OPINIÓN ONLINE

Cómo convertirse en un líder consciente

Los líderes conscientes son aquellos que desarrollan cuatro tipos de inteligencia: coeficiente intelectual, inteligencia emocional, inteligencia espiritual e inteligencia sistémica.

Gonzalo Gómez Betancourt
23 de marzo de 2016

Si usted desea empoderarse como líder sectorial, comunitario o empresarial y ha comprendido a través de este especial de Capitalismo Consciente la importancia de aplicar en sus negocios este modelo, ahora tiene la oportunidad de convertirse en un líder consciente.

Si bien no existe una definición o perfil exacto de las características del líder consciente, el empresario John Mackey y el profesor Raj Sisodia, coautores del libro “Conscious Capitalism”  lo definen como un ser que sabe quién es  y cuál es el propósito de su organización. Conoce cuál es su verdadero norte, lo cree y convive con él en muchos aspectos de su vida, como sus creencias, sus valores, su pasión y sus principios.

Algunos ejemplos de este tipo de líderes son Bill Gates, o Bill George, CEO de Medtronic, porque alcanzaron el éxito y reconocimiento económico no porque buscaran convertirse en los hombres más ricos del mundo sino porque con sus ideas buscaban beneficiar a la humanidad. 

Hasta el siglo XXI, para ser un buen líder lo más importante era el IQ, (coeficiente intelectual), posteriormente el capitalismo salvaje le dio mayor valor a la capacidad técnica de las personas, pero con el paso de los años, muchos investigadores han encontrado que el ser humano cuenta con diferentes tipos de inteligencias. En 1995, Goleman empieza a hablar de inteligencia emocional, ampliando el concepto a la capacidad que tiene el individuo de conocer sus propias emociones, las de los demás y poderlas regular.

Sin embargo, para los creadores del modelo del capitalismo consciente existen más tipos de inteligencias que no han sido exploradas por el mundo académico pero que hoy se conocen como inteligencia espiritual e inteligencia sistémica. Se considera que un líder que no tenga las cuatro inteligencias: coeficiente intelectual, inteligencia emocional, inteligencia espiritual e inteligencia sistémica, no es apto para dirigir una organización, porque quien no domina estos cuatro aspectos, generalmente tiene visión de corto plazo, que es en la que se toman las decisiones menos acertadas, son poco asertivos en el manejo de las relaciones empresariales por lo que generan desequilibrio en el sistema y por tanto desde esta perspectiva pueden afectar la interdependencia de los stakeholders en el largo plazo.

Para analizar un poco más a fondo la importancia que tienen cada una de estas cuatro inteligencias en el desarrollo del directivo empecemos por el IQ, que es el potencial que tiene el ser humano de comprender y entender racionalmente  de dónde vienen las causas de los problemas,  y mediante un proceso lógico matemático, pueda llegar a encontrar las soluciones a dichos problemas. Con la inteligencia emocional lo que hace el directivo es tener la habilidad de regular su propia emoción y convencer a los demás de lo que es necesario para su organización porque tiene la capacidad de regular sus propias emociones y las de los demás.

La inteligencia espiritual no es muy conocida en el mundo del management,  es definida por los  autores Danah  Zohar y Lan Narshall en su libro “Capital Espiritual”, como aquella con la que accedemos a nuestros más profundos significados, valores, propósitos y altas motivaciones. Es decir es nuestra inteligencia moral, porque nos otorga la habilidad de distinguir lo bueno de lo malo. Esta característica aplicada a la organización, le permitirá entonces contribuir a hacer siempre lo correcto.

Por último está la inteligencia sistémica que es la que los autores del modelo del capitalismo consciente han querido resaltar, ha sido ilustrada por el físico chino Bian Que, quien afirma que los mejores líderes son aquellos que previenen la mayor cantidad de problemas antes de que lleguen. Su ingenio no ha sido reconocido, pero los líderes más efectivos son los que piensan las cosas desde el punto de vista de un sistema interconectado y son sensibles a cualquier elemento que se desacomode en ese sistema.  

Una persona que tiene esa capacidad trata de servir a los demás y no espera que le sirvan a ella, como si fuera un emperador. El gran humanista y premio Nobel  Albert Schwetzer dijo: “Yo no sé cuál será su destino, pero una cosa sí sé, el único entre ustedes que va a ser realmente feliz es aquel que ha pensado como servir a los demás”.

El líder cosciente con su gran capacidad analítica, emocional espiritual y sistémica debe estar totalmente consciente de la importancia de  servir como una vocación de la organización, que al hacerlo encontrará su felicidad.

Frente al tema de la capacidad de amar y de cuidar a mucha gente, a los empresarios poco les suena la palabra en el contexto empresarial, sin embargo, la importancia de entender el amor por el otro, es de donde viene la verdadera fuerza de un líder. Martin Luther King JR entendió esto muy bien. “El poder bien entendido no es nada frente a la habilidad de alcanzar un propósito. Esta es la fuerza requerida para alcanzar un cambio social, político y económico. No existe nada malo con el poder si está bien utilizado. El poder es el amor implementado con justicia”. Entonces un líder no debe sentir vergüenza de decir que ama a las demás personas y a la tierra misma porque de esa manera los va a cuidar y a preservar.

Dentro de todas las virtudes que debe tener el líder consciente está la integridad, que es quizás la más importante. Muchas veces las personas hablan de honestidad y la utilizan como sinónimo de integridad, pero va más allá porque la honestidad hace parte de la integridad, junto con la autenticidad, la justicia, la confiabilidad y el coraje moral, involucra hacer lo que creemos está bien  y es coherente con nuestros valores independientemente de las circunstancias, incluso cuando este envuelve altos costos personales.

Finalmente lo que tienen que hacer los líderes que generan un impacto positivo en el mundo es un  propósito compartido con otras personas, que le dan sentido a ese trabajo. Ellos ayudan a estas personas a crecer y a evolucionar como individuos y como líderes en su propio espacio y mediante el ejemplo moral les da claridad y consistencia a toda la organización.