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Luego de una historia de inestabilidad recurrente, el fortalecimiento de las políticas macroeconómicas y el sistema de supervisión en la región ayudó a evitar préstamos de alto riesgo y burbujas al estilo de los EE.UU.

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Sector financiero de AL tiene oportunidades de expandirse

Este no es el momento preciso para que los bancos asuman nuevos riesgos. En un ambiente económico tan volátil como el actual, lo más prudente sería hacer lo menos posible.

30 de noviembre de 2011

Sin embargo, de acuerdo a un nuevo informe del Banco Mundial, llegó el momento de que el sector financiero de América Latina y el Caribe (ALC) se expanda de manera sustentable en nuevas direcciones, fomentando la actividad económica y la inclusión financiera.

La región probó tener una sólida base financiera luego de superar la crisis mundial de 2008-2009 mejor que la mayoría, de acuerdo al nuevo informe insignia del Banco Mundial, El desarrollo financiero en América Latina y el Caribe: el camino por delante, presentado hoy en la Universidad Columbia de Nueva York.

Luego de una historia de inestabilidad recurrente, el fortalecimiento de las políticas macroeconómicas y el sistema de supervisión en la región ayudó a evitar préstamos de alto riesgo y burbujas al estilo de los EE.UU. “Durante los años 80 y 90 el sector financiero era el talón de Aquiles de la región. Desde entonces, ha crecido y se ha profundizado, integrándose más y haciéndose más competitivo con el surgimiento de nuevos participantes, mercados e instrumentos,” de acuerdo a Pamela Cox, Vicepresidenta del Banco Mundial para América Latina y el Caribe. “Ahora que el éxito de la estabilidad financiera en ALC ha sido reconocido y puesto a prueba, es el momento adecuado para avanzar en una agenda más amplia.”

Sin embargo, esa mayor estabilidad y resistencia financiera no ha derivado en un mayor número de servicios financieros si lo comparamos con el resto del mundo. De acuerdo al nuevo informe, los bancos de la región exhiben varias debilidades: Prestan bastante menos y cobran más, de manera desproporcionada, financian el consumo individual por sobre la producción industrial, y son particularmente tacaños a la hora de entregar préstamos hipotecarios.

De hecho, en años recientes el crédito al consumo se expandió más en ALC que en otras regiones comparables y, en términos relativos, a costa de préstamos a compañías y de vivienda. Los préstamos para hipotecas ocupan la posición más baja —por mucho— cuando se comparan con otras regiones del planeta, representando un 14 por ciento de los créditos totales en 2008-2009, comparado con el 58 por ciento en China, 49 por ciento en Europa y 47 por ciento en el G7. El costo anual de una cuenta corriente duplica el de Asia, y es siete veces mayor al de Europa oriental.

“El desarrollo de los sistemas financieros de la región ha sido significativo pero está lejos de ser homogéneo. En el pasado he recalcado la necesidad de estar alerta respecto al rápido crecimiento del crédito al consumo en Brasil. Sin embargo, el hecho es que los niveles de crédito en la región, especialmente los préstamos para empresas y vivienda, siguen siendo bajos,” dijo Arminio Fraga, ex funcionario del Banco Central, quien participó de la presentación del informe. Fraga, quien dirigió el Banco Central del Brasil entre 1999 y 2002, es ampliamente reconocido como la persona que ayudó a revertir la inestabilidad financiera brasileña.

El informe plantea que el subdesarrollo de los sistemas financieros de ALC abarca muchos indicadores. Mientras Chile posee el fondo de pensiones más desarrollado, representando un 70 por ciento del Producto Interno Bruto, y Brasil la mayor industria de fondos de inversión, con un 42 por ciento del PIB, ambos indicadores representan el 10 por ciento o menos del PIB en el resto de los países de América Latina.

Superar estas brechas en el desarrollo financiero de la región requiere una mayor inclusión financiera. Se debe tener extremo cuidado, sin embargo, para evitar los excesos que la expansión descontrolada de las hipotecas de alto riesgo causó en los EE.UU. En este sentido, los siete países más grandes de América Latina (Argentina, Brasil, Chile, Colombia, México, Perú y Uruguay) adoptaron una exhaustiva agenda de políticas para fomentar la inclusión financiera, con resultados notables en cuanto a la incorporación de hogares pobres y microempresas. El resto de la región, sin embargo, ha sido menos activa respecto a la agenda de inclusión financiera.

El desafío ahora —de acuerdo al informe— es que los servicios financieros latinoamericanos mejoren en un entorno internacional más volátil. La crisis mundial reveló una serie de excesos y vulnerabilidades que cuestionan la capacidad de los mercados de autorregularse y les dan un valor preponderante a aquellas políticas públicas que complementan las actividades de los mercados financieros. Hasta ahora, sin embargo, la discusión respecto a la necesidad de ir más allá de las herramientas tradicionales para prevenir una crisis y elaborar algún tipo de supervisión sistémica (“macroprudencial”) ha dado pocos resultados.

¿Qué puede hacerse?
“Poder asegurar una efectiva supervisión sistémica a nivel regional es crucial a la hora de evitar crisis costosas a futuro, especialmente si tenemos en cuenta que en el futuro las causas de la vulnerabilidad serán más financieras que macroeconómicas,” dijo Augusto de la Torre, Economista en jefe del Banco Mundial para ALC. “La crisis reciente subraya la necesidad de que el Estado conduzca el proceso de desarrollo financiero por carriles seguros, y hacerlo sin socavar la disciplina del mercado.” De la Torre es coautor del informe, junto a Alain Ize y Sergio L. Schmukler.

Otros desafíos de la región, a medida que intenta acortar la brecha de desarrollo financiero, incluyen:

• Encontrar un equilibrio adecuado entre la regulación de las inversiones financieras, por un lado, y dejar que los inversores asuman los riesgos, por el otro.
• Mejorar los derechos de los prestatarios y su cumplimiento para fomentar el otorgamiento de créditos.
• Promover el desarrollo de mercados con financiación a largo plazo, necesaria para aumentar la productividad, sin aumentar los riesgos sistémicos.

En términos generales, América Latina ahora tiene una base mucho más sólida desde donde construir. Sin embargo, si uno observa la actual problemática mundial, no hay mucho tiempo para prepararse de cara a los nuevos desafíos de supervisión sistémica.