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Juan Manuel López Caballero

¿Oposición o incredulidad?

Respecto al inicio del segundo periodo de Juan Manuel Santos hay mucho más escepticismo que verdadera oposición.

9 de agosto de 2014

En algo la polarización nacida del enfrentamiento con el expresidente Uribe ha radicalizado las presentaciones. Por ejemplo, respecto al ‘proceso de paz’: el Gobierno no es lo que llaman el castrochavismo; pero tampoco estamos ante la inminencia de finalizar los diálogos de La Habana, y menos de completar el trámite que culminaría con un ‘tratado de paz’. Lo real es que, aunque se sabe que esa no sería la Paz anhelada, nadie puede desconocer que es una condición sine qua non para salir de un conflicto estéril.

Pero las divergencias de opinión no son tanto por la polarización, sino alrededor de la credibilidad o no credibilidad de la que goza el Presidente.

No hay razón para rechazar las propuestas o deseos del Gobierno (entre otras porque no son más que eso y no programas); donde se dividen las visiones y posiciones es en cuanto a que no bastan las promesas y los anuncios si estos no tienen el sustento que permita creer en ellos. Y lo que muestran los antecedentes del Dr. Santos es justamente que maneja mucho los medios pero poco es lo que se concreta en la realidad. Hoy vemos una frenética multiplicación de proyectos gubernamentales que no parecen coincidir con lo mostrado en el mandato anterior.

Porque en cuanto a políticas, todos respaldamos una reforma a la Salud, y una a la Educación, y una a la Justicia, y otra a la Política; y claro que nadie se opone a la inversión en infraestructura de carreteras; y qué más justo que regalar vivienda a ‘los más pobres entre los pobres’; y bien que se declare prioridad el apoyo al agro. Pero ¿si esto no se cumplió en los cuatro años pasados, por qué va a ser creíble que se atenderá?

¿Qué tan serio o creíble es un plan vial de $44 billones a 15 años cuando, después de haber diferido cualquier inicio durante un cuatrienio –supuestamente por estar realizando los estudios–, hoy se retiran los interesados y, contradiciendo lo antes asegurado, resulta depender de la venta de Isagen (embolatada) y de una nueva reforma tributaria (que además pretenden disfrazarla como simples ‘ajustes’)?

¿Es verosímil la entrega de 100.000 casas gratuitas cada año del nuevo mandato, cuando de igual meta ofrecida hace dos años solo 36.000 han sido traspasadas, y ninguna construida dentro del programa sino compradas a urbanizaciones particulares (ni un empleo creado, y sí utilidad para los urbanizadores)?

Es ideal destinar $5,1 billones al desarrollo agropecuario; magnífico aumentar en $1,5 billones el presupuesto para la educación; perfecto que se incrementen los recursos para la Salud y para Ciencia y Tecnología; y mejor que todo que nuevas leyes les den la relevancia que merecen; Pero lo que desde ya aparece es que en lo económico el ingreso se vuelve insuficiente ante el exceso de promesas.

El pasado muestra más manipulación de imagen que realidades:

Es de aplaudir la Ley de Víctimas y Restitución de Tierras; pero se vuelve uno escéptico (o se molesta) cuando se habla de centenares de miles de millones de pesos en reparaciones, y de centenares de miles de hectáreas entregadas, y esto se contrasta con la realidad de que a través de la ley misma solo han recibido algún beneficio menos de 1% de los reconocidos como víctimas, y en restitución de tierras apenas algo del orden de 40.000 hectáreas (sobre 4’000.000 registradas con ese derecho). O siente uno que intentan enredarlo confundiendo la suma mencionada con lo adjudicado por vía administrativa (máximo $20’000.000 por caso), además sin decir que nunca podría aplicarse eso a las 6’200.000 víctimas registradas.

Es verdad a medias la cantidad de nuevos empleos ‘creados’, puesto que corresponde más a un cambio de metodología de medición (al formalizar el autoempleo y eliminar las cooperativas de trabajo); y es ‘manejo de imagen’ (o manipulación) la reivindicación que se hace de la Ley del Primer Empleo, cuando entre todas las empresas no han inscrito ni siquiera 30.000 casos para obtener los beneficios de ella.

Se divulga que decenas de proyectos benefician a regiones que antes no recibían nada, y que billones de pesos de los fondos creados se han distribuido por la Nueva Ley de Regalías (donde nació el nombre de la ‘mermelada’). Pero no se dice que mientras se aprueban los proyectos el porcentaje mayor de ese recaudo duerme inútil en los bancos privados, quedando en manos de particulares para su uso y beneficio.

¿Hasta dónde promesas y verdades a medias de un mundo virtual pueden llevar a fracasos y frustraciones en el mundo real?

Lo que se cuestiona es si la forma de manejo que llevó al logro de los resultados personales del Dr. Santos funciona cuando se aplica al mundo de las realidades que tiene que cumplir un gobierno. En otras palabras, el temor es que su habilidad mediática y de relaciones es tanta que puede desbordar la capacidad de cualquiera de lograr lo que promete.

 

 

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