MARIO VALENCIA

A años luz de la educación

El trabajo más respetado en Finlandia es ser profesor. Casi todos los profesores tienen que tener maestría y solo los mejores pueden optar por esta profesión.

Mario Valencia, Mario Valencia
27 de agosto de 2018

El afamado escritor Yuval Noah Harari escribió, con relación al círculo mágico de la economía moderna, que el progreso está íntimamente ligado con la financiación de “un buen sistema educativo”, “promover una floreciente industria de alta tecnología” e invertir recursos en la investigación.

Decirlo suena muy fácil, pero hacerlo parece, en el caso colombiano, una misión imposible. En 1994 la Misión de Sabios, con Gabriel García Márquez, Rodolfo Llinás y Manuel Elkin Patarroyo a la cabeza, propusieron poner la educación como pilar fundamental del desarrollo nacional.

Ningún gobierno asumió el reto y cada uno de ellos prefirió apostarle más a la lotería de los recursos naturales, que a la creación de riqueza con valor agregado.

Como resultado, hoy la educación del país es de baja calidad, mal financiada y los recursos que debían dedicarse a la ciencia se volvieron mermelada para los politiqueros.

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En cambio, en estos 24 años la educación de Finlandia, tras afrontar una fuerte recesión entre 1991 y 1993, se convirtió en la mejor de planeta.

Klaus Lüttjohann*, de la Universidad de Ciencias Aplicadas de Helsinki, afirma que en Finlandia solo tienen bosques y cerebros, por lo que su única posibilidad de desarrollo es la educación.

Agrega que el sistema está enfocado en resolver las necesidades educativas de los 15 años siguientes, sobre la base de equidad, inclusión, calidad y gratuidad desde preescolar hasta la universidad.

Toda la educación es gratuita, financiada con impuestos. En la educación temprana, preescolar y básica la jornada dura 4 horas y tienen 15 minutos de tareas al día.

Los niños no compiten entre sí, colaboran, al punto que estudiantes de primero y segundo grado toman clases juntos, para promover la transmisión de conocimiento. El aprendizaje consiste en la combinación de teoría y práctica, en contexto y con aula invertida.

El trabajo más respetado en Finlandia es ser profesor. Casi todos los profesores tienen que tener maestría y solo los mejores pueden optar por esta profesión.

Como consecuencia de la política educativa, Finlandia es el país con la más alta calidad de vida en el mundo, el más feliz, el menos frágil o vulnerable en caer en un conflicto, el segundo mejor país para ser mamá, el tercero con la más baja percepción de corrupción, el tercero más innovador y el primero en Europa en calidad de sus exportaciones.

La riqueza proviene de sus cerebros, no del petróleo, lo que ha permitido crear - en realidad, no en discursos - una cultura de emprendimiento. No es gratuito que el 43% de sus trabajadores tenga educación superior, en comparación al 8% en Colombia.

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Finlandia no se hizo rica para mejorar la educación, sino al revés. El obstáculo más importante a superar en Colombia, para tener un sistema educativo dirigido hacia el progreso, es tener la voluntad política para financiar un sistema de alta calidad y al servicio de la industria de alta tecnología.

Es la única forma de no seguir estando a años luz de las naciones que ya aprendieron a hacerlo.

* Conferencia dictada en el I Encuentro de docentes del CESA 2018.

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