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Jorge Gabriel Taboada

De la guerra a la paz

La derrota total de las Farc es la política favorita de muchos, pero, ¿no sería más barata, más rápida y menos cruel una paz negociada?

Dinero
29 de agosto de 2012

La mayoría de los presidentes que ha tenido Colombia durante los últimos 50 años, incluido Santos, le han dado más importancia al manejo responsable de la economía que a ninguna otra cosa.

Fiel a esa tradición colombiana que durante muchos años nos distinguió del resto de Latinoamérica, lo primero que informó Santos al país sobre el nuevo gabinete que conformará para poner en marcha su iniciativa de paz fue que Mauricio Cárdenas reemplazará a Juan Carlos Echeverry en la cartera de Hacienda.

Mediante el rápido anuncio del nombre del nuevo Ministro de Hacienda, el Presidente envió una señal a los mercados sobre la continuidad técnica en el manejo económico del país y dejó en claro que no está dispuesto a negociar la independencia de ese Ministerio con los partidos políticos.

Algunos sospechan que la iniciativa de paz que mencionó Santos para justificar la reciente crisis del gabinete esconde la estrategia electoral que utilizará de cara a los próximos comicios, pero tal vez esa iniciativa se entienda mejor si se le ve simplemente como un acto de responsabilidad fiscal.

De acuerdo con el registro suramericano de gastos de defensa de Unasur, en 2011 obtuvimos una medalla de plata por ser los segundos en la región, después de Ecuador, que más porcentaje del PIB gastan en defensa, con un gasto equivalente a 1,89% del PIB colombiano. También ganamos otra medalla de plata por ser los segundos de la región, después del Brasil, que más gastan en defensa en términos absolutos, con 17% del total, así que no parece que podremos aumentar este gasto mucho más, aun asumiendo que nuestra economía seguirá comportándose bien.

Pero hoy se perciben importantes amenazas para la economía colombiana por la finalización del boom de los comodities, los graves problemas europeos y el encarecimento de la comida, de manera que lo más probable es que en el futuro próximo tendremos que reducir el gasto militar de forma sustancial.

Para la oposición al presidente Santos, que lidera Álvaro Uribe, la única paz viable es la paz de los vencedores. Pero no parece que las diferencias entre Uribe y Santos se expliquen por motivos ideológicos sino por motivos de responsabilidad fiscal.

Para Uribe, lo primero no es la economía sino la política hasta el punto en que, para hacer oposición a las iniciativas de paz de Santos y sin parar mientes en el evidente riesgo de que el presidente Chávez –en plena campaña electoral– le pusiera bolas y respondiera con alguna represalia económica contra nuestro país, reveló que cuando era presidente quiso atacar Venezuela pero, por falta de tiempo, no pudo hacerlo.

Nadie puede sostener seriamente que las últimas escaladas verbales de Uribe estuvieron dirigidas a mejorar la confianza inversionista gracias al afianzamiento de la seguridad democrática. Lo que el expresidente buscó fue hacer política avivando el belicismo de sus seguidores, saboteando unos supuestos diálogos secretos en Cuba –a pesar de que él también hizo diálogos secretos– y dificultando la cooperación de Santos con el país vecino.

Uribe insinúa que hay que darle un tiempo extra para gobernar, no porque quiera seguir mandando sino para acometer la tarea incompleta de acabar con las Farc. Pero, lo que no pudo hacer Uribe en 8 años difícilmente podría hacerlo en 12 o en 16 y, además, el costo de su sueño de borrar a las Farc de la faz de la tierra puede ser impagable para Colombia.

En las guerras el problema no es de tiempo sino de recursos. A los aliados les bastaron cinco años para ganar la Segunda Guerra Mundial, y pudieron hacerlo porque contaban con los medios necesarios para avasallar totalmente a los ejércitos enemigos.

Según un viejo cuento diplomático, cada vez que la Unión Soviética tenía problemas, se reunían los miembros del Soviet Supremo y acordaban darle más poderes al Secretario General del Partido Comunista. Y así siguieron, repitiendo esa fórmula indefinidamente, hasta cuando ese país se acabó. Nosotros no podemos caer en el mismo error. La estrategia militar del presidente Uribe le permitió al país retomar el control sobre su territorio, pero nada garantiza que esa estrategia, que sirvió en el pasado, cuando teníamos boom minero energético y Plan Colombia, sirva también para acabar totalmente con las Farc bajo circunstancias económicas que podrían ser mucho más difíciles en el futuro.

Además, ¿no es mejor gastar la plata del Estado en escuelas que en balas?

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