PAULA ACOSTA

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El Presupuesto General de la Nación debe estar acompañado de una agenda de reformas, que optimice el gasto y haga que el Gobierno se reinvente, como nos ha tocado a todos.

Paula Acosta, Paula Acosta
28 de mayo de 2020

Los próximos dos meses serán claves para formular el Presupuesto General de la Nación 2021, que debe ser presentado al Congreso en los primeros 10 días de la nueva legislatura. Este instrumento es una guía fundamental para entender no solo el panorama económico y fiscal que prevé el Gobierno, sino también las apuestas que hará en materia de reactivación económica y protección de los más vulnerables.

En la radicación del anteproyecto el pasado 3 de abril, por $284 billones (4,5% más que en 2020), el mensaje más importante fue que todo cambiaría, ya que era imposible estimar los efectos de la pandemia sobre la economía. De acuerdo con las estimaciones del FMI, una prolongación en 2020 y un rebrote en 2021 del virus podrían llevar a un decrecimiento de la economía global de hasta 8% para ese año.

El escenario económico pospandemia incluye, como lo ha anunciado el mismo Gobierno, mayor gasto público, menor recaudo y mayor endeudamiento como porcentaje del PIB; por esto es fundamental repensar el Presupuesto General de la Nación rompiendo paradigmas de programación presupuestal basados en series históricas, y complementar su presentación con una agenda de reformas que flexibilice un poco el gasto. No se trata solo de una reforma tributaria que genere mayores ingresos, se trata de optimizar el gasto.

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Es necesario repensar el presupuesto teniendo en cuenta que:

Las necesidades y preferencias de la población cambiaron. Es imperioso volver a priorizar proyectos de inversión teniendo en cuenta las nuevas realidades. Se deben cerrar programas y proyectos para darles vida y fuerza a otros más pertinentes. El acceso a internet, por ejemplo, debe convertirse en un pilar de la agenda de equidad.

Las consecuencias económicas no son homogéneas y hay sectores mucho más afectados que otros. Como país se deben hacer apuestas en sectores con mayor potencial productivo en el corto y mediano plazo y, en consecuencia, definir otros en donde es necesario destinar los recursos a procesos de reconversión productiva.

Hay que impulsar la introducción de TIC en la prestación de servicios a los ciudadanos. La telemedicina y la educación pública semipresencial o virtual son dos buenos ejemplos, ya que reducen las demandas de infraestructura física y posibilitan un mejor acceso y calidad en la prestación de los servicios a menores costos per cápita.

Sectores claves para la reactivación económica con alta empleabilidad como vivienda, obras públicas y programas sociales tendrán que ser las partidas a proteger y crecer en el trámite legislativo.

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Pero el presupuesto por sí solo no puede introducir todos los ajustes requeridos. Es necesario tramitar reformas que hagan viable fiscalmente al país en el mediano plazo y contribuyan a mejorar la equidad en la distribución del ingreso, tan necesaria para contrarrestar los efectos en materia social de la cuarentena.

Contrario a lo que muchos opinan, no hay mejor momento —o no hay otro— para tramitar un paquete importante de reformas: de un lado, el Gobierno se está quedando sin tiempo para tramitarlas, aprobarlas e implementarlas; de otro, este difícil contexto abre oportunidades para crear nuevos consensos en torno a problemas estructurales.

Además de las reformas pensional y laboral importantísimas para mejorar el panorama fiscal y la competitividad del país en el mediano plazo es necesario revisar con lupa exenciones y subsidios, e introducir una agenda de modernización de la administración pública incluidas las tres ramas y órganos independientes—, que haga menos costoso y más eficiente su funcionamiento. Es increíble que la administración de justicia deba parar porque no cuenta con sistemas para operar.

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Los encargados de la formulación de políticas tendrán que aplicar medidas fiscales, regulatorias y financieras para tratar de mitigar los efectos sociales y económicos que enfrentan hogares y empresas. El Presupuesto General de la Nación es una de las principales herramientas de política pública y, por lo tanto, tiene que reflejar no solo la inmediatez de la problemática, sino también la estrategia de mediano plazo, y darnos señales a todos de hacia dónde remar.