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Las plataformas tecnológicas, Uber y el status quo

Los cambios no siempre son fáciles, pero el rol del Estado no debe ser el de proteger el status quo ni a determinadas empresas contra la revolución tecnológica, sino hacer que esta revolución tecnológica revierta sus beneficios para el interés general de los consumidores y de la sociedad en general. Un análisis de Lorenzo Villegas Carrasquilla, socio CMS Colombia.

27 de diciembre de 2019

Los desarrollos tecnológicos siempre han sido un reto para las sociedades y su adopción y adaptación nunca han sido fáciles. Las innovaciones han exigido de los hombres y de la sociedad cambios y enfrentamientos con el status quo. Este proceso muchas veces implica dejar atrás tecnologías, hábitos y prácticas antiguas, y probablemente las industrias tradicionales se ven afectadas. Esto es lo que denomina Schumpeter (1942) la creación destructiva, la innovación como motor del modelo capitalista. 

Este choque entre tecnologías y status quo es lo que vivimos el pasado viernes 20 de diciembre cuando conocimos la decisión de la SIC (Superintendencia de Industria y comercio) en la que el juez considera que Uber comete actos de competencia desleal (desviación de clientela y violación de normas) y le ordena cesar estos actos de manera inmediata y suspender su operación en el país.

Al leer la sentencia, se evidencia claramente la confusión sobre el rol de las plataformas tecnológicas. El juez considera, en la práctica, que Uber está prestando los servicios de transporte público individual de pasajeros. En mi opinión, esta es una aproximación equivocada ya que Uber es una empresa de tecnología y no una empresa que presta servicios de transporte. 

En este sentido, Uber es una aplicación tecnológica que conecta a pasajeros con transportadores. También, permite a través del GPS, controlar el recorrido, hacer un seguimiento y cobrarlo al pasajero a través de su celular. Así, Uber viene a suplir, entre otros, los servicios de solicitud de taxi a los que accedíamos mediante teléfono, al taxímetro, a las tarjetas de taxi y al dinero en efectivo, aportando eficiencia, seguridad, transparencia y comodidad. En este caso, se puede decir que la tecnología, viene a mejorar lo tradicional y a darnos nuevas alternativas que mejoran la calidad de vida de los colombianos. 

Por tal motivo, el rol del Estado y del derecho debe ser el de promover los desarrollos tecnológicos y no restringirlos, especialmente cuando genera beneficios a los consumidores. En esa medida, el modelo tradicional de regulación en el que el Estado impone una barrera de entrada al exigir una habilitación por parte del Estado (por ejemplo, una licencia o un título habilitante), con el fin de proteger el status quo, es inapropiado y puede implicar un impedimento para el desarrollo de modelos de negocios de contenidos en el país.

Hoy en día, de acuerdo con nuestra legislación, las aplicaciones tecnológicas como Uber, no necesitan ningún tipo de licencia para poder operar, ya que su actividad al no ser un servicio público se encuentra desregulada. No es lo mismo prestar servicios de transporte que requieren habilitación por parte del Ministerio de Transporte, de conformidad con la Ley 105, que prestar servicios de contenidos y aplicaciones (plataforma virtual). 

Estos servicios, los contenidos y aplicaciones, pertenecen al sector de TIC (Tecnologías de la información y las comunicaciones) y de conformidad con la Ley 1341 de 2009 y el principio constitucional de libertad de empresa, son servicios que no requieren ningún tipo de habilitación para poder ser prestados. En ese sentido, para desarrollar aplicaciones y contenidos y ponerlos a disposición del público no se requiere ningún tipo de habilitación (licencia, concesión, autorización, permiso, etc.), independientemente que esta aplicación pueda ser utilizada en el sector de transporte (como Uber), financiero, turismo, salud, telecomunicaciones, etc. 

Es importante destacar que, gracias a la tecnología, las personas pueden acceder a servicios más seguros y de mejor calidad. En el caso de Uber, un servicio que ha mejorado la calidad de vida de muchos colombianos que día a día deben transportarse. 

Por todo lo anterior, es que decisiones como la que está tomando la SIC, implican un precedente muy negativo para la industria de TIC y la economía digital. Por un lado, por ser una decisión que desconoce el funcionamiento técnico de las plataformas tecnológicas y su rol en el ecosistema digital. Por otro lado, por frenar el desarrollo de la innovación y el emprendimiento contrariando lo que se promueve en la política del gobierno con el tema de la economía naranja. 

Finalmente, el difícil rol del Estado no puede ser el de restringir o impedir las aplicaciones tecnológicas que generan progreso sino promoverlas.

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