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Competencia y eficiencia bancaria colombiana

En el mundo, la industria bancaria es de los sectores más estables y regulados de la economía, aunque con grandes sobresaltos que han impactado fuertemente el orden mundial. En Colombia se tiene un entorno competitivo pero con visos de concentración bancaria, lo cual no es malo.

Raúl Ávila Forero
14 de octubre de 2016

Actualmente el sistema bancario funciona como un eje transversal en el desarrollo de la economía nacional. Una banca nacional eficiente, sostenible y consolidada marca la base para estimular el consumo de los servicios financieros que ofrece, y en Colombia se está sellando una provechosa oportunidad para la inclusión financiera, a raíz de un aumento en la clase media de la población. Sin embargo, el país evidencia concentración de su sistema bancario, a pesar de la entrada de nuevos jugadores internacionales en particular en los últimos años, dada la liberalización de este mercado.

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Por ejemplo, si analizamos este hecho bajo la óptica de los dos grandes grupos financieros del país, el Grupo Aval y Bancolombia tienen poco más de la mitad de la participación en el mercado. El primero, dueño del Banco de Bogotá, Popular, Occidente y AV Villas, tiene el 29% de los activos y el 27% de la cartera de créditos. El segundo mantiene el 24% de los activos y el 23% de la cartera.

Hoy día en el país funcionan 24 instituciones bancarias, de las cuales 14 son de propiedad nacional; estas últimas actualmente mantienen cerca del 70% de los activos bancarios. Esta estructura de mercado no ha impedido la entrada de nuevos competidores al segmento, dadas las reglas claras evidenciadas desde la regulación. Por ejemplo, BBVA se destaca, con el 10% de los activos, siendo el primer banco extranjero que le compite a los locales. Igualmente, Falabella ha entrado pisando fuerte en el negocio de las tarjetas de crédito en la búsqueda de segmentos diferenciados; si se analiza en detalle cada movimiento sectorial, encontramos un interesante abanico de especialidades y nichos de mercado a los cuales han venido entrando nuevos jugadores, buscando llegar cada vez con servicios focalizados a las necesidades de los usuarios. Esta particularidad sectorial, muestra lo complejo y dinámico que es el sector bancario local, lo que implica análisis detallados de su desempeño.

Esto significa que, a pesar de la tendencia de competencia monopolística evidenciada en la banca colombiana por el empoderamiento a nivel nacional, no se ha evidenciado problemas estructurales que impidan la entrada de nuevos jugadores, y aunque se tienen ciertos limitantes, éstos son plenamente necesarios para poder mantener la estabilidad y sostenibilidad sectorial.

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En el marco del estudio de la competencia y eficiencia sectorial en el entorno bancario nacional, un interesante análisis recientemente publicado por Fedesarrollo y la Asobancaria, liderado por Astrid Martínez, determina mediante el cálculo de diversos indicadores, el nivel de competencia de la industria bancaria en Colombia, junto con estimaciones sobre su eficiencia y la diversificación de servicios bancarios ofrecidos a los usuarios, en el que se tiene en cuenta los efectos regulatorios sobre el mercado, algo que no se había vislumbrado en estudios anteriores.

Dentro de sus conclusiones, el ejercicio investigativo muestra en cuanto a competencia sectorial: i) una baja concentración con respecto a los pares sectoriales regionales; ii) no hay evidencia de que exista una relación entre concentración con la rentabilidad y la competencia; iii) existe bajo poder de mercado, y iv) existe un mayor nivel de competencia con respecto a lo calculado por la OCDE. En cuanto a eficiencia del mercado bancario, el estudio concluye: i) aumento de la misma desde el año 2010; ii) el entorno incide en mayores niveles de eficiencia, en especial la regulación que explica la estabilidad del sistema; iii) un gran campo para mejoras y optimizaciones en costos, pensando en la ampliación de servicios a la clase media y aumentando los índices de inclusión financiera.

El país ha crecido en inclusión y educación financiera, ya que se ha profundizado el uso de los productos financieros, y se reta día a día por llegar a más zonas rurales. Los créditos de bajo monto han sido un gran aporte, así como la innovación para adaptar rápidamente las nuevas tecnologías que permitan la bancarización más acelerada y mayores niveles de inclusión financiera en Colombia, diferenciando el entendimiento de una educación financiera de la población, tan sólo vista con la identificación de productos, y buscando que cada día, la población colombiana entienda las ventajas del uso de los servicios financieros.

Aún queda mucho por avanzar en materia de inclusión financiera para incrementar la participación de varios servicios dentro de las carteras bancarias, todo esto bajo un sólido marco de educación financiera enfocada a la población. Pareciera que sólo es cuestión de implementar las estrategias ya definidas, dado un marco regulatorio claro, en un panorama económico más estable, puesto que, en la coyuntura socioeconómica actual, no se favorece el mayor uso de los servicios financieros.

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