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ADRIANA MOLANO

Ya ni sexo buscamos

¿Me creería si le digo que la palabra ‘sexo’ ha decaído en popularidad digital, pasando de un 75 a un 20 por ciento en los últimos 15 años en Colombia?

Adriana Molano, Adriana Molano
12 de julio de 2019

Si duda de las cifras puede comprobarlo usted mismo a través de Google Trends, el termómetro digital que mide el grado de popularidad en relación con las búsquedas de ciertos términos, filtrable por territorio o un periodo de tiempo específicos.

El tema quedó resonando en mi cabeza desde que un contacto publicó en su Facebook una mención sobre cómo este término había perdido su, aparentemente, bien rankeada reputación por ser un asunto de destacado interés, al menos en nuestras latitudes. 

La gran pregunta que surgió –al igual que apareció comentada en el muro respectivo– es que si no buscamos sexo entonces qué buscamos.

Buscamos como sociedad lo que cabe en un cuadro de diálogo y puede ser respondido en micras de segundo por la gran G –o eso sería lo más sencillo para los analistas de consumo–.

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Cualquiera que esté familiarizado con los principios del marketing podrá decir que para tener campañas exitosas se deben considerar los intereses de la audiencia y, cortesía de lo digital, ahora parece ser más fácil que nunca saber qué es lo que les interesa a las personas -¿o será que nos estamos creyendo el cuento?-.

Google Trends es una de las tantas herramientas digitales que sirven de guía para monitorear cómo un tema evoluciona en digital hasta, justamente, convertirse en tendencia o desaparecer del panorama de consultas.

Nuestro interés por el sexo, o al menos por el término, ha decaído y lo confirman las tendencias. Entonces, si no buscamos ‘sexo’, ¿qué será lo que queremos?

Sin duda alguna estoy siendo reduccionista al pretender que la palabra sexo reúna todas las expectativas de conexión humana que pueden despertar interés para los usuarios digitales; pero justamente por esta misma vía, ¿será que bajo el mismo sesgo nos creemos el cuento de que conocemos a las audiencias por los resultados que arroje un análisis de su comportamiento en línea?

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Entre las hipótesis que se pueden hilar sobre el extraño fenómeno de la caída del ‘sexo’ en las búsquedas podrían estar que, sencillamente no necesitamos buscar ‘sexo’ porque ya sabemos dónde encontrarlo y simplemente tecleamos el nombre de una web sin tener que pasar por el filtro de Google; por la misma vía, que realmente sí funciona el ‘modo incógnito’ y que cada vez más, al buscar ‘sexo’ lo hacemos bajo una máscara digital; que gracias a lo digital descubrimos el fascinante universo de las posibilidades del ‘sexo’, amparados todos bajo el manto de ser anónimos navegantes, y hoy ya no nos basta con ‘sexo’ sino que nos interesan facetas más específicas dentro del mismo tema; o realmente nos dejó de importar tanto el ‘sexo’ y tenemos nuevos intereses que pueden satisfacer nuestros deseos de otras mil maneras posibles – al respecto existe toda una serie de estudios sobre los millennials y su bajo interés por el sexo (no la palabra en digital, sino el de verdad) –.

Detrás de una tendencia digital existen tantos sesgos como en una urna de votación, solo que, ahora más que nunca, los algoritmos aderezan nuestros deseos y nos marcan caminos a seguir.

La idea de que X plataforma nos conoce mejor que nosotros mismos aparece con facilidad cada vez que se trata sobre el tema de privacidad, pero ¿realmente será así? Un ejemplo retórico sencillo sería qué tanto publica o pregunta usted sobre su vida privada, sus sentimientos, sus emociones, sus verdaderos intereses, temores o rechazos en plataformas en línea. 

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¿Qué tanto preguntamos sobre lo que de verdad queremos?, ¿qué tanto le confiamos nuestros más íntimos deseos a la web? Por fortuna, creo que todo aquel que haya superado la adolescencia digital podrá decir que no tanto, cortesía de la madurez que viene con los años y del miedo a las filtraciones en línea que viene de los constantes ataques.

Somos más que lo que buscamos en Google y, gracias a ello, los estudiosos de las audiencias todavía tienen mucho por preguntarnos.

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