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Historia de sobornos que tiene en jaque a los poderosos de América Latina

En el derecho internacional moderno, la corrupción es un delito transnacional regulado por el Estatuto de Prácticas Corruptas en el Extranjero de los Estados Unidos (FCPA), la Convención Interamericana contra la Corrupción de 1996, la Convención de Naciones Unidas contra la Delincuencia Organizada Transnacional de 2000, entre otras convenciones internacionales. Un análisis de Juan Carlos Portilla, profesor Derecho Internacional de La Universidad de la Sabana.

27 de agosto de 2019

El caso Odebrecht, de una u otra manera, logró ser descubierto por autoridades de Estados Unidos, Brasil y Suiza por la aplicación del derecho internacional contemporáneo. Odebrecht ha sido considerado por los Estados Unidos como el caso de corrupción internacional más grave en la historia desde la entrada en vigencia (1977) de la Ley FCPA. Analicemos entonces el caso Odebrecht para entender sus causas, modus operandi y lecciones.

Plutarco, filósofo en la época del emperador Claudio, decía que la bebida apaga la sed, la comida el hambre; pero el oro no apaga jamás la avaricia. Odebrecht ilustra la victoria de la avaricia sobre la honestidad. La avaricia, uno de los siete pecados capitales del hombre, fue el eje del mal bajo el cual Odebrecht y sus aliados políticos conspiraron para desfalcar las arcas estatales sin pudor y con sangre, sudor y lágrimas para los contribuyentes en América Latina. Bien expresaba Erich Fromm, autor del libro Hacia Una Sociedad Sana, que la avaricia y la paz se excluyen mutuamente. Odebrecht tiene sus causas en el gobierno de la avaricia, donde el fin justifica los medios.

Odebrecht fue investigada por Estados Unidos bajo la Ley FCPA. Esta permite a Estados Unidos investigar a personas jurídicas extranjeras por actos de corrupción en otras naciones siempre que tales empresas tengan algún vínculo jurídico con Estados Unidos. Odebrecht S.A era una compañía matriz constituida en Brasil. Brasken S.A. era una empresa petroquímica constituida en Brasil y subsidiaria de Odebrecht. Esta controlaba el 50,1% de Brasken. Petrobras S.A., la gigante petrolera brasileña, controlaba el 36,1% de Brasken. Brasken emitía un título valor conocido como ADR (sigla en inglés de American Depositary Receipt) el cual representaba un deposito en un banco estadounidense de acciones de Brasken, que como vimos anteriormente, era una compañía constituida en Brasil (fuera del territorio estadounidense).

Los ADRs que representaban las acciones de Brasken (controlada por Odebrecht) eran negociados en la Bolsa de Valores de Nueva York. Como tal, Brasken tenía la obligación, a la luz de la Ley Federal de Bolsas y Títulos Valores estadounidense de 1934, de realizar reportes ante la Comisión de Valores estadounidense, quien es la autoridad de inspección vigilancia y control sobre el mercado de valores en ese país. Este vínculo jurídico permitió a las autoridades americanas el ejercicio de jurisdicción sobre Odebrecht. De tal suerte, el FBI y el Departamento de Justicia estadounidense iniciaron una investigación penal. 

El Ministerio Público Federal de Brasil y la Oficina del Fiscal General de Suiza, se embarcaron en un proceso de cooperación internacional con Estados Unidos en materia judicial y recolección de pruebas que facilitó la investigación. En diciembre 16 de 2016, Odebrecht se declaró culpable ante una Corte Federal del Distrito Este de New York por haber conspirado para violar las disposiciones anticorrupción de la Ley FCPA. De acuerdo al acuerdo de rebaja de penas firmado por Odebrecht con el Departamento de Justicia estadounidense, Odebrecht acordó pagar a ese país, Brasil y Suiza una multa de al menos US$3,5 billones por haber girado sobornos en diferentes países del planeta entre 2001 y 2016. En América Latina, incluyendo Colombia, los sobornos pagados por Odebrecht alcanzaron la suma de US$725,5 millones. 

