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Movilidad sostenible a partir de soluciones colaborativas y en comunidad

Para todos los que habitan las grandes ciudades la sensación de desespero, impotencia y estrés que generan los trancones y la dificultad para movilizarse no es algo novedoso ni mucho menos fácil de aceptar y manejar. Un análisis de Leopoldo Romero, presidente de Chevyplan.

5 de agosto de 2019

Tan solo en Bogotá, la velocidad promedio en la ciudad es apenas de 24 kilómetros por hora en cualquier momento del día, esto de acuerdo a la Secretaría Distrital de Movilidad. Lo más complejo de esta situación es que las soluciones no se visualizan a corto plazo. Por eso, en algunas ciudades del mundo buscan alternativas que contribuyan a mejorar el desplazamiento, que en muchos casos están pasando a quedar en manos de la misma comunidad, y en otros, las autoridades están promoviendo iniciativas para incentivar a los ciudadanos al uso de la bicicleta, patinetas o caminar en los trayectos que lo permitan.

Esas medidas, además de evitar el caos vehicular que ya caracteriza a las capitales más pobladas, también tienen como propósito que la gente se vuelva más amigable con el planeta, contamine menos y optimice la utilización de su carro.

En varios países de Europa, por ejemplo, una de las opciones que persiguen una movilidad más sostenible es la plataforma BlaBlaCar, un servicio de vehículo compartido, de origen francés, y que permite que una o varias personas que se dirigen hacia destinos comunes lo hagan en un solo auto, en lugar de que cada uno de ellos vaya en el propio o deba tomar transporte público para sus desplazamientos.

Otra aplicación: Amovens, de origen español, también ofrece viajes compartidos entre ciudades, pero además brinda la posibilidad de que los conductores alquilen sus vehículos cuando no los vayan a utilizar y así ganar un dinero extra.

La idea de figuras como esta, que se presentan como la solución de movilidad del futuro (aunque ya es una realidad en varias ciudades europeas), es que además los pasajeros vayan más cómodos, seguros, gasten menos tiempo, paguen precios accesibles, y para el caso de los conductores que puedan solventar sus gastos con los pagos que recibe por los servicios.

Así mismo resulta beneficioso desde el punto de vista ambiental, si se tiene en cuenta la disminución de emisiones extra de gases y una mayor eficiencia energética en el uso de cada vehículo.

Este tipo de iniciativas, a la larga, lo que muestran es una tendencia enfocada en aprovechar el parque automotor existente, que las personas se movilicen a un mejor costo y con un ahorro importante en tiempo, antes que invitar a que haya “más carros para más personas”. Es aquí donde el concepto de comunidad y de las plataformas colaborativas entran a jugar un papel preponderante.

Sin embargo, y aunque estas ideas se vienen implementando con éxito en distintos lugares en el mundo, pensar en un uso masivo de esta clase de plataformas en Colombia aún es algo complejo, por diversos factores.

Uno de ellos, tal vez el más importante, es el de seguridad. En el país la desconfianza es un elemento común, más que justificado por los altos índices de actos delictivos por lo que nos falta mucho todavía para llegar a compartir un carro con un extraño o ponerlo a disposición de una comunidad mientras no se usa.

No obstante, cada vez la sociedad parece ser más consciente de la necesidad de desarrollar alternativas con mejor impacto ambiental y que generen un mejor entorno de ciudad. Y hacia allá es donde se debe mirar, obviamente en un entorno acompañado de las acciones del Estado y las autoridades competentes para brindarles a estas alternativas las herramientas necesarias para su buen funcionamiento y verdadera adopción por parte de las comunidades.

De hecho, ya existen empresas en el país que están pensando en este tema, en el que se cree en el poder del colectivo y que comparten un propósito en común: hacerse e una solución de movilidad al menor costo posible.

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