MIGUEL ÁNGEL HERREA

Carrasquilla y el coronavirus

El pánico no es solo por enfermarnos sino por empobrecernos más, a punta de coronavirus. Pero el Gobierno parece lento en entenderlo a juzgar por la escasa producción de políticas públicas económicas de impacto en el ciudadano. Existe la sensación de que en materia sanitaria el ritmo del Gobierno es diferente para enfrentar la crisis, mientras Carrasquilla apenas despega con determinación para proteger a las pymes, los comerciantes, los empleados comunes y los informales.

Miguel Ángel Herrera, Miguel Ángel Herrera
19 de marzo de 2020

Pero también ha sido lenta la reacción empresarial. El país no ha escuchado propuestas innovadoras y socialmente conectadas con la coyuntura, salvo contadas excepciones. Los gremios, particularmente, deben pasar de las expresiones de posiciones institucionales (“no habrá desabastecimiento”, dijeron Andi y Fenalco, al unísono) a la formulación de propuestas que muestren el pensamiento y compromiso social de los sectores productivos, particularmente en lo que permita beneficiar la economía ciudadana.

Los incentivos para proteger los sectores productivos son necesarios, pero al mismo tiempo se deben promulgar medidas para mantener activo económicamente al ciudadano. De lo contrario, anuncios como la mayor liquidez para el sector financiero (¿los bancos tienen amenazada su liquidez?), la ampliación del plazo establecido para el pago de los parafiscales y el impuesto a las ventas, los mecanismos para favorecer la importación de materias útiles para el desempeño de las aerolíneas, las nuevas líneas de crédito de Bancoldex para brindar liquidez a las empresas afectadas, entre otras medidas, de no estar acompañadas por políticas de impacto inmediato en el ciudadano de a pie, van a resultar desequilibradas y sectarias. Los alivios a través de los programas Familias en acción, Jóvenes en acción y Adultos mayores, son medidas adecuadas pero insuficientes.

Carrasquilla tiene a la vista múltiples ejemplos en el mundo. El Gobierno estadounidense no solo giró mil dólares por familia, sino que también la FED tomó la decisión de reducir las tasas de interés a casi cero. Además, se redujeron las cotizaciones sociales temporalmente para que la renta neta de los trabajadores, después de impuestos y retenciones sea mayor. El Gobierno italiano decidió suspender el pago de impuestos e hipotecas para aliviar la presión sobre las pequeñas empresas y los hogares. La medida permite congelar el pago de los créditos hipotecarios a todas aquellas personas que se hayan quedado sin empleo o que hayan sido despedidas temporalmente de sus empresas debido a la pandemia, hasta por 18 meses y sin que cambien las condiciones. Adicionalmente, pagará un bono cercano a los US$660 para las personas que no puedan trabajar desde la casa y deban contratar a alguien que cuide a sus hijos. En España, el Gobierno estableció una moratoria de seis meses para el pago de impuestos a pymes y trabajadores autónomos, con bonificación en los intereses.

No olvidemos por otro lado, que Colombia es en esencia un mercado de economía informal, con millones de empleados domésticos, vendedores ambulantes, técnicos y personal de servicios básicos que cobran al destajo. Es un gran grupo poblacional que vive al debe, desbancarizado, sin crédito formal y sin ahorros para enfrentar la crisis. Una parte importante de esta población está excluida de los programas asistenciales del Gobierno donde se están orientando las medidas anunciadas.

Necesitamos de Gobierno, gremios y grandes empresas, medidas enfocadas en las pymes y en la economía familiar, tanto formal como informal. Entiendo que toma tiempo construirlas, concretarlas y ejecutarlas, pero necesitamos un ministro de Hacienda más visible en la crisis, más sensible a los clamores ciudadanos y más conectado con la microeconomía. Es una actitud que también conviene a las grandes empresas e industrias porque necesitan un ciudadano aliviado financieramente para evitar el colapso del consumo.

Los gremios y las grandes empresas están llamados a mostrar su agenda social, de forma genuina, humana y decidida. No es momento de acciones sociales vinculadas a intereses comerciales. Es momento de mostrar la “agenda-país” y construir capital social para el futuro. Los grandes bancos (Bancolombia y Grupo Aval) ya dieron señales en este sentido al anunciar refinanciamiento de los créditos con mejores condiciones. Pero necesitamos como sociedad muchas más iniciativas de este corte. Los bancos, y en general el sector financiero, tienen una oportunidad única de construir de legitimidad social y retribuir esa “deuda” que está en el imaginario colectivo cuando el país, es decir todos los colombianos, salimos a rescatarlos en la crisis que tuvieron en el pasado. 

El consumo de energía, agua y conectividad obviamente se va a incrementar. Las empresas del sector no solamente deben dar un parte de tranquilidad sobre la capacidad de suministro, sino que deberían pensar en alivios para los estratos más vulnerables. Los alimentos ya son escasos en las zonas más remotas y vulnerables del país. Las grandes empresas de alimentos y bebidas podrían activar planes de acceso desinteresado a sus productos, especialmente a la población infantil. Las familias de estratos bajos necesitan mejor conectividad para estudiar y trabajar. Las megaempresas de telecomunicaciones deberían ofrecer planes innovadores con sentido social. No deberían cortarse, por razones económicas, los servicios de telefonía celular e internet. Va a haber escasez de diversos medicamentos en la red pública. La industria farmacéutica debería centralizar su acceso con sentido social en los hospitales del Estado. 

También creo que es necesario -en ausencia de regulación del Ministerio de Trabajo- un pacto de los estratos altos para mitigar el impacto en la red de empleados a su servicio. Empleadas domésticas, jardineros, choferes, niñeras, peluqueros, meseros, profesores independientes, obreros, mensajeros y todos sus similares, merecen un trato digno. Enviarlos a casa sin garantías mínimas generará un colapso social. No van a respetar la cuarentena porque necesitan sobrevivir de alguna manera. El Gobierno debe abrir créditos públicos de interés casi cero para familias con bajo puntaje en el Sisbén, con destinación específica. También debe lanzar rápidamente un seguro de desempleo que extienda el monto o tiempo del seguro que ya existe.

La duración de la crisis que vivimos depende de la velocidad de la propagación del virus y del tiempo para desarrollar una vacuna. Mientras tanto, proteger sanitaria y económicamente a los más vulnerables debe ser la prioridad. Nos conviene a todos y es responsabilidad de todos, incluyendo a las grandes empresas.