Las cifras por país del caso Odebrecht son escandalosas. Por ejemplo, en Colombia Odebrecht pago sobornos por US$11 millones y se calcula que obtuvo ganancias por US$50 millones producto de los sobornos. En Brasil, los sobornos llegaron a US$340 millones con ganancias para Odebrecht de US$1,9 billones. Odebrecht inicia la ejecución de su política corporativa sistemática de pagar sobornos por contratos en el 2001. En el 2006, Odebrecht crea el Departamento de Operaciones Estructuradas. Este tenía como fin pagar sobornos y operaba como una unidad independiente dentro del sistema corporativo Odebrecht. Ellos crearon el sistema Drousys, bajo el cual se efectuaban los pagos totalmente separados de la contabilidad oficial de Odebrecht y por medio del cual se efectuaban las comunicaciones (secretas) utilizando nombres ficticios, correos electrónicos asegurados y contraseñas que permitían la comunicación para el pago de sobornos. 

Odebrecht creó también compañías fantasmas offshore: Smith & Nash Engineering y Golac Projects and Construction Corporation, en las Islas Vírgenes Británicas. Igualmente, crea la corporación Arcadex en Belice, otro paraíso fiscal del Caribe. Utilizando estas compañías fantasmas, Odebrecht abre cuentas bancarias en paraísos fiscales del Caribe. 

Así las cosas, empiezan a enviar transferencias bancarias desde cuentas que habían abierto en varios bancos de Nueva York hacia las cuentas bancarias establecidas en los paraísos fiscales del Caribe a nombre de tales compañías fantasmas. Desde estas cuentas bancarias offshore, las tres compañías fantasmas (Smith & Nash, Golac Projects y Arcadex) enviaban los sobornos a los diferentes servidores públicos y candidaturas presidenciales para que Odebrecht ganara contratos en América Latina, incluyendo Colombia. Los sobornos pasaban por estas cuentas offshore varias veces antes de llegar a su destino final: un servidor público corrupto o una candidatura presidencial infiltrada por la corrupción. Las transferencias bancarias desde Nueva York hacia los paraísos fiscales empezaron a llamar la atención de las autoridades estadounidenses. En un intento de minimizar las sospechas de las autoridades estadounidenses, Odebrecht compró una sucursal en Antigua de un banco de Austria. Sin embargo, la suerte estaba ya marcada para Odebrecht en los estrados judiciales estadounidenses, brasileños y suizos.

Podemos concluir que gracias a la aplicación de procedimientos técnicos de auditoria forense a los movimientos de dinero por parte de Odebrecht, fue posible que unidades de inteligencia financiera de las partes involucradas en la investigación detectaran la comisión de delitos financieros por parte de Odebrecht y que en ultimas revelaron el verdadero rostro de este monstruo continental. También concluimos que los paraísos fiscales siguen siendo el centro de gravedad no solo para la evasión fiscal, sino también para la corrupción y lavado de dinero. Esto debido a que los clientes de los bancos establecidos en paraísos fiscales gozan del secreto bancario (paradójicamente creado en Suiza en 1934). De esa manera, los clientes de estos bancos establecidos en paraísos fiscales y sus transacciones permanecen en el anonimato frente a terceros.

Los miembros de la OEA y demás organizaciones internacionales del Caribe, deben hacer de la cooperación internacional entre las autoridades de supervisión y unidades de inteligencia financiera, una política estatal contra la corrupción y el lavado de dinero, sujeta a un monitoreo permanente por parte de organismos como el Fondo Monetario Internacional. Esta práctica estatal con el tiempo puede adquirir el estatus de una norma consuetudinaria del derecho internacional. Precisamente el Grupo de Acción Financiera (GAFI), fundado por el G8 en 1989, recomienda la cooperación internacional como un mecanismo eficaz contra el lavado de activos. Finalmente, esperamos que las autoridades en Colombia encuentren la verdad de aquellos que compartieron cobijas con Odebrecht. Esta verdad tan esquiva hasta ahora en Colombia es necesaria para construir realmente la paz para los colombianos.

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