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¡Alerta! Tienes un carismático jefe aniquilador

Tener un jefe que brille por fuera de la empresa y sea un referente de la industria, serviría, si ese mismo encanto resalta dentro de la organización.

Maria Gabriela García
28 de febrero de 2017

Es un día como todos los que pasan en la empresa, con mil temas por resolver y pendientes que se renuevan día a día. El gran líder de la organización que lleva más de 10 años en el cargo es invitado a un foro donde va a hablar de temas de la industria muy relevantes para el entono y el país, así que llama a su equipo directo y los pone a hacer una presentación de hoy para antier en la cual refleje el gran modelo de servicios que tienen en la empresa, así como los resultados de su gestión.

Una vez define lo que desea reseñar en su exitosa presentación, su equipo sale corriendo a hacerla y quedan en reunirse al final de la tarde, tipo 5 y 30 p.m. El equipo cumple la cita, pero debe esperar más de una hora para encontrarse con el jefe porque al líder se le complicó la agenda, aunque todos saben que le gusta que lo esperen un poco, para darse un cierto aire de importancia.

Comienza la revisión, su expresión no verbal de inconformidad hace que el equipo se estrese, empiezan a cometer errores, se genera un ambiente tenso y al final, se hacen varias correcciones y terminan la jornada pasadas las 11 de la noche, tras revisar cifras y ajustar todo para que quede como el líder la pidió.

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¡No es ficción! Este tipo de jefes aún existe en las organizaciones y se les sigue reconociendo con premios por su gestión en los resultados ¿Cómo identificarlos? Reconozcamos algunas características comunes:

1. Brillan por fuera: Es decir que se comportan como el viejo refrán “Claridad hacia la calle oscuridad para la casa”, pero en este caso la oscuridad es para la empresa y su equipo lo considera un súper político, que pareciera tener doble personalidad.

2. Les gusta que los adulen, son vanidosos: Entonces están rodeados de personas en el equipo que son de una condición inferior a la de él o ella (entiéndase por la universidad, procedencia, colegio, etc.) a las que les ha dado la oportunidad de estar allí y ser miembro del prestigioso equipo de gerencia y toda la vida le estarán agradecidos por dejarlos llegar hasta ahí, así que lo adulan y lo endulzan varias veces con discursos de esos que conocemos como “lagartos” o “lambones”.

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3. Generan alta rotación: Más del 65% de su equipo rota. Se despiden de manera política y se van, con ganas de hacer una pequeña maldad que no pasa de la imaginación y de las conversaciones que se tienen constantemente del ambiente y ante todo esto, parece que nadie se da cuenta afuera de la empresa o se hacen los de la vista gorda, especialmente el administrativo que maneja  recursos humanos, al cual le tiembla la mano para darle una retroalimentación que agregue valor.

4. Propician un ambiente pesado: Las personas permanente se quejan de lo que pasa, se sienten cansadas y se mantienen buscando oportunidades laborales, esperando a que se les dé, para irse cuanto antes.

Cuando hay líderes así en las organizaciones, cabe la siguiente reflexión: ¿qué podemos hacer para detener un jefe de esta naturaleza? Unirse como equipo, evidenciar los casos, acudir a un ente superior, o lo más político para no afectar la imagen propia y salir bien, o como dicen “con las puertas abiertas”  para buscar otro empleo.

La respuesta es compleja, desde luego lo ideal es retroalimentar al jefe y lograr que su brillo también llegue a la empresa. No obstante, la unión del equipo, el análisis, el tacto con el que se plantee el tema y sobre todo la capacidad de él para escuchar serán definitivos en conseguir un diálogo constructivo y no empeorar la situación y fortalecer a este jefe aniquilador que ya sabrá que su equipo no cree en él.

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