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Con unas tasas de interés por debajo de la mayor inflación del continente, los venezolanos prefieren gastar antes que ver cómo sus ahorros se diluyen en el banco.

Venezolanos copan los centros comerciales

Los compradores parecen inmunes a la crisis financiera global y a las políticas socialistas del presidente Hugo Chávez, pero la confianza está cayendo debido al desplome del ingreso petrolero.

17 de marzo de 2009

Los muchos y ostentosos centros comerciales venezolanos están comportándose mejor que los de Europa y Estados Unidos, donde tiendas con el cerrojo puesto son ahora una imagen común. En Caracas, sin embargo, lujosos automóviles colman los estacionamientos de exclusivos restaurantes.

Aunque Chávez insta a menudo a sus seguidores a ser frugales, a pesar de sus nacionalizaciones en amplios sectores de la economía, muchas de sus políticas populistas han disparado el consumo en una nación que ya estaba obsesionada con las marcas de diseño y vehículos de alta gama.

Chávez ha podido controlar hasta el momento la caída del ingreso petrolero sin realizar grandes recortes de gastos y los centros comerciales permanecen muy activos.

Pero, el auge que comenzó hace cinco años al compás de la escalada de los precios del crudo se está enfriando y los compradores dicen ahora que se lo piensan dos veces.

"Tengo una habitación llena de cosas que al final no voy a usar, o las compro y las uso una vez", dijo Fernando Mora, asiendo fuertemente unas bolsas de la marca estadounidense Perry Ellis en un animado centro comercial en Caracas.

"Hoy en día ya no, ya pienso si lo necesito o lo puedo usar", agregó este gerente de una fábrica de calzado, cuyas ventas dice se han estancado.

El gasto del consumidor creció a dobles dígitos durante cuatro años consecutivos en Venezuela alimentado por el gasto público, los programas sociales, el control de cambios y el crédito barato, que llevó parte de la amplia renta petrolera a los bolsillos de la población.

Durante mucho tiempo una de las naciones más influenciadas por la cultura estadounidense, el país obsesionado con el béisbol y las competencias femeninas de belleza ignoró las ocasionales peticiones de Chávez de ahorrar durante la bonanza petrolera, mientras las ventas se disparaban en todos los rubros, desde teléfonos celulares a vehículos Hummer.

El evidente aumento del consumo, combinado con una gran burocracia, han producido distorsiones en el principal exportador de crudo de Sudamérica, con esporádicos episodios de desabastecimiento de artículos como papel higiénico y leche, mientras crecen las listas de espera por un automóvil nuevo.

Con unas tasas de interés por debajo de la mayor inflación del continente, los venezolanos prefieren gastar antes que ver cómo sus ahorros se diluyen en el banco.

"Hay tasas (de interés) reales negativas y todavía para cierto segmento de la población el crédito es una opción", dijo el economista Asdrúbal Oliveros.

"Esto funciona como un aliciente para que el consumo no caiga más profundamente", agregó.

Según las cifras del analista bancario César Aristimuño, el uso de la tarjeta de crédito, que casi se duplicó en el 2007, aumentó un 34 por ciento el año pasado cuando el crecimiento económico se enfrió a un 4,9 por ciento.

 

Colchón finito
Pero el auge del consumo se ha ralentizado y el gasto del consumidor creció un 4% en el último trimestre del 2008 y un 7% en el ejercicio completo, frente al 17 del 2007.

Algunos economistas creen que el PIB venezolano crecerá poco o se estancará a finales del 2009, pudiendo caer en recesión en el 2010.

"Navidad no fue mal, pero no fue tan bueno como se esperaba, la gente empieza a preocuparse de que la crisis global empiece a sentirse aquí", dijo Josbeth Pérez, que atiende un comercio de zapatos Timberland en el Sambil, uno de los centros comerciales más grandes de América Latina.

Los ingresos petroleros en lo que va del 2009 son en promedio menos de la mitad del año anterior.

Chávez apuesta a que el crudo se recupere antes de que el país incurra en una crisis fiscal que le obligue a tomar medidas económicas dolorosas e impopulares, como una devaluación del bolívar, cuyo tipo de cambio está fijo y controlado por el Gobierno desde el 2002.

El mandatario habla de ser más cuidadoso con el presupuesto de US$78.000 millones, aunque ya ha utilizado parte de las reservas internacionales para continuar con sus proyectos y sostener el gasto público.

Durante los cinco años de altos precios energéticos, el Gobierno ha guardado unos estimados US$80.000 millones en reservas internacionales y diversos fondos de inversión. Chávez podría tener acceso también a crédito de países amigos como China, así como de bancos locales.

"Venezuela es dichosa en el sentido de que no ha sentido con tal intensidad los efectos de la crisis internacional dado el colchón de recursos extraordinarios con el que cuenta el Ejecutivo", dijo Oliveros, quien ve problemas serios para el 2010. "Ese colchón no es infinito", agregó.

Menos petrodólares podrían presionar el suministro de bienes de consumo, casi todos importados, mientras el Gobierno ya ha empezado a moverse para restringir la oferta de divisas a tasa oficial.

 

Reuters