CLAUDIA VARELA

Es un peligro tener razón

A veces quisiera salir corriendo a donde haya un mundo que al menos trate de ser igualitario. El caso de la celadora de Rosales a la que encerraron con mentiras y presión durante un mes es realmente inaudito.

Claudia Varela, Claudia Varela
17 de mayo de 2020

Me entusiasme al principio de la cuarentena pensando que nos iba a unir un mismo sentimiento de temor a la finitud, de amor por la familia, de igualdad como seres humanos que estamos expuestos a los mismo sin importar el estrato, pero con el pasar de los días me doy cuenta de que al final no creo que termine sirviendo de nada estas primeras semanas de reflexión.

Observo y trato de no opinar tanto como antes. Quizás es en serio que los años llegan con algo de prudencia o quizás me cansé de que algunos solo quieran escuchar sus propias voces. No me meto en política por que bajo mis principios básicos de la equidad y el mundo solidario lo que menos tenemos aquí son verdaderos políticos que propendan por el bienestar común.

Pero un buen ejemplo de la inconsistencia es pensar que si soy de un bando soy cercano a la beatificación y los demás, los que piensan distinto son ingenuos o brutos. La intolerancia a pensar distinto nos va a llevar realmente a que sigamos siendo un país pobre, corrupto y donde los extranjeros vienen aprenden sacan plata y se van.

¿Por qué insistimos tener una visión tan corta de nosotros mismos? Insisto que mientras el ego nos domine vamos a vivir en una sociedad llena de odios y resentimientos de clase de todos los estratos. Y es que aquí la mayoría de la población es pobre, y la clase media es vergonzante, hay que tratar de mostrar que se tiene para no ser discriminado.

Esta visión corta y clasista que tenemos en algunos países de Latinoamérica no se vive en otros países. Sin embargo hay xenofobia, racismo, sexismo, discriminación de otro tipos por que los humanos tenemos ángeles y demonios adentro, pero  el nivel de clasismo exacerbado no se vive asi.

Hace poco un amigo me contó lo que escuchaba en las clases virtuales de sus hijos adolescentes. Un irrespeto total a los profesores por que no hacen lo que los pequeños tiranos del mundo piden desde su cama en mala actitud. Se quejan de todo y el derecho a opinar se lleva por derecho la autoridad de profesores que se esfuerzan por que estos niñitos que si tienen con que pagar al menos pongan atención. 

Mientras tanto no hay conectividad para los niños del campo y mientras solo un 17% tiene acceso a internet otros ni siquiera entienden que el internet se paga. De acuerdo con el DANE solo el 43% de los colombianos tienen conectividad. 

Somos un país clasista. Un país que discrimina, que le pone en manos del Divino Niño y la Virgen de Chiquinquirá todas sus plegarias, que piensa que la corrupción y la maldad es exclusiva del otro bando y definitivamente que sigue la máxima de que el que peca y reza empata.

La columna del pasado viernes en El Tiempo de Ricardo Silva “Clasistas” me impactó profundamente. Sus aseveraciones hablan del simple clasismo que vivimos. “Y es eso, si, lo que nos pasa y ha pasado en este par de siglos: que a estos señores de todos los géneros no solo no les ha gustado ser de acá, sino que les han tenido miedo y asco a sus propios desamparados: su ideología ha sido el clasismo”.

Es increíble. Realmente increíble que creamos que hay seres humanos de segunda. Eso nos acerca a líderes radicales que piensan que hay ciudadanos que deberían ser parados por muros o enviados a campos de concentración. 

Tenemos tan arraigada la creencia de que solo los de “plata” los “ricos” tienen buen gusto, buenos modales y buenas formas que hablan de niños “pobres” a los que hay que ayudar, pero ojalá con plata ajena.

A veces quisiera salir corriendo a donde haya un mundo que al menos trate de ser igualitario. El caso de la celadora de Rosales a la que encerraron con mentiras y presión durante un mes es realmente inaudito. Pero no vi mucha información al respecto. Eso hace parte de la negación de la inconsistencia por que la gente “de bien” no es mala, no es corrupta, es bonita y tiene estilo. Donde hay poca justicia es un peligro tener razón (Francisco de Quevedo).