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Un análisis del proceso de paz, para los que no son ni santistas ni uribistas

La polarización está tan marcada entre uribistas y santistas que ya ni siquiera podemos hacer un análisis frío y sin apasionamientos de lo que está sucediendo. Mi aporte para aquellos que desean evaluar otro tipo de criterios.

Gonzalo Gómez Betancourt
13 de julio de 2016

No es tarea fácil hacer una evaluación del proceso de paz para después asistir a las urnas y votar en el plebiscito a favor o en contra del trabajo realizado en la Habana. Tal vez cualquier análisis debe estar enmarcado dentro de un objetivo, ya que teniendo el fin en la mente podremos hacer mejor uso de nuestra libertad para tomar una decisiòn.

A mi juicio el objetivo para todos los colombianos es “Tener un país en paz y sin corrupción, donde existan oportunidades de desarrollo para todos y que en nuestras diferencias de criterio prime la democracia, con el respeto y la justicia que todos lo seres humanos merecemos así como con los demás recursos del país en su fauna y flora.”

Evidentemente la polarización está dada por el siguiente argumento: Todos queremos la paz, sin embargo los uribistas siempre responden ¿a qué costo?, los argumentos para este grupo de colombianos es claro y respetable, ellos dicen: El gobierno Santos entró a la mesa de negociación con las Farc sentándose en la mesa de igual a igual cuando en su criterio esta guerrilla estaba debilitada y por lo tanto se debería haber tenído un mayor poder de negociación y no haber dado tantas “prevendas anticonstitucionales”. Entre las más importantes están: a) La jurisdicción especial de paz (JEP) generará una impunidad de los delitos atroces, el Estado renunciaría al ejercicio de sus atribuciones judiciales y disciplinarias porque no podrá nunca revisar las decisiones de la justicia especializada, b) El narcotráfico como delito conexo, c) la participación de las Farc en política, d) El plesbiscito como mecanismo de refrendación con un umbral amañado y una pregunta inadmisible: si se quiere la paz o no.

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El gobierno Santos y muchos de sus seguidores, tienen los siguientes argumentos para defender su posición también respetable:  a) JEP es una adición transitoria y transicional al articulado de la constitución, casi todos los acuerdos de paz en el mundo han terminado de esa manera con tribunales especiales. En este punto lo inédito es que se acordó entre las partes, lo que implica sanciones efectivas para los más graves crimines, es realmente la forma de acabar con el conflicto.

Además la paz se alcanza al no dejar la puerta abierta para que a alguien en algún momento le abran una nueva causa, ya sea guerrillero, militar o un particular, es el caso de la cosa juzgada universal, además las JEP fueron creadas apelando a las fuentes de derecho penal internacional humanitario, y por eso se crea la posibilidad de revisión de las sentencias.

Así mismo, el tribunal puede dar sus reglamentos, pero las normas sustanciales tienen que ser aprobadas por el congreso y refrendadas por los colombianos. b) la JEP aplicará la ley de amnistía, con los criterios incluyentes y excluyentes. Los incluyentes son todos aquellos actos que favorezcan la rebelión pero también dice claramente que el delito común no es amnistiable.

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El narcotráfico es un delito común, sin embargo algunos de los elementos o eslabones de este delito podrían haber estado en pro de la rebelión. En la JEP no se ha dicho que el narcotráfico es delito político, no es cierto, los criterios incluyentes y excluyentes los resolverá con una ley el congreso; c) Parte del acuerdo de paz para que no continúe el conflicto es que los integrantes de las FARC en vez de empuñar un arma busquen hacerlo de manera democrática, parece obvio después de haber recibido sus penas por JEP que puedan participar. Aún no se ha acordado ninguna forma de participación concreta en el congreso; d) Sobre el umbral una discusión abstracta y aritmética, el 25% de la participación es equivalente al 13% de voto positivo, lo más importante es que la gente podrá votar y tomar su decisión, la refrendación no era necesaria pero lo preferimos así, eso es lo correcto. Además la pregunta no será como dice la oposición "¿Quiere la paz o no?", nosotros no insultamos la inteligencia de los compatriotas.

Argumentaciones para un lado y para el otro parecen tener sus razones. En mi concepto lo más grave que ha dicho el Dr. Uribe a quien admiro y respeto mucho es que él tiene pruebas de que el país está asumiendo la misma posición de Venezuela antes que entrara el chavismo y lo dice abiertamente y la gente se lo cree. Rumores que también han crecido porque la información sobre todo lo que ocurre en La Habana tampoco ha sido bien manejada por el Gobierno. Lo cierto es que Santos y Uribe tienen posiciones antagónicas frente al proceso de paz y por tanto irreconciliables. Para el ex presidente ningún miembro de las Farc con delitos de lesa humanidad podrá hacer política, todo el dinero del narcotráfico debe ser recuperado y entregado a las víctimas y todos los guerrilleros de las Farc deben pagar cárcel, ser juzgados por la justicia ordinaria y condenados. Para Santos el narcotráfico es un delito conexo y ha sido claro en decir que prefiere ceder en algunos puntos y negociar que seguir en guerra.

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Para los demás compatriotas que no hacemos parte de esta incansable guerra de palabras y argumentos, claramente la pregunta no es si "¿Quiere la paz o no?", usted podrá votar y decir: sí o no a los acuerdos de la Habana. Yo si voy a votar por el sí por mi objetivo, siendo consciente de que no es la paz, es la reducción de la guerra. Pero por algo se empieza y hay que hacerlo. Se que nos va a costar, pero también tengo la tranquilidad de que pueden haber más recursos y que se va a poder estimular el crecimiento económico. Vendrán problemas graves por resolver con el proceso con el ELN, EPL también saber si los empresarios están preparados para recibir a los miles de guerrilleros desmovilizados. Creo que nos llegó la hora a la sociedad civil de buscar ayudar en este proceso que aunque no parece ser el perfecto, sí es el fáctible tras cuatro años de negociación. Sé que hay muchas empresarios que sí están de acuerdo en buscar soluciones al postconflicto, eso sí es hacer país.