Home

Empresas

Artículo

Emprendedor Social

Una casa para los más pobres

El sacerdote Felipe Berríos logró lo que años de política estatal en Chile no había podido. Está a punto de erradicar los cambuches de su país a cambio de una vivienda en mejores condiciones para las familias que viven en la miseria. Su ejemplo se ha replicado en ocho países.

10 de abril de 2007

Lo primero que siente el padre Felipe Berríos cuando le recuerdan que es un emprendedor social de su país, Chile, es pudor. “Nunca decidí hacerme un emprendedor social y me da pudor que me llamen así. Sólo reaccioné usando todo lo que tenía a mi disposición para mejorar algo que me pareció a lo menos, injusto”, dice con una modestia exagerada, para alguien que hace seis años se propuso la meta de erradicar las casuchas o “campamentos” chilenos.

Al principio fue blanco de las críticas, que surgen cuando hay buenas ideas, las cuales declararon la falta de sentido de cambiar una vivienda de lata y plástico, construida con escombros, por una casa de madera, con techo y puertas, cuya vida útil es de siete años y que se construye en siete horas.

Ayudado por un grupo de universitarios, se inició la tarea de mejorar las condiciones de vida de 125 mil familias cuyo hogar era un refugio insuficiente ante el intenso frío del invierno chileno o las lluvias que hacían temer que “el rancho” se iba a venir al piso. Así nació la Fundación “Un Techo para Chile” y hoy está a punto de cumplir su meta. Sólo quedan 25 mil familias por recibir una casa de emergencia, que les ayude, en parte a sentirse más seguros y en un mejor hogar.

Por su tenacidad, el padre Berríos recibió en el 2005 el premio al “Emprendedor Social” de Chile. Un reconocimiento más que merecido para alguien que ha visto su idea replicada en nueve países: Argentina, El Salvador, Brasil, México, Guatemala, Uruguay, Perú, Costa Rica y Colombia. Así nació la fundación Un Techo Para Mi País, una de las entidades más reconocidas en su lucha contra la pobreza absoluta.

Su acierto
Berríos considera que detrás de su idea no hay un verdadero negocio: “el aporte que se ha hecho, diría que es el que han retribuido muchos hombres y mujeres que estaban marginados y económicamente eran vistos como una “carga” para la sociedad”, destaca.

Pero el éxito del proyecto también ha sido asegurado por el trabajo de los universitarios que acuden a los barrios de invasión a construir las casas. “Así se recupera de forma inmediata lo que el país está invirtiendo en los universitarios y no se espera a que éstos sean profesionales para recuperar la inversión”, señala el cura.

De esta forma se ha logrado que sólo el año pasado 17.000 jóvenes hayan participado de esta causa, sin contar con los de Chile y para este año se espera una movilización doblemente mayor.

El esfuerzo ha valido la pena, pues donde quiera que funciona la organización ha contado en el ámbito latinoamericano con el apoyo del Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo. En cada país donde funciona cuenta con el respaldo de la empresa privada gracias a la promoción que hacen los jóvenes en cada país donde está la fundación.

Los resultados en Colombia
El director de este proyecto en Colombia, Camilo Santa, afirma que el año pasado se vieron resultados positivos a cuatro años de haber comenzado esta labor en el país. 600 familias se han beneficiado con una vivienda de una condición más digna. Hasta el momento han realizado 22 campamentos universitarios, con una movilización de 2.500 jóvenes al año.

“Hemos estado en Altos de Cazucá y Usme, por ejemplo. Allá estamos toda una semana levantando las casas y por cada casa nos demoramos unas siete horas e construirla. Vamos con un grupo de 100 jóvenes, nos quedamos en varias escuelas, en promedio unas cinco y trabajamos en cuadrillas de siete personas”, indica Santa.

Poco a poco han llegado a tener presencia en cinco ciudades del país: Bogotá, Cali, Medellín, Barranquilla y Manizales.

Su trabajo es auditado en el país por Alliot Group, una firma que vigila la destinación de los recursos que son entregados por la empresa privada colombiana, que apoya esta iniciativa. En ella han participado diferentes empresas como Corona, Conexión Colombia, Avianca, Caracol Televisión, entre otras. El acompañamiento oficial lo hace el Ministerio de Vivienda y el Medio Ambiente, quien suministra la información de las zonas que necesitan de una presencia inmediata de la Fundación.

Para Santa la meta del país es tan sencilla, como arduo el trabajo que hay que hacer: “Queremos llegar a 20 ciudades del país y para el año 2010 esperamos haber entregado 2.500 viviendas para beneficiar a igual número de familias”, manifiesta.

Un propósito difícil mas no imposible, sobre todo para un grupo de adolescentes que piensa, como dice su lema que “siempre se dice que los jóvenes somos el futuro de nuestro país... nosotros decimos que somos el presente del continente”.