LUIS ALBERTO RODRíGUEZ

Antídoto contra la polarización

Sería deseable que las decisiones que se tomen en la coyuntura que inicia con el nuevo presidente se fundamenten en discusiones sobre hechos, datos y propuestas.

Luis Alberto Rodríguez, Luis Alberto Rodríguez
14 de junio de 2018

“Me gustaría tener en mi gabinete a Juan José Echavarría”. Dijo un candidato presidencial en Colombia, al parecer, en búsqueda de ganar confianza o al menos disminuir la desconfianza que generan algunas de sus propuestas económicas.

El anuncio tenía sentido como estrategia política porque estábamos presenciando a un candidato de izquierda que tradicionalmente ha puesto en duda las recomendaciones de economistas ortodoxos, estaba proponiendo dentro de su equipo al gerente general del Banco de la República. Entidad que ha sido considerada como un centro de la ortodoxia económica en Colombia, especialmente después que la Constitución de 1991 le dio independencia respecto al poder ejecutivo en sus decisiones.

Pero el hecho es una buena noticia. Si bien el anuncio fue completamente fallido -porque el señor Echavarría luego aclaró que está muy contento en su cargo actual, que estaría inhabilitado para ejercer un cargo en el ejecutivo y tampoco lo consultaron para mencionarlo en el supuesto gabinete- muestra que los candidatos están de acuerdo en algunos principios de política económica. Incluso, en el peor de los casos, al menos uno de los dos candidatos quiere parecerse a su oponente en esos temas hasta que pasen las elecciones.

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Es innegable la polarización en la que ha entrado el país en los últimos años, no sé si intencionalmente o sin calcularlo, el país ha seguido en la tónica que se vieron en las peleas entre los líderes políticos en el gobierno que acaba y la oposición. La votación del plebiscito en 2016 fue el pico de dicha polarización, la cual se reactivó en las elecciones del 2018 y que afortunadamente acaban el próximo domingo con la elección del próximo presidente del país.

Los dos candidatos presidenciales tienen diferencias evidentes en sus programas económicos, pero sobre todo en el papel que le asignan al mercado y el Estado en el desarrollo del país. Sin embargo, es valioso que aún mantengamos consensos alrededor de algunos temas, por ejemplo en el rol positivo que ha jugado la tecnocracia en el diseño y toma de decisiones de política económica en Colombia.

Se debe reconocer la solidez de un grupo de instituciones en Colombia -como el Banco de la República, Fedesarrollo y centros de pensamientos asociados al sector privado- que  tienen, diagnósticos, evaluaciones y propuestas de política económica basadas en evidencia y que deben apoyarse sin importar el partido político o personaje que las pone en práctica. A propósito de una pregunta sobre el tema, hace unos meses Guillermo Calvo, profesor de la Universidad de Columbia y uno de los investigadores más citados en publicaciones académicas de economía, me señalaba que cree que Colombia y Chile son los países que tienen la burocracia estatal más seria en América Latina.

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Más allá de la buena reputación que el país tiene sobre manejo económico, que ojalá se fortalezca en el próximo gobierno, sería deseable que las decisiones que se tomen en la coyuntura que inicia con el nuevo presidente se fundamenten en discusiones sobre hechos, datos y propuestas que la tecnocracia del país ha plasmado en muchos escenarios diferentes a los plenamente políticos. En muchos temas económicos, no en todos, la rueda está inventada. Ojalá eso sirva para disminuir la polarización en las discusiones post electorales.

Por último, a pocos días de las elecciones, reitero mi invitación de la primera vuelta presidencial: las elecciones son la mejor forma, o la menos peor, de elegir a nuestros gobernantes. A pesar de todo, debemos salir a votar este domingo.

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