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América Latina, de víctima a beneficiado

La pregunta más frecuente en las mesas de inversión en Tokio, Nueva York, Londres, Sao Paulo, y el resto del mundo, es ¿dónde debemos invertir el dinero en un escenario tan complicado como el actual?

Manuel Restrepo
23 de mayo de 2016

Observamos estancamiento económico en países desarrollados, recesión severa en los países con gran potencial como Brasil, además de una inestabilidad en política fiscal y monetaria global que suman a la incertidumbre de un mundo cada vez más endeudado.

Varios economistas empiezan a considerar que el mundo está entrando en un proceso de “estancamiento secular”, conocido como un periodo prolongado de debilidad económica y baja inflación. Si analizamos los años posteriores a la crisis financiera del 2008, es claro observar que dicho concepto no está lejos de ser una realidad, ya que después de semejante recesión a nivel global, hemos observado un crecimiento anémico particularmente en los países desarrollados, y un escenario próximo a deflación.

Las perspectivas no son muy favorables, se proyecta que el crecimiento global en 2016 será de 3%, el menor crecimiento desde la crisis, teniendo en cuenta que es un crecimiento impulsado por un gran esfuerzo de estímulos monetarios que sostienen artificialmente a la economía. Asimismo observamos que los pocos países donde hay crecimiento es en los conocidos “mercados emergentes”, los cuales han sido víctimas de la caída en los precios de las materias primas (commodities) como consecuencia de la desaceleración económica en China, además de su inestabilidad en sus respectivas instituciones.

Desde esta óptica, veo que hasta para los inversionistas más sofisticados es sumamente complicado generar una estrategia de inversión con rendimientos interesantes. Por un lado, una región sin crecimiento implica empresas sin mayores ingresos o utilidades, y por ende, menor expectativa de apreciación en sus acciones o bonos, lo cual es precisamente el caso de los países desarrollados. En contraste, la volatilidad de los países emergentes, entre los cuales se cuenta América Latina, preocupa a los inversionistas sobre la posibilidad de pérdidas en caso que la reciente recuperación de los commodities sea cuestión temporal.

Los grandes problemas implican grandes oportunidades

Recordemos que un gestor de portafolios hábil sabe que los mercados financieros no sólo se mueven de acuerdo a los factores fundamentales, es decir de acuerdo a la coyuntura macroeconómica y microeconómica de una región, país o compañías, sino también de acuerdo a factores de psicología de mercados y acción de mercados. En este sentido, creo que las grandes oportunidades de inversión para los próximos años dependerán más de la “desesperación canibalista” de retornos que por las teorías fundamentalistas. En otras palabras, dado el escenario complejo en el que nos encontramos para encontrar rendimientos, los flujos de capitales per se definirán las oportunidades de inversión.

Un ejemplo es lo que hemos visto en 2016 en los mercados globales, tanto en el mercado de acciones como bonos. Los bonos de Alemania de 10 años tienen un retorno de 0,12%, los de Japón -0,11%, Estados Unidos 1,70%. En contraste Brasil 12,25%, Colombia 8%, México 5,93%. Asimismo, en el mercado de acciones los retornos totales en 2016 (en dólares americanos) de Estados Unidos, Japón y Alemania han sido 2,5%, -1,61% y %. 1,04%. En contraste, los retornos de Brasil, Colombia y México han sido de 41.9%, 29.7% y 3,75% respectivamente.

¿Por qué sucede esto? Porque la sed de los grandes flujos de inversión prefieren parquear su dinero en activos que generen algo de rendimientos independiente de la inestabilidad política de los países, o de la volatilidad de estos activos, en vez de invertirlos en los países de “estancamiento secular”. La buena noticia es que en dicho escenario, América Latina pasa de ser de víctima a beneficiado.