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Comercio mundial: ¿qué hay detrás de su enfriamiento?

El FMI en su informe de previsiones de octubre analiza el fuerte enfriamiento del comercio mundial a lo largo de la actual fase expansiva.

Gustavo Rivero
7 de octubre de 2016

En términos nominales (USD), el comercio se desplomó en más de un 10% entre 2014 y 2015 debido a un efecto precio (caída en el precio del petróleo y apreciación del dólar). En términos reales, donde centra su análisis el FMI, no se observa una caída, sino un enfriamiento hacia ritmos del 3% anual en media desde 2012, menos de la mitad que en las tres décadas anteriores.

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Esa desaceleración en los flujos comerciales es aún más evidente si se considera la correlación histórica que ha mantenido con el crecimiento del PIB (“círculo virtuoso”): entre 1985 y 2007, el comercio crecía dos veces más rápido que el PIB mundial; mientras que, en los últimos cuatro años (es decir, en la actual fase expansiva), ha crecido a un ritmo similar, una pérdida de sincronía que no tiene precedentes en los últimos 50 años.

Esa moderación del comercio fue ampliamente generalizada entre países: 143 de 171 economías consideradas registraron una caída en las importaciones. Entre las desarrolladas, el mayor deterioro se produjo a raíz de la crisis de deuda en la eurozona; y entre emergentes, el descenso fue más intenso en 2014-15 por la desaceleración de China.

El comercio de servicios ha resistido mejor (5,5% en 2012-15 vs. 9,5% en 2003-07) que el de bienes (3% vs. 9%). Entre los flujos de bienes, el deterioro fue generalizado entre partidas, siendo especialmente intenso en los bienes duraderos y de capital: una primera conclusión sería que el escaso vigor de la inversión ha sido un factor clave para la desaceleración del comercio.

El objetivo del FMI es analizar las causas detrás de ese enfriamiento del comercio en 2012-15 frente al periodo precrisis (1985-2007), un periodo en el que se registró un fuerte episodio de globalización, comercio y crecimiento del PIB:

- El 75% de esa moderación del comercio real se explica por la combinación de un menor crecimiento global, la sincronización entre economías de esta debilidad y un cambio en su composición (señalan expresamente al escaso vigor de la inversión como factor explicativo).

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- Los modelos no consiguen explicar la evolución del comercio sólo con el crecimiento global y su composición, sino que también se destaca el papel de otros factores de política comercial: un menor ritmo de liberalización del comercio, la falta de más medidas para reducir las barreras arancelarias, la introducción de políticas proteccionistas (por ejemplo, el incremento de las prácticas de “lobbying” contra el libre comercio en EE.UU. desde 2009) y un menor desarrollo de las cadenas globales de producción.

Para el FMI, la respuesta política para impulsar el comercio internacional sería enfrentar el problema de las bajas tasas de crecimiento en esta fase expansiva (particularmente, de la inversión), lo que permitirá mejoras en la productividad y el crecimiento potencial. De esta manera, el organismo vuelve a incidir en la necesidad de reactivar el crecimiento frente a la situación actual de estancamiento estructural, aunque, en esta ocasión, no hay una referencia explícita a impulsar las políticas de estímulo fiscal:

- Dado el escenario de modesto crecimiento para los próximos años, políticas directas de comercio son necesarias y relevantes para mejorar la situación: reducir barreras arancelarias, medidas para paliar los costes en aquellas economías y sectores afectados negativamente por estas medidas de liberalización (mejorar los sistemas de protección social o los programas de movilidad del trabajo, entre otros), lo que permitirá aumentar el comercio y reactivar el círculo virtuoso de comercio y crecimiento económico.

- El FMI señala que, incluso si la economía mundial se acelerara más de lo esperado y retomara ritmos más acordes con anteriores fases expansivas, difícilmente el comercio recuperará los ritmos previos a la crisis financiera global, ya que no se repetirán los factores que lo impulsaron en aquel entonces: el ritmo de crecimiento de la inversión en China y otros emergentes era inusualmente elevado, los costes de comercio estaban cayendo y las cadenas de producción globales estaban comenzando a desarrollarse.

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