CAMILO DÍAZ

Alivio para los deudores ¡Buena noticia!

Con la expedición de la circular 026 de 2017 la Superintendencia Financiera lanza un alivio y crea alternativas para los deudores, permitiendo que se ajusten al ciclo económico.

Camilo Díaz, Camilo Díaz
7 de octubre de 2017

La coyuntura económica ha provocado que los ingresos de muchas empresas, especialmente pymes y personas naturales, se hayan contraído al igual que lo ha hecho el ritmo de crecimiento. Por esa razón varias empresas y personas han empezado a incumplir el pago de sus obligaciones financieras, lo que se ha visto reflejado en el crecimiento de la cartera en mora, particularmente de tarjeta de crédito y consumo, y un poco menos en el microcrédito.

Que un deudor se ponga en mora, no significa que sea insolvente para atender sus obligaciones, con la desaceleración de la economía lo que ha pasado es que las empresas siguen generando caja, pero en menores proporciones que antes, lo mismo pasa con las personas naturales, de quienes sus ingresos se afectaron por cuenta del aumento del IVA al 19%, menores salarios reales y, en el caso de los independientes, menos ingresos por honorarios y servicios.

Ambas situaciones no significan incapacidad total para pagar, significa es que en muchos casos la caja generada, o el ingreso disponible, es insuficiente para atender los pagos e intereses bajo las condiciones actuales, que fueron pactadas cuando la economía tenía otras perspectivas y los negocios e ingresos también.

La mencionada circular 026 de la Superfinanciera, es una muy buena noticia y llega en hora buena para los usuarios del sistema financiero y para las instituciones financieras.

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Para los usuarios del sistema con obligaciones pendientes y que estén presentando dificultades para afrontar el pago o ya se encuentren en mora inferior a 90 días, les da la posibilidad de que se acerquen a su entidad financiera y renegocien las condiciones de cada obligación por una única vez. Esas condiciones incluyen el plazo, los intereses, y la forma de amortización (mensual, trimestral, semestral). El objetivo es permitir que las empresas y personas puedan ajustar el pago de intereses y amortización de sus obligaciones al nuevo ciclo que está teniendo la economía, sin que se afecte su calificación de riesgo y acceso al financiamiento.

Otras ventajas, es que la renegociación de las obligaciones no implica un cambio en la calificación de riesgo en las centrales y las nuevas condiciones que se definan no serán consideradas como una reestructuración, entonces ajustar las obligaciones al ciclo de los negocios o ingresos, no conlleva una disminución o efecto negativo en el perfil de riesgo de los clientes, se trata de ajustarse a la nueva realidad de la economía.

Las entidades financieras también se benefician con esta nueva regulación. Por una parte, la Superintendencia les permite tener mayor flexibilidad en la administración del riesgo de crédito de las obligaciones que ya estén en mora, siempre y cuando sea menor a 90 días, si hacen un arreglo adecuado con los clientes que estén en esa situación, evitarán tener que generar provisiones sobre sus activos, que en la práctica significa aumento del gasto y contracción de las utilidades. Por ejemplo, en el caso de la cartera de tarjeta de crédito, (donde más ha crecido la morosidad) si se presenta una mora mayor a 60 días la entidad tiene que generar una provisión del ciento por ciento del saldo a capital, lo que significa un gasto y disminución en el valor de los activos. Sin embargo, bajo la nueva circular puede renegociar las condiciones con ese deudor para que se ponga al día y de esa manera desmontar la provisión, eso disminuye el gasto, recupera el valor de los activos, y efectivamente incrementa la rentabilidad sobre esa obligación.

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Por otra parte, permite a las instituciones financieras conservar sus clientes con buena calificación, impidiendo que aquellos con buena historia de pago pierdan su calificación y las instituciones se vean limitadas a la colocación de cartera en un segmento limitado de clientes. Además, les da la ventaja de mitigar los efectos de la desaceleración en su negocio evitando que tengan que ajustar sus índices de liquidez y solvencia, con los efectos negativos en la rentabilidad. Y lo mejor de todo disminuir las odiosas bajas de saldo que hay que hacer cuando un crédito se siniestra y se termina arreglando con el deudor por una fracción del capital después de haber cargado la provisión por mucho tiempo.