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Año del cambio: Colombia, Brasil y Argentina

Las noticias de América Latina no han sido alentadoras. El crecimiento económico este año se espera que sea de un 0,5% negativo, muchos países están atravesando disturbios políticos, y el virus Zika continúa expandiéndose.

Gustavo Rivero
19 de agosto de 2016

Según el Foro Económico Mundial, debería haber cambios positivos por varias razones:

En primer lugar, Colombia está en proceso para un acuerdo de paz. La nación ha sufrido las lamentables consecuencias de una rebelión expansiva de las FARC y el ELN. Durante los últimos 20 años, unos 20.000 colombianos han muerto en el conflicto, incluyendo ciudadanos, ejército y rebeldes.

Con el acuerdo de paz anunciado, ahora toca realizar un plebiscito en el que los ciudadanos deben votar SÍ o NO. La pregunta no debería ser si quieren o no la paz, puesto que es lógico pensar que todos la quieren. Pero para lograr la paz se tienen que hacer concesiones a los guerrilleros en beneficio del bien común que significa la paz. Lo que deben votar los colombianos es si están de acuerdo con los privilegios otorgados o si les parecen excesivos.

Con independencia del resultado, el proceso seguirá en marcha ajustándose a lo que exija la ciudadanía. La ONU ya está aumentando su presencia en el país con objeto de avanzar en la consecución de la paz. Si los diálogos son exitosos, se espera que generen una ganancia para la sociedad y la economía. En muchos lugares de Colombia, las personas podrán retomar sus vidas y trabajos, sin tener que preocuparse por el terrorismo. El acuerdo será positivo para el sector manufacturero, los inversionistas y los comerciantes, debido a que creará un ambiente más atractivo y seguro para los negocios. Éste podría estimular el crecimiento económico, que está bien en el 2.5%, pero lejos del que había cinco años antes con el auge de las materias primas.

En segundo lugar, Brasil parece haber tocado fondo, pero puede volver a subir. La nación pasó de un periodo de altas tasas de crecimiento (llegando al 6-7%) a una drástica recesión: se espera que este año decrezca un 3,8%.

En el ámbito social, el crecimiento de la clase media se frenó y comenzó a retroceder, lo que hizo que las personas tomaran las calles para mostrar su descontento. Mientras el destino de Rouseff permanece incierto, los inversionistas parecen tener fe en que lo peor ya ha terminado. Desde que el vicepresidente Tamer asumió temporalmente la presidencia, el mercado de valores se ha recuperado y ha aumentado la confianza en los negocios. Las funciones públicas financieras y económicas están ahora en manos de hombres de negocios con experiencia previa y de economistas, incluyendo el presidente del Banco Central, Ilan Goldfajn, el anterior jefe economista de Itaú, y el Ministro de Finanzas (Meirelles). El FMI ya preveía que la recesión culminará en el 2017, antes de que el nuevo gobierno empiece a ejercer.

Por otro lado, Argentina y Cuba reingresan a la economía global, después de décadas de aislamiento. Cuba ha restaurado sus relaciones diplomáticas con su enemigo de siempre: EE.UU. Esto podría indicar el comienzo de un proceso en el ámbito económico. En años futuros, probablemente EE.UU. levante sus políticas estrictas de viaje y permita más turismo e inversión en Cuba. Esto por su parte, estimulará el crecimiento de Cuba, que durante mucho tiempo ha tratado de proporcionar salud y educación para todos, mientras restringía las libertades económicas. El sector privado y las cooperativas representan tan sólo un cuarto del PIB, y menos en términos de empleo.

Argentina también está realizando continuas reformas y estabilizando sus relaciones con EE.UU. Mientras la batalla legal por sus deudas aún sigue en pie, el nuevo gobierno de Macri ha acabado con el aislamiento político del país. Es el primer presidente no peronista tras 14 años.

Finalmente, el país que causa más preocupación es Venezuela, al borde del colapso económico. En el núcleo del problema está el petróleo, el cual representa la mayor parte de sus exportaciones y una parte considerable del PIB. Los bajos precios significan que los ingresos en dólares del “oro negro” son insuficientes para cubrir las necesidades básicas de la nación. Como consecuencia, el gobierno presenta un gran déficit presupuestario, una inflación rampante, y tiene escasez de productos básicos importados (ya que las continuas expropiaciones ahuyentaron hace tiempo a los inversionistas). En cuatro años, el bolívar se ha depreciado un 95%. Además, el país también tiene una de las tasas de homicidios más altas del mundo, escasez de electricidad y desorden político.

La oposición ganó las elecciones parlamentarias del año pasado y está buscando destituir a Maduro mediante referéndum. Pero esa revocación, si ocurre, no podrá ser hasta 2017. Si hay algo que mantiene la esperanza de Venezuela por un futuro mejor, debe ser que las cosas no tienen cómo ponerse peor a como han estado en 2016.

Todos estos cambios podrían llevar al crecimiento de la región. Si las razones explicadas previamente se convierten en realidad, América Latina podrá salir del peor rendimiento económico desde la crisis de la deuda en 1982-1983.