaciones con los últimos tres dirigentes norcoreanos que le han permitido a esta dictadura sobrevivir por más de 60 años.

Primero hay que preguntarnos: ¿Corea del Norte es una amenaza real para EE.UU? La respuesta es afirmativa porque desde 2006 este país cuenta con capacidad nuclear y ha hecho alarde, aunque sin pruebas, de poder alcanzar con misiles intercontinentales ciudades en EE.UU. Analistas como Lyle Goldstein, investigador del China Maritime Studies Institute, dicen que es cuestión de un par de años para que Norcorea pueda bombardear suelo de EE.UU.

A pesar de que Corea del Norte aún no es una amenaza militar importante para EE.UU, sí lo es para sus aliados: Corea del Sur y Japón, los cuales sí pueden ser bombardeados por Kim Jong-un. En este sentido, la principal necesidad de ambos países es que Norcorea congele su programa nuclear y llegue a un acuerdo para no desarrollar más misiles intercontinentales (ICBM).

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Por lo tanto, una confrontación militar sería una catástrofe y, en las palabras del secretario de defensa de EE.UU, James Mattis, podría tratarse de la peor guerra conocida y que más muertes causaría. Por ende, una acción militar no sería viable para ninguno de los bandos en juego.

Analicemos el ajedrez geopolítico.

Norcorea, un problema multipolar

De alguna manera, la visión de China sobre Corea del Norte es la de un hermano mayor que ve cómo el menor ha manejado de manera irresponsable su gobierno, pero al que protege por representar sus intereses. Se trata de un hermano menor ubicado en una zona de ‘buffer’ geopolítico, en el que ninguna potencia está dispuesta a ceder terreno.

Sin embargo, el establecimiento político chino tiene dos visiones sobre el problema norcoreano. En la primera, considera útil preservar la estabilidad de la península, evitando una crisis de refugiados y el colapso del régimen. Mientras que en la segunda, contempla debilitar a Norcorea y buscar una apertura a través de otro líder diferente a Kim.

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De hecho, existe un mayor acercamiento diplomático entre Corea del Sur y China, que con Corea del Norte. Esto ha sembrado aún más desconfianza en Pyongyang.

Por su parte, Rusia ve la disputa en la península de Corea como una oportunidad y por eso mantiene buenas relaciones con el régimen de Kim Jong Un. Vladimir Putin ha mostrado ser leal a sus aliados en Medio Oriente y jugar el rol de contrapreso a los intereses de EE.UU. No hay duda, Putin quiere que su país recupere su estatus internacional y apoyar una solución para Norcorea puede aliviar el bloqueo internacional que existe sobre Rusia. Por eso, Putin es un potencial aliado confiable para Kim Jong Un.

Trump debe buscar una solución multipolar

Para EE.UU, Corea del Sur y Japón son los países que corren mayor riesgo en un eventual conflicto nuclear. La urgencia de ambos países por congelar las pruebas nucleares en el océano Pacífico es una oportunidad para que Trump  consolide un mayor liderazgo. De hecho, es una carta que le permitirá ganar capital político, en vísperas de las elecciones para el Senado de noviembre de 2018.

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La política intervencionista de los EE.UU desde la guerra fría encarna la máxima de Carl von Clausewitz: “La guerra es la continuación de la política por otros medios”. Y en este caso, dicha política no ha solucionado los conflictos de Medio Oriente y la península coreana.

El paradigma chino es diferente y se basa en las máximas de Sun Tzu (??), en donde el arte supremo de la guerra es derrotar al enemigo sin entrar en una confrontación directa.

Por eso, no hay que dejar por fuera a China, Rusia y Japón; son países clave para lograr el congelamiento de las pruebas nucleares y de misiles intercontinentales.

Todos los “hombres fuertes” necesitan mostrarse victoriosos para alcanzar una solución del conflicto. Kim Jong Un, Donald Trump, Xi Jinping, Vladimir Putin y Shinzo Abe saben que en una negociación exitosa ganarán un capital político dentro de cada uno de sus países. Por eso, al menos en este conflicto, la creatividad diplomática es más contundente que las armas y puede ser lo único que garantice un gana-gana para todas las partes.