ERICK BEHAR VILLEGAS

Seis tips de emprendimiento con Juan Pablo Socarrás

Inspirar una audiencia no es muy fácil, pero hay historias de vida que lo logran, y más si tienen una dimensión social. Estos tips de Juan Pablo Socarrás, diseñador, empresario y filántropo colombiano, pueden ser muy útiles para todos los que hemos querido emprender proyectos en la vida. Como en todo, no es suficiente leerlos y ya. Se trata de asimilarlos en el día a día.

Erick Behar Villegas, Erick Behar Villegas
19 de noviembre de 2019

En el encuentro de emprendimiento y competitividad que hicimos hace unos días en la Universidad Central, Juan Pablo Socarrás hizo una inspiradora charla que giró alrededor de 18 consejos, nacidos de sus experiencias, frustraciones y logros. No solo tuvo cáncer entre los 7 y 14 años, sino que se encontró con unas tradiciones y mentalidades que frenaban sus sueños. Querían que fuera médico, pero él se negó y se negó: quería las artes, algo visto como una locura en su momento.

Sin embargo, a pesar de todas las vicisitudes, como él mismo lo dice, escogió ser feliz y todos los días se dedica a ello. Hoy es uno de los diseñadores jóvenes más reconocidos de Colombia, con una fundación que ayuda a personas necesitadas. Su historia puede dar un impulso a nuestros propósitos. Aquí les presento 6 de los 18 consejos en su versión compacta.

  • Espíritu emprendedor: aquí empieza todo. Me recuerda al ‘empresario pionero’ de Schumpeter, que, con creatividad e impulso, se inventa cosas distintas para cambiar su vida y entorno. Si uno quiere ser emprendedor, tiene que meterle pasión a las ideas que desarrolla, de lo contrario no será capaz de vencer tantos obstáculos que se presentan. Tener espíritu emprendedor significa buscar oportunidades en donde la gente cree que no las hay, romper esquemas y arriesgarse. Emprender no es agradable en muchos momentos, por eso se requiere de un espíritu optimista y visionario.
  • Observar: el simple hecho de estar pendiente todo el tiempo de lo que pasa, ya sea en lo digital o en lo físico, se vuelve el contexto de lanzamiento de las ideas. Socarrás nos decía que es absurdo pasársela en redes sin observar y pensar en oportunidades. Mirar durante horas el celular “porque sí” es una pérdida de tiempo, cuando se puede pensar en las necesidades que nosotros podemos inventarles a los mercados. Aquí opera la Ley de Say: la oferta forja la demanda. Es cuestión de crear necesidades a partir de la observación.
  • Especialización: no se puede abarcar todo. Uno quisiera hacer esto, lo otro, y esto también, y ojalá aquello. Pero, si uno se dedica a hacer todo sin consolidar nada, no es tan fácil salir adelante. Él se especializó en moda masculina, sobre todo en temas de bodas. Juan Pablo mencionó el caso de una colega suya que se especializó en un solo tipo de prenda, para mujeres de un mercado de nicho. Salió adelante y hoy tiene una fábrica de tres pisos; le cumplió el sueño a su hijo de mandarlo a EE.UU a estudiar, y al comienzo nadie le creía. 

  • Inteligencia Emocional: uno tiene que saber aguantar las frustraciones. Si nos trata mal un comprador o un potencial cliente, quizá soltar todas las emociones no sea lo ideal siempre. En la charla, Juan Pablo nos decía que es normal que a uno le digan que, su producto es “inmundo”, pero no empequeñecerse por esto es precisamente lo que diferencia un emprendedor de verdad, de uno que se rinde. A veces da rabia que lo que le dicen a uno sobre sus proyectos no tenga fundamento; a veces es un tema personal; pero jugar con inteligencia emocional aumenta las probabilidades de triunfar con otros clientes. Uno no puede caer en la tentación de decirle que sí a todo el mundo por mera emoción. Según Socarrás, “es mejor decir que no desde la honestidad, que decir que sí desde la avaricia”. La inteligencia emocional ayuda en el propósito de concentrarse en lo más sensato.

  • Recursividad: “¿Cuánto te producen las cuatro paredes en las que vives?... ¿perdón? ...sí… ¿cuánto te producen?”. Un empresario experimentado le preguntó esto a Juan Pablo. Sucede que, iniciando, aprovechar la vivienda propia antes de lanzarse a abrir oficina puede dar un respiro a un emprendedor. Gastarse todo de manera indiscriminada para parecer todo un empresario puede hundir el proyecto desde un comienzo. Juan Pablo lo entendió e hizo de su casa un show room que en nada se diferencia de una boutique de diseño. Inclusive, tiene aquello que catapultó a Starbucks, entre otras, al éxito de la diferenciación: genera una sensación de comodidad a sus clientes, “como si estuvieran en casa”.
  • Pide Ayuda: no hay nada de qué avergonzarse cuando uno pide ayuda a personas cercanas. Algún amigo sabrá diseñar logos; alguna amiga tendrá un contacto importante para el negocio; algún familiar le podrá dar una receta a uno o darle un espacio para guardar cosas. En el inicio, pedir ayuda, sin querer decir que a uno lo conozcan porque se la pasa pidiendo favores, puede ser clave para la viabilidad de un sueño. De hecho, esto toca en la humildad, una característica básica de una persona que hace empresa. Aquí puede haber una diferencia profunda con personas que siempre han trabajado como empleados, pero, al tener un cargo directivo, se muestran como los dueños de la empresa. Pedir ayuda no está mal. Todos la necesitamos.

En esta columna no hay mucho espacio para una narrativa extensa y profunda. Si están en el mundo del emprendimiento, no necesariamente creando poderosas empresas, sino proyectos sociales o, construyendo metas personales, los pódcasts que hace Juan Pablo pueden servir como guía.