Home

Empresas

Artículo

javier Adames García es el gerente de La Retoucherie para Colombia. Aquí, en uno de los locales de la cadena.

Franquicia

Una puntada fina

La Retoucherie de Manuela es una franquicia española que volvió negocio uno de los oficios más antiguos: coser. En Europa también ofrece servicio de lavandería y espera abrir la primera de ellas en América, en Panamá.

4 de junio de 2007

La historia cuenta que hacia el año de 1975 Manuela salió de España huyendo de la situación política de su país y llegó a Francia sin saber un oficio distinto de coser. Manuela vivió cuatro años en París y se mantuvo a punta de aguja e hilo, y luego volvió a España; fue así como en Málaga nació la primera tienda de arreglos de Manuela. Del francés nació la palabra “Retoucherie”, que significa arreglos

A finales de los años noventa, el negocio comenzó a convertirse en franquicia en España. En el 2000, Daniel Cárdenas viajó a España a una feria, se enamoró del negocio y lo trajo a América. Abrió su primer local en un centro comercial en Caracas, Venezuela. La primera tienda en Colombia se abrió en el año 2003.

Hoy en día, La Retoucherie de Manuela tiene 227 establecimientos fuera de Colombia y 15 más en el país, 14 de los cuales son franquiciados. Cinco de ellos se han abierto en el último año y planean llegar a tener como mínimo, 44 tiendas en Colombia dentro de cinco años. Esta cifra es la cantidad de establecimientos que actualmente existen del negocio en Caracas.

El costo de la franquicia es de $70 millones, la duración del contrato es de cinco años y se espera que el retorno de la inversión sea a los 15 o 20 meses después de abierto el negocio. Según Javier Adames García, gerente para Colombia, una tienda puede llegar a vender en un día entre $600.000 y $700.000 una vez llega al punto de equilibrio.

La competencia
Los arreglos en La Retoucherie no son baratos en comparación con otros negocios que prestan estos servicios. En el barrio Cedritos de Bogotá, por ejemplo, en un local del barrio, un dobladillo vale $4.500, mientras en La Retoucherie que queda a menos de una cuadra, el mismo servicio cuesta $12.000 y el arreglo de la bota de un jean en un local de la calle 93 de arreglo de ropa, también en Bogotá, puede costar entre $8.000 y $10.000

Adames explica que la diferencia de precio de la cadena en comparación con las otras tiendas radica en la calidad y que muy seguramente los dueños de la ropa fina no le entregan sus prendas a cualquier costurera o sastre porque se pueden dañar. Además, ofrece servicio de arreglo rápido. A la tienda de la calle 81 con carrera 14 en Bogotá, por ejemplo, llega una clienta de urgencia con un pantalón, dice que siempre va a La Retoucherie y siempre lo hace de afán, que hoy necesita que le arreglen el dobladillo de un pantalón que recogerá dentro de una hora.

Según Adames, también les ha sucedido que la costurera del barrio ha llegado al negocio de ellos y les ha solicitado empleo, por lo general personas de 40 años de edad en adelante, que prefieren estabilidad y prestaciones sociales a seguir con su propio negocio.

La otra estrategia de venta del negocio, además de la calidad, consiste en ubicarse en zonas por donde pasan las mujeres y amas de casa, como las peluquerías, el mercado, los centros de pago de servicios. En países como Venezuela parte del éxito ha sido estar en centros comerciales, lugares en donde este tipo de negocios no se vieron por muchos años. En Colombia, el negocio ha crecido más en locales que dan a la calle.

Todo el dinero que entra el negocio se recibe en efectivo o en cheque. Hasta ahora están mirando la posibilidad de ofrecer medios de pago electrónicos.

El negocio
Para poder tener una franquicia de este negocio es necesario, además de contar con el dinero, “ser gestor”, tener iniciativa para ampliar el negocio de las franquicias y luego, una vez arranque el negocio, dedicarle entre un 10% y un 20% del tiempo.

Al dueño de la franquicia lo acompañan a encontrar el local, le dan una exclusividad de 300 metros a la redonda, para que pueda atender a una población de más o menos 25.000 habitantes. Le entregan la tienda “llave en mano”, ya lista, con todo el mobiliario y con un inventario de materiales que pueden durar entre tres y seis meses. Cada tienda inicia con una persona que atiende y una costurera, cuando el negocio crece, contratan más personal. Cada dueño de franquicia debe contratar su propio contador. Entre la compra de la franquicia y a la apertura del negocio pueden pasar dos meses.

La Retoucherie capacita a todos sus empleados, busca gente que ya sepa coser y le enseña técnicas para que aprenda calidad y rapidez. Cuando algún empleado sale a vacaciones, le envía el reemplazo a la tienda que lo necesite.

Adames sostiene que no han cerrado ninguna tienda hasta el momento en el mundo, varias se han trasladado ya sea porque abrieron un centro comercial cerca o consiguieron un mejor local.

Dentro de sus planes a futuro también está traer a América el producto La Retoucherie Plus, un servicio de lavandería que complemente el arreglo de la ropa. Ya existen 6 negocios de ese estilo en Europa y la primera de América se abrirá en Panamá.