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Sobre las reglas de Taylor y la política monetaria

¿Cómo deben los bancos centrales incluir dichos precios en sus reglas de decisión? Un análisis de José Eduardo Gómez G. Ph.D., Profesor Asociado, Escuela Internacional de Ciencias Económicas y Administrativas de la Universidad de La Sabana.

31 de julio de 2019

En una columna anterior, hablaba de la importancia de que los bancos centrales consideren los precios de los activos financieros en el diseño y ejecución de la política monetaria. La pregunta más relevante al respecto es: ¿cómo deben los bancos centrales incluir dichos precios en sus reglas de decisión? La opción más coherente con la forma en que se toman decisiones en los bancos que operan bajo esquemas de inflación objetivo (como en Colombia) consiste en ampliar las reglas de Taylor (1993) con la inclusión de variables financieras.

Esta propuesta, que ha sido planteada por varios estudiosos del tema como Cechetti (Brandeis U), Borio (BIS) y Shin (BIS), tiene dos formas de implementarse. La primera es de manera directa, incluyendo un tercer objetivo dentro de la regla de política monetaria, consistente en la minimización de una brecha financiera. Esta primera opción presenta varias dificultades, entre las que se destacan la definición misma de brecha financiera y la dificultad de responder con un único instrumento de política a diferentes objetivos que pueden no estar perfectamente sincronizados.

La segunda, más factible, consiste en incluir variables financieras dentro de la definición del producto potencial. Al fin de cuentas, este corresponde al máximo nivel sostenible de producto que una economía puede generar dados los recursos con los que cuenta y la productividad de estos (Okun, 1962; Mishkin, 2007) y, como lo mostró con claridad la reciente Crisis Financiera Subprime, la estabilidad financiera es una parte clave de la sostenibilidad económica de largo plazo. En varios episodios de la historia, el surgimiento de grandes desbalances financieros en un ambiente de baja inflación ha llevado a sendas crisis financieras que han generado posteriores pérdidas significativas en términos de producto y bienestar.

De acuerdo con varios estudios, el crecimiento del crédito y los precios de la vivienda son dos variables financieras que recogen de manera sucinta y precisa el estado del ciclo financiero. El cálculo del producto potencial ampliado con variables financieras se conoce como “producto potencial neutral financiero” y la correspondiente brecha (diferencia entre producto potencial y producto realizado) corresponde a la “brecha neutral financiera”.

En un artículo de 2016, junto a mis coautores mostramos que la brecha neutral financiera (utilizando como variables financieras el crecimiento del crédito y los precios de la vivienda) se comporta de manera sustancialmente diferente al tipo de brecha de producto considerada por el Banco de la República. En particular, encontramos que entre 1993 y 1997, la brecha neutral financiera fue sostenidamente más amplia y positiva que la brecha tradicional, indicando que la postura de política monetaria debió ser más apretada si la autoridad monetaria hubiera tenido en cuenta los desbalances financieros que se estaban formando en ese período, y que dieron origen a la crisis financiera de 1998-2000.

Asimismo, entre 1999 y 2003 la brecha neutral financiera se ubicó sostenidamente por debajo de la brecha tradicional, indicando que la postura de política monetaria debió haber sido más laxa que la sugerida por medidas estándar de brecha de producto.

Un resultado interesante es que entre 2004 y 2013 (último año para el cual se realizó el cálculo), la brecha financiera fue marcadamente más positiva que la brecha tradicional, señalando la necesidad de una política monetaria más restrictiva.

Si bien el producto potencial es no observable, lo que dificulta evaluar cuál es la mejor brecha del producto para incorporar en las reglas de política monetaria, episodios como la reciente crisis financiera global sugieren que los bancos centrales deberían tomar más en serio el papel de las variables financieras en la estabilidad macroeconómica y considerar medidas como la brecha neutral financiera para sus decisiones de política monetaria.

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