MAURICIO BOTERO CAICEDO

Autos: impuestos tan anacrónicos como torpes

Colombia es un país medianamente avanzado en términos económicos, pero en ciertos sectores como el automotriz, (siendo supuestamente la tercera o cuarta economía del continente), nuestro país está francamente rezagado.

Mauricio Botero Caicedo, Mauricio Botero Caicedo
21 de noviembre de 2018

Y está rezagado por culpa de las anacrónicas y torpes políticas alcabaleras que los diferentes gobiernos han puesto durante los últimos 70 años.

En Colombia, con singular torpeza, los burócratas han catalogado a los automóviles como artículos de lujo, bienes exclusivamente para ricos. Y consecuente con tan inexplicable calificación, el fisco se ha cebado imponiéndole a los carros impuestos, tributos y tasas que han hecho que, de alguna manera, se convierta en realidad la majadería de que los carros son un lujo, un bien para ricos.

No es aceptable que un país como Argentina, con una población muy similar, produzca cerca de cuatro veces más autos que nosotros. Chile, con menos de la mitad de nuestra población (18 millones de habitantes contra nuestros 45 millones) produce 80 por ciento más vehículos que nosotros.

La razón de este fenómeno es que en Colombia un carro puede costar entre 40 y 100 por ciento más que un automóvil en cualquier otra parte. Los ministros de Hacienda de turno han sido incapaces de entender que el sector automotriz tiene un enorme efecto multiplicador en prácticamente todos los sectores de la economía, incluyendo el turismo.

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En un informe, el diario El Heraldo, con datos del 2016, afirmaba: “Comparado con América Latina y el mundo, el país cuenta con pocos vehículos con relación a su número de habitantes. En Colombia se registraron 5,9 carros nuevos por cada mil habitantes el año anterior, mientras que el promedio de Latinoamérica fue 10,1 y Argentina, con una población similar a la de nuestro país, tiene 14,8 vehículos por cada mil habitantes.

Los dos países que comparten el primer lugar frente a esta medición son Chile y Uruguay, que mostraron ambos 16,5 automotores por cada 1.000 habitantes.

En el caso del país austral se vendieron 233.960 vehículos nuevos en el 2017, mientras que en tierras charrúas se vendieron 50.824. El segundo lugar en el índice de motorización lo ocupó Argentina con 14,8 vehículos por cada 1.000 habitantes. Y el número de automotores comercializados fue de 643.672.

El cuarto lugar fue para el gigante de Suramérica que en su índice de motorización alcanzó los 12,5 vehículos por cada 1.000 habitantes. Sin embargo, Brasil ocupó el primer lugar en venta de automotores en 2015, con un total de 2‘568.976 ejemplares nuevos en manos de clientes.

El quinto puesto fue de México al reportar 11,2 automotores por cada 1.000 habitantes. En sexto lugar aparece Colombia al registrar 5,9 automotores por cada 1.000 habitantes (283.380 vehículos vendidos en 2015); séptimo Perú con 5,5 (172.503 vehículos vendidos) y octavo Ecuador con 5,0 automotores en el índice de motorización (81.261 vendidos). “Hace 10 años, los colombianos compraban 100.000 vehículos nuevos y hoy la cifra es cercana a los 250.000.” 

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Las políticas automotrices en Colombia se han limitado a desmotivar el uso de vehículo particular y a mejorar el transporte de buses, sin lograr resultados contundentes en movilidad. Un estudio de Fedesarrollo sobre la Importancia del Sector Automotor en Colombia, manifiesta que este sector genera un impacto económico sobre el valor agregado con encadenamientos de $52,3 billones al año.

Pero no solo es torpe la política alcabalera desde hace 70 años, sino que la reforma tributaria actual pretende quitarle todo estímulo al trasporte del futuro, el eléctrico.

Sobre este tema, el director de la revista Motor, José Clopatofsky, observa: “En este caso, esa reforma disfrazada va en contravía de las propias políticas del Gobierno (aunque esto ni siquiera es un decir) y de su responsabilidad social de buscar mejores aires para los colombianos con el estímulo a los vehículos más limpios. Como está la propuesta, pareciera que el ministro de Hacienda y sus asesores están lejos de estas realidades y su visión, esa sí, flota verdaderamente contaminada por el eterno afán alcabalero propio de esos cargos, pero que en estos puntos –como en tantos otros de su supuesta ley– va en contravía del progreso, la tecnología, la salud y el sentido común. Pensar que el nuevo IVA de unos cientos de carros le cuadrará los billones de pesos que le faltan. Hasta en aritmética fallan.”

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