ADRIANA MOLANO

Ahogados en el 0.5

En 2020 se estima que cada uno de nosotros producirá 1.7 megabytes de datos por segundo. Si ahora nos sobrepasa la información, ¿qué nos hace pensar que realmente capitalizaremos el negocio del big data?

Adriana Molano, Adriana Molano
4 de mayo de 2018

Si su compañía entiende el valor de los datos, los tiene clasificados, se gestionan y su análisis da guía al negocio, despreocúpese por lo que sigue; si por el contrario, no ha logrado entender que Spotify procesa información de las preferencias musicales por regiones y vende esta información a los artistas para que determinen las ciudades en sus próximas giras, o – peor aún –, le parecieron pertinentes las preguntas que le formularon a Mark Zuckerberg en medio de la investigación sobre la relación entre Facebook y Cambridge Analítica, no solo preocúpese sino que empiece a pensar en nuevas opciones de retiro porque sus decisiones podrían dejarlo fuera del contexto global.

La semana pasada se celebró en Bogotá el III Encuentro Mundial de Big Data e Inteligencia Artificial, presentando un panorama tan amplio en las posibilidades de uso de los cúmulos de información, que resulta preocupante para las organizaciones.

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Se dice que para 2020, los datos que reuniremos en conjunto alcanzarán los 44 zettabytes (44 billones de gigabytes). En la actualidad, producimos 4.4 zettabytes y los analistas señalan que estamos aprovechando – a duras penas –, un 0.5 del total de esta información. Nos ahogamos en un lago que ni siquiera alcanzamos a dimensionar.

En Colombia el sector financiero tiene la mayor inversión en temas de big data y analítica, pero todavía falta para que las operaciones de bolsa sean ejecutadas por inteligencias artificiales completamente autónomas.

Los futuros que proyectaba la ciencia ficción se hacen realidad ante nuestros ojos y pese a las advertencias, muchas organizaciones siguen adormecidas ante un brillante espectro de posibilidades, que por desconocimiento o temores presupuestales, sienten lejano o inaccesible.

Aunque el proceso algorítmico por el cual se filtra y procesa la data es complejo, la verdad es que de cara al usuario la experiencia es cada vez más sencilla. Estamos en la era de las ‘Plataformas como Servicio’ y usted no debe preocuparse por contratar una cuadrilla de científicos de datos que minen su información, para eso están los buenos aliados que se encuentran por montón en el mercado… El reto está va por otro camino.

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Las tecnologías de clasificación y análisis de información, e incluso las más sofisticadas que usan esos datos para entrenar a inteligencias artificiales, dependen de algunas respuestas que solo los humanos al frente de una compañía pueden resolver: ¿qué datos tenemos?, ¿dónde están esos datos?, ¿quién rige sobre esos datos al interior de mi organización?, y principalmente ¿qué quiero que me digan esos datos?

Cuatro sencillas preguntas que no lo harán tan feliz cuando intente resolverlas. Para empezar, tiene claro cuántas y de qué tipo son las bases de datos que ha recopilado en su empresa o en su área de trabajo. Las primeras que se vienen a la cabeza son los listados de clientes, pero también debe considerar las que genera el CRM, los sistemas de logística e inventarios, los flujos de caja y mil otras fuentes que puedan interconectarse con esos mismos clientes. Ahora siga el ejercicio con los proveedores y, al final, proyéctelas para todos los stakeholders de su interés.

Tenga claro que además de sus datos propios, existen bases de información libres que pueden brindarle mejores correlaciones. El open data, o datos abiertos, representa un significativo porcentaje de la información disponible y no aprovechada. De Colombia se agregan poco a poco nuevas fuentes al banco de Datos Abiertos del país, pero el usarlas astutamente podría ser la llave a conquistar mercados específicos en el territorio nacional.

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Pensemos ahora sobre quién es el ‘dueño’ de los datos internamente. Se dice que la data es el nuevo oro de las compañías, ¿eso querría decir entonces que son las áreas administrativas o financieras las que deben administrarlos?; visto así, suena más a que TI debería ser el garante, ¿pero se tomarán las decisiones de negocio desde las mesas de infraestructura?; entonces será que es la gerencia general quién debe estar al frente de la gestión de la data, ¿y qué pasará cuando se necesite tomar acciones sobre la capacidad del datacenter o su seguridad? Figuras como el CIO (Chief Information Officer), el CDO (Chief Data Officer), o incluso el científico de datos, ganan protagonismo desde este frente.

Pero la pregunta millonaria – literalmente lo es –, es la del para qué de los datos. Como suele suceder con todas las posibilidades que abre la tecnología, el para qué marca el futuro de las organizaciones y del mundo que se moldea a partir de los espacios que éstas van abriendo.

“Para vender más” sería la respuesta más obvia, pero desafortunadamente el mundo no es tan sencillo y la programación de las interrelaciones entre datos requiere un poco más de complejidad. Identificar necesidades específicas de los clientes, conocer su momento cero de compra, entender si la facturación aumenta los días de lluvia o saber si los hombres de 43 años resultan ser el cliente ideal, son algunas de las posibilidades, cuyas respuestas llevarán a las distintas áreas del negocio a tomar las decisiones que sean pertinentes y así, en últimas, vender más.

Al final, la data está ahí, aumentando sin cesar, esperando por ser utilizada y bien valorada; entonces nuestro desafío es entender su crecimiento exponencial y su potencial para no ahogarnos en una ínfima gota del amplio lago que nos seguirá consumiendo.