MARIA ALEJANDRA GONZALEZ-PEREZ

¡A dormir!

La mayoría de las personas no están durmiendo lo suficiente y eso está afectando la productividad de las empresas, la salud pública y el bienestar de la gente. Un número óptimo de horas para dormir puede aumentar la energía, la concentración, la creatividad, la productividad, la salud y el estado de ánimo

Maria Alejandra Gonzalez-Perez, Maria Alejandra Gonzalez-Perez
26 de noviembre de 2017

Se ha determinado que la falta de sueño es un factor causante de accidentes. De hecho, se estima que el 20% de los accidentes de tráfico están asociados con la privación del sueño. Incluso grandes tragedias de responsabilidad humana como el accidente de la central nuclear de Three Mile Island en los Estados Unidos en 1979; el accidente del explorador espacial Challenger en 1986; el accidente nuclear en Chernóbil en el mismo año; y el derrame de petróleo del Exxon Valdez en 1989, se asocian parcialmente al déficit de sueño de los responsables.

Efectivamente, la insuficiencia en las horas de sueño fue declarada como un problema de salud pública en los Estados Unidos al encontrarse, en un estudio publicado en el año 2016, que el dormir poco le están costando anualmente a ese país US$411 mil millones y se están perdiendo 1,2 millones de días laborales por año. También en Australia el déficit de sueño crónico está costando anualmente una pérdida millonaria, $36 mil millones de dólares australianos.

El estilo de vida 24/7, los cambios de horario y el jet lag de los viajes a distancias remotas, la integración del mundo físico y digital en las diferentes esferas personales, laborales y sociales, los estilos de vida como el de Donald Trump quien dice que solo necesita tres o cuatro horas de sueño cada día, y la frecuente citación de la frase “el dinero nunca duerme”, del personaje Gordon Gekko de la película “Wall Street” dirigida por Oliver Stone, contribuyen a que se esté durmiendo menos de lo debido.

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Según la Academia Americana del Sueño, más de una tercera parte de la población duerme menos de lo requerido, ya que los humanos adultos necesitan dormir por lo menos 7 horas cada noche. En una investigación del Hult Business School se encontró que entre más alto es el nivel de responsabilidad en las organizaciones, menos tiempo se dedica al sueño. Identificaron, por ejemplo, que mientras un CEO duerme en promedio 6 horas y 15 minutos, una persona del promedio duerme 7 horas y 50 minutos.

La mayoría de los organismos vivientes tienen capacidad fisiológica de anticiparse y adaptarse a las fluctuaciones de luz y temperatura en el día. Esto se conoce como el ritmo circadiano. El premio Nobel 2017 en medicina o fisiología fue otorgado a Jeffrey C. Hall, Michael Rosbash y Michael W. Young por sus estudios sobre el ritmo circadiano y sus descubrimientos sobre los mecanismos de sincronización del reloj biológico de las plantas, animales y humanos con las revoluciones del planeta Tierra. Usando moscas de las frutas (drosophila melanogaster) lograron separar un gen que controla el ritmo normal biológico diario, demostrando que este gen contiene una proteína (PER) que se acumula en las células durante el día y luego se degrada en la noche.

Ya en 1729, el astrónomo francés Jean-Jacques d’Ortous de Mairan había demostrado con experimentos que las plantas mimosas abren sus hojas en el día y las cierran en la noche, incluso si se encuentran en espacios totalmente oscuros. Esta observación llevó a la conclusión de que las plantas no reaccionan a la luz o a la noche, sino al ciclo de día-noche (circadiano).

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Las consecuencias del déficit de sueño se reflejan en menor concentración y disminución de capacidades creativas, menos motivación para aprender y dificultad para competir laboralmente. La acumulación de falta de sueño tiene efectos negativos en la salud. Unas de las afectaciones físicas más comunes asociadas a la falta de sueño son la disminución de la capacidad del sistema inmune, depresión, obesidad, enfermedades cardiacas y respiratorias, artritis y diabetes.

El cansancio físico asociado a la falta de sueño afecta de manera profunda el estado de ánimo, las emociones y el bienestar psicológico. Altos niveles de estrés, ansiedad, falta de optimismo en el futuro y la sensación de frustración son comúnmente asociados con la falta de sueño. Falta de memoria, manías, alucinaciones e ideas paranoicas son algunos de los efectos que se asocian a la carencia de tiempo para dormir, que ciertamente tiene efectos negativos en el rendimiento laboral y las interacciones sociales.

Adicionalmente a los impactos físicos, afectivos y emocionales, el déficit de sueño puede afectar las habilidades cognitivas como la percepción, la velocidad de reacción y la toma de decisiones.

En TED hay varias conferencias dedicadas al valor del sueño. Por ejemplo, Arianna Huffington, co-fundadora de The Huffington Post, en su charla de diciembre 2010 argumenta que durmiendo se pueden liberar muchas ideas que están latentes en nosotros, y que el sueño nos conecta con la alegría, la gratitud y la eficacia en nuestras vidas. El neuro-científico Jeff Illiff, en septiembre 2014, presentó cómo el cerebro requiere del sueño para restaurarse. Illiff explica que su grupo de investigación encontró que el líquido cefalorraquídeo, el cual llena el espacio que rodea el celebro y se encarga entre muchas otras cosas de gestionar los desperdicios de la actividad cerebral que se ubican en los espacios intercelulares, circula principalmente cuando se duerme, ya que mientras se está despierto la eliminación de los desechos es mínima o ausente. En junio 2013, el neuro-científico Russell Foster de la Universidad de Oxford explica las razones por las cuales dormimos. Para Foster, el sueño tiene principalmente tres funciones (i) restauración, (ii) conservación energética, y, sobre todo, (iii) consolidación de la memoria y aumento de la creatividad.

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