SERGIO GUZMÁN

Choques inconvenientes

La incertidumbre que generan los constantes roces entre el Gobierno Nacional y los gobiernos locales sugieren que la reapertura económica será turbulenta. Remar para el mismo lado es posible, pero todos tienen que ceder.

Sergio Guzmán, Sergio Guzmán
8 de mayo de 2020

A comienzos de marzo, cuando estábamos apenas aprendiendo sobre la covid-19 desde Colombia Risk Analysis sugerimos que las asperezas iniciales entre el Gobierno Nacional y los gobiernos locales iban a ser fuertes al principio y con el tiempo mermarían debido a la curva de aprendizaje de los gobernantes frente al comportamiento del virus. Desafortunadamente estábamos equivocados.

Parece ser que las diferencias entre el Gobierno Nacional y algunos gobiernos locales son infranqueables ya que están gobernados por dos tipos de miedos distintos, pero complementarios.

El Gobierno Nacional teme que el descalabro económico no solamente acabará con las arcas estatales, sino que dejará fuertemente herido al aparato de producción nacional. La presión sobre el Gobierno por parte los principales gremios económicos (incluyendo Asobancaria, Camacol, Fenalco y Analdex) ha incrementado a medida que el ambiente económico a nivel global se torna más hostil.

Por su parte, los gobiernos locales temen que las medidas tomadas por el Gobierno Nacional para reabrir la economía puedan desbordar la curva de contagios, colapsar el sistema de salud y así causar un daño mayor a corto plazo lo cual profundizará las consecuencias de la actual crisis.

Esto no quiere decir que los gobiernos locales no están conscientes de que la calamidad económica nacional pueda también arrasar con sus economías locales o que el Gobierno Nacional no tenga una enorme preocupación por defender la vida de los ciudadanos. Simplemente anoto que ambos han mostrado cuáles son sus principales preocupaciones.

En ningún lugar se ha evidenciado más esta diferencia que en Bogotá. La Alcaldesa Claudia López, quien ha sido una férrea contradictora del Presidente Iván Duque y del partido de gobierno, no ha titubeado en actuar rápido promoviendo fuertes medidas de aislamiento físico, incluso antes que el Gobierno Nacional, para prevenir el incremento de contagios en Bogotá que es hoy el epicentro del virus en el país. Igualmente, la alcaldesa ha criticado al Gobierno por querer reabrir la economía de una forma acelerada y sin coordinar con las alcaldías locales los planes y protocolos de seguridad y salubridad.

El actuar de la alcaldesa ha exasperado, entendiblemente, al Gobierno Nacional que siente que su autoridad está siendo relevada. Tanto así que la Ministra del Interior y luego el Presidente han tenido que hacer valer y proyectar de una forma más elaborada esa autoridad –un acto que en sí mismo sugiere lo contrario-.

La extensión de la cuarentena ha dado un momentáneo reposo a la confrontación. Sin embargo, es muy probable que las tensiones políticas y sus consiguientes pujas por establecer mando, entre la alcaldesa y el Presidente se mantengan a flor de piel mientras el número de casos confirmados continúe subiendo y el descalabro económico sea cada vez más inevitable.

Es evidente la necesidad de una mayor coordinación por parte del Gobierno Nacional y los gobiernos locales. Esto podría dar un parte de tranquilidad a las empresas que podrán proyectar sus planes de reapertura, estimar los daños económicos que tendrán y al mismo tiempo preparar los implementos necesarios para brindar condiciones de seguridad y salubridad a sus trabajadores. Al mismo tiempo, podría ayudar a tranquilizar a los trabajadores quienes han manifestado inseguridad ante un posible acoso por parte de las autoridades locales por violar la cuarentena y usar el transporte público. 

Sin embargo, para llegar a ese nivel de coordinación ambas partes tienen que ceder.

Es inconcebible que los mandatarios se enteren de las medidas gubernamentales durante las alocuciones presidenciales o en el texto de los decretos presidenciales. Es escandaloso también que los gobernantes locales salgan a contradecir al Gobierno en sus medidas, algo que confunde no solo a los empresarios sino al público en general. 

El Gobierno Nacional tiene que incluir generosamente a los mandatarios locales en sus comités y demás órganos de toma de decisión sobre las medidas de reapertura. Debería compartir y discutir sus planes, escuchar e incluso introducir las recomendaciones de los gobernantes locales para modificar sus decretos. Por su parte, los gobiernos locales tienen que respaldar, defender y acatar las decisiones del Gobierno sin pretender cuestionar o dirigir el barco. 

Nadie dijo que trabajar en equipo fuera fácil, menos con opositores de vieja data con quienes existe no solo una puja ideológica sino de poder. Pero por el bien de todos los colombianos, nuestros mandatarios deberían darse cuenta que la actual rencilla política es un choque inconveniente que no beneficiará a nadie. La pregunta que nos hacemos todos entonces es si serán capaces de remar para el mismo lado.