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Recorriendo Usme se pueden ver zonas verdes, ríos y caminos destapados. Cerca de allí queda el Sumapaz, y la vegetación comienza a tomar forma de paramo. | Foto: Cortesía IDT

Turismo

Turismo en "la otra Bogotá"

En varias localidades de Bogotá existen sitios y planes turísticos que no son tenidos en cuenta por su ubicación en la periferia. El Instituto Distrital de Turismo planea fortalecerlos y hacerlos visibles.

José Vicente Guzmán M.
14 de junio de 2012

Es un paisaje montañoso, verde y con una laguna, rodeada por varios árboles, que termina de completar una vista maravillosa en la que no hay trancones ni contaminación. Aunque muchos no lo crean, el sitio está en Bogotá. 

Es la Granja la Dorada, ubicada a las afueras de la localidad de Usme, uno de los sitios que el Instituto Distrital de Turismo (IDT) quiere apoyar para llevar visitantes locales y extranjeros a destinos diferentes de los tradicionales. 

Para llegar allá hay que atravesar la ciudad en Transmilenio hasta el portal de Usme. Luego de 40 minutos de viaje, y de pasear por barrios y zonas que poco se conocen, es necesario tomar un alimentador hasta el pueblo de Usme; un sitio antiguo que sólo llegó a ser parte de Bogotá en 1972 y que sigue conservando su aire a municipio cundinamarqués.

De su plaza principal salen buses y rutas que llevan a distintos parques y proyectos llenos de costumbres autóctonas y locales, que son desconocidas para la mayoría de bogotanos. 

Luis Fernando Rosas, Director del IDT, asegura que el mayor problema es que todo el turismo se da en el norte de la ciudad, desaprovechando muchas oportunidades en el sur. 

Su principal meta es el llamado ‘turismo social’, con el que busca promover zonas de la ciudad que tienen el potencial para convertirse en destinos turísticos, pero que por su ubicación, no están en los planes del ciudadano ni del visitante promedio.

Rutas culturales y gastronómicas

En la ciudad existen alrededor de 464 atractivos turísticos. Algunos están ubicados en Usme, Bosa y Suba, y su potencial gira alrededor de la cultura muisca. Los cabildos indígenas o los proyectos campesinos, en esas localidades, son una opción interesante y desconocida de la ciudad.

Frente a la sede de la Universidad Antonio Nariño en Usme, por ejemplo, fue encontrado hace algunos años un cementerio indígena. Actualmente sigue en estudio, pero a futuro va a ser un sitio obligatorio para los turistas. Cómo ese, existen muchos casos similares.

Para el equipo del IDT, es importante reconocer que la oferta turística de Bogotá también tiene opciones culturales e históricas. Algunos llevan varios años trabajando en estas localidades y dicen que en la ciudad no se explota la gastronomía local, una opción que puede ser atractiva para el turista extranjero.

De hecho, a largo plazo, la idea del instituto es identificar y promover unas rutas gastronómicas y turísticas en estás localidades, para que tanto los bogotanos como los visitantes puedan contar con nuevas opciones para conocer. Además, con capacitación a los guías turísticos locales, la idea es incluir en esas rutas la historia y la cultura que rodea cada zona.

Proyectos rurales

Recorriendo Usme se pueden ver zonas verdes, ríos y caminos destapados, protegidos por un batallón de alta montaña ubicado en la zona. Cerca de allí queda el Sumapaz, y la vegetación comienza a tomar forma de paramo. 

En uno de esos caminos está el Agroparque los Soches, un proyecto desarrollado por 28 familias campesinas de Usme que en el año 2000 se opusieron a que su zona fuera urbanizada. Belisario Villalba, líder del proyecto, dice que ese es el modelo de ciudad en el que decidieron vivir. 

Ellos ofrecen pesca deportiva, senderos ecológicos, caminatas guiadas y cocina local. Por ahora sus ingresos vienen del agro, y aunque el turismo ya les da alguna entrada de dinero, Villalba cree que puede ser mucho mayor. 

Es el mismo caso de la granja temática La Dorada, ubicada a unos pocos kilómetros de allí. Las carreteras destapadas y la falta de señalización en la vía dificultan encontrarla, pero al llegar, el paisaje es deslumbrante. José Evelio Rojas y su esposa manejan este proyecto que ofrece cabalgatas, almuerzos, visita a las granjas y camping. 

Más cerca del pueblo queda el Restaurante-Granja Atahualpa, un proyecto que lleva 12 años en ejecución. Actualmente tiene capacidad para 600 personas, y los domingos generalmente se llena. Su caso es un ejemplo de é
xito, pues personas de toda la ciudad y algunos extranjeros recomiendan el sitio. 

Si los planes funcionan, pronto comenzarán a promocionarse rutas por estas zonas de la ciudad y como primera medida se invitará a que los bogotanos comiencen a utilizarlas. Un primer paso clave, pues cómo dice Rosas, “Bogotá no conoce a Bogotá”.