OPINIÓN ONLINE

Bajo la lupa: el legado cultural de Fanny Mikey

Lo que ha ocurrido con el Festival Iberoamericano de Teatro de Bogotá (FITB) debe ser un fracaso que debemos abordar responsablemente, pero también rápidamente—como dice el dicho: al mal paso darle prisa—y proyectar el futuro cultural con mayor fuerza y tenacidad.

Raúl Serebrenik
7 de junio de 2016

El manejo de la cultura es un negocio complejo y diferente a cualquier otro negocio. Si el negocio tiene un nivel de complejidad diferente entonces la solución tiene que ser diferente a lo que nos dictan las soluciones tradicionales. En el caso del muy mencionado Festival Iberoamericano de Teatro de Bogotá, la solución de la actual situación crítica le pertenece a todos los colombianos. La lección con la que debemos proyectarnos a futuro es lo que he denominado “transparencia vital” por ser esto un factor crítico para generar confianza y mayor compromiso por parte de todos los sectores implicados.

Indiscriminadamente de generar ruido que atente contra el buen nombre de una institución que nos incumbe a todos y más allá de las problemáticas internas que se presenten, es medir su afectación en la cultura y en el arte de un país.

Es un deber de todos los ciudadanos, en este caso específico, rodear al FITB en estos momentos críticos y abordar el tema desde una perspectiva constructiva para hacer los cambios o ajustes que se requieran rápidamente.

El legado que la Sra. Fanny Mikey construyó no es solo para su familia sino para todos los colombianos en un sentido estrecho pues si lo vemos con un sentido más amplio, como debe ser, este es un legado para el mundo de la cultura en general, dada la amplia trascendencia que logra traspasar fronteras y que pone el nombre de Colombia muy en alto.

Propongo a primera vista la estructura ideal de gobierno para el Festival Iberoamericano de Teatro de Bogotá, con las características que tímidamente conocemos desde afuera y sin hacer un diagnóstico a profundidad; esta  estructura estaría constituida por las siguientes áreas fundamentales: la financiera, la administrativa y la estratégica como una base que permita proyectar un futuro sustentable en el tiempo y con un componente fundamental adicional, el creativo y artístico. Esto nos obligaría a tener un código de buen gobierno y un reglamento claro de las junta o juntas que atienda estas realidades y,  posiblemente, se requiera de una junta directiva y de un comité asesor conexo que interactúen sinérgicamente.

Bajo una metodología profesional lo primero que se describe es el saber diseñar la estructura de gobierno “ideal” teniendo claros los objetivos y retos que la institución tiene en los próximos años; luego en una segunda etapa se construyen los comités asesores y la junta directiva, de acuerdo al punto anterior definido; posteriormente se pasa al manejo e implementación de los procesos que se deben instaurar en el equipo de trabajo, como una evaluación y seguimiento permanente tanto de los procesos como de las dinámicas de este equipo, sus resultados y también una evaluación colectiva e individual de por lo menos una vez al año para lograr un equipo de trabajo de alto impacto. Alguien debe hacer el ejercicio profesional.

Esta situación que se vive en estos momentos de incertidumbre sobre el futuro del Festival Iberoamericano de Teatro de Bogotá, debe verse como una gran oportunidad la nueva junta y sus comités asesores, en la mejor junta directiva que se logre estructurar en Colombia. Una junta que se convierta en un ícono de gobierno y de la cultura, en donde se instaure a la institución con miras a generar una condición de sostenibilidad y de sustentabilidad que se merece el legado que con tenacidad, la tan recordada “Fanny Mikey” logró crear y potenciar para dejárselo a todos los Colombianos.