CLAUDIA VARELA

Articula tu narrativa virtual

Esto de la virtualidad obligada es un reto para todos, pero los aprendizajes más allá de la pandemia son enormes en términos de estrategia. Los buenos líderes se miden también por el compromiso de su equipo en momentos de dificultad.

Claudia Varela, Claudia Varela
2 de agosto de 2020

Hace unos años, una alemana que trabajaba como directora de Talento en la empresa donde estaba entró a mi oficina después de una larga reunión de trabajo.

Le pregunté cómo le fue y me dijo: “Bien pero no entiendo por qué los colombianos hablan tanto”. Yo le ofrecí mi mejor sonrisa y no supe qué decir teniendo en cuenta que soy colombiana y no sabía si sentirme ofendida o piropeada. 

Tratando de hacer buen uso de la memoria de largo plazo, si recuerdo su actitud no se veía precisamente feliz, su gestualidad me mostró que estaba cansada y sus ojos me dijeron que realmente le molestaba que habláramos mucho. 

Pudo ser una conversación casual y un comentario que pude olvidar, pero a partir de ese día no logré volver a ser igual. Empecé a ver en las diferentes nacionalidades cómo se expresaban, qué les gustaba más, qué no les gustaba, e incluso muchas veces traté de medir los tiempos de cada presentador en medio de sus propias narrativas. 

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Descubrí que finalmente a los latinos sí nos gusta hablar de más. En el trabajo soy bastante dada a que los tiempos sean cortos y a que vayamos al grano por la eficiencia y porque no me gusta dar vueltas. Eso  es un tema de personalidad, pero muchas veces he sido vista como “demasiado directa”, lo cual en nuestra cultura no se lee precisamente con ojos de cordialidad. 

Estoy refiriéndome a espacios presenciales hasta ahora. Las reuniones “normales” permiten que haya un espacio social que puede ser un poco largo a veces, que se hable demasiado de cosas extramurales que a través de un computador no se permite mucho. Pero la virtualidad llegó y llegó obligada sin una transición, así que ha sido un proceso de adaptación un tanto miedoso y en muchos casos exitosos, pero nos falta trabajar más para realmente fluir. 

A través de la observación y de preguntar mucho llegué a algunas conclusiones parciales, que no son categóricas pero que nos pueden dar un norte para mejorar la forma de trabajar virtualmente. Les comparto mi análisis de buenas prácticas para mejorar nuestras narrativas virtuales. 

Empezaré por lo que sí debemos hacer. Voy a basarlo en cinco simples hábitos; escucha mucho y habla menos, plantea un objetivo puntual de la reunión, muestra la cara, sé cuidadoso con los tiempos, abre y cierra bien la reunión. 

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Las reuniones a través de una cámara exigen muchísimo más al presentador o moderador de una reunión. Hay mucho menos control del grupo, más distractores individuales, menor interacción espontánea y menos sincronía en la comunicación.  

Por eso es superimportante medir bien las expectativas, observar mucho, si se logra mandar documentos sencillos previamente para poder tener una discusión más eficiente, usar ayudas visuales cuando sea requerido (no todo el tiempo) y mejorar la manera de hacer el propio storytelling. 

Los líderes deben ser entrenadores naturales. Lo mejor es hacer muchas preguntas para llegar a respuestas colectivas y a lograr una evaluación de los temas que quieres afinar en una reunión. Hacer un uso excesivo de la virtualidad es aún más aburrido que hacerlo presencial. 

A veces olvidamos lo más simple. Generar un buen ambiente en las reuniones es importante para ser más productivo, así que respeta horarios, sé concreto en los mensajes, no des vueltas sobre un mismo tema, empieza y termina de acuerdo con la citación, usa muchas preguntas y metáforas que comprometan a los participantes con dar respuestas que impliquen cocreación. 

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Esto de la virtualidad obligada es un reto para todos, pero los aprendizajes más allá de la pandemia son enormes en términos de estrategia. Los buenos líderes se miden también por el compromiso de su equipo en momentos de dificultad. Esto no es un problema, es una situación que nos ha hecho estar más presentes, así que hay que vivirlo con la convicción de qué puedo permear yo mismo el ambiente sin necesidad de ser víctima de las circunstancias.  

Un buen líder lleva a las personas a donde quieren ir. Un gran líder las lleva a donde no necesariamente quieren ir, pero deben estar (Rosalynn Carter, ex primera dama de Estados Unidos).