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Julio Vanegas, gerente de Carruseles.

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Por pura diver$ión

Crece la fiebre por los parques temáticos, un negocio que en el país factura al año $200.000 millones y visitan 9,2 millones de personas. Su reto: mantener la ocupación.

25 de mayo de 2012

Contrario a lo que se piensa, la ciudad de los parques no es Bucaramanga sino Bogotá. La capital concentra la mayor cantidad de parques de diversión del país y, de hecho, alberga el octavo más visitado de América Latina: Mundo Aventura, el cual recibe 1,2 millones de personas al año.

La industria de las atracciones mecánicas está en pleno crecimiento, gracias a que los hogares han mejorado sus ingresos y están dispuestos a gastar más en diversión, a lo cual se suma el boom de los centros comerciales, que casi por norma cuentan con, al menos, unas máquinas que funcionan con monedas para que se monten los niños. Como resultado, los parques facturan unos $200.000 millones anuales y emplean más de 5.000 personas.

Sin embargo, a diferencia de otros negocios donde poco a poco se va ganando la clientela, el de los parques tiene la particularidad de que su mejor momento es el estreno, pues tiene a su favor la novedad, pero el reto de ahí en adelante consiste en actualizar las atracciones para que la gente regrese. Por ese motivo, entre diciembre y lo que va de este año, entre parques nuevos y atracciones recién estrenadas, los empresarios del sector han invertido unos $40.000 millones.

Uno de los parques que arrancó este año es Kandu, que funciona con un sistema de roles similar al de Divercity y en cuya infraestructura sus dueños invirtieron $8.000 millones en un local en Bogotá. Este parque forma parte de una franquicia internacional adquirida por el colombiano Grupo Vicca (que se dedica a temas de entretenimiento, como casinos) y el cual adquirió el derecho para desarrollarlo en América Latina.

El segundo Kandu ya está en construcción en Cali y, Rodrigo Afanador, presidente de la empresa, dice que están buscando locales en Medellín y Barranquilla.

En diciembre pasado, la Gobernación de Nariño y la caja de compensación familiar del departamento estrenaron Chapalito, un parque en el que invirtieron $6.200 millones. Tienen 23 hectáreas a su disposición y hasta ahora solo han usado 4% para las atracciones mecánicas.

Igualmente, una alianza entre la Gobernación de Santander, la Alcaldía de Bucaramanga y empresas como Postobón y Marval inaugurará en diciembre el parque acuático Acualago que en 5,6 hectáreas tendrá 7 toboganes, un río artificial, barco pirata y otras atracciones con las que buscan ampliar el corredor turístico de San Gil y el Parque Nacional del Chicamocha, otro de los grandes del país.

La ventaja del calor

Aunque a los parques de agua en Colombia los acompaña el estereotipo de que ‘son para los que no tienen para ir a una piscina privada’, lo cierto es que justamente porque sus mayores usuarios son las clases populares y porque el calor siempre es vendedor, son los más taquilleros. No en vano, Piscilago, de la caja de compensación Colsubsidio, disputa el primer lugar de los parques más visitados con los dos más grandes: Mundo Aventura y Salitre Mágico.

Creado hace 28 años, hoy es el acuaparque (que además tiene zoológico y atracciones mecánicas) más grande de Suramérica. En 60 hectáreas tiene capacidad para atender 15.000 personas diarias. Para mantenerse vigente, Piscilago inaugura dos atracciones por año y aunque está subsidiado por Colsubsidio, se debe tener en cuenta que un tobogán en promedio vale US$400.000.

Salitre Mágico, el segundo de mayor ocupación, administrado por una filial de la mexicana Ocesa, también cuenta con un acuaparque muy visitado por los extranjeros que viven en Bogotá, quienes no tienen los mismos estereotipos. Néstor Bermúdez, su gerente, comenta que por las atracciones que manejan, como montañas rusas y ruedas de Chicago, las adquisiciones se hacen cada tres años, pues las inversiones superan el US$1 millón por atracción y que en el intermedio buscan estrategias de mercadeo para atraer más visitantes. Además de las boletas de entrada, 5% de los ingresos de Salitre Mágico (que decidió enfocarse en el público juvenil y no en el infantil) provienen de sus patrocinadores.

A punta de recargas

Otra arista del negocio de los parques son los llamados centros de entretenimiento familiar, que son los que se encuentran dentro de los centros comerciales. Una de las cadenas más exitosas en este segmento es Carruseles, que tiene 6 parques y fue pionero en los estratos populares al inaugurar el primer establecimiento de este tipo en Ciudad Tunal, hace 25 años.

A diferencia de los parques de entretenimiento, la apuesta de estos centros es el impulso, pues los niños jalan a los papás cuando pasan frente a las atracciones y, aunque la estadía promedio es de media hora, la reincidencia es muy alta. Además, no tienen problemas por el clima.

Julio Vanegas, gerente de Carruseles, explica que el negocio se modernizó desde hace unos 8 años cuando implementaron las tarjetas recargables y que la recarga promedio es de $20.000.

Las entradas a los parques de diversiones, por su parte, superan los $30.000 y en un país donde la queja general es que no hay plata, parecería que los precios son muy altos, pero lo que muestran las cifras es que cuando es para la diversión, plata sí hay.

Los parques más visitados (Personas que entraron en 2011)

Mundo Aventura 1,2 millones
Salitre Mágico 1 millón
Piscilago 935.000
Carruseles (maneja 6 parques) 500.000
Parque Nacional del Café 500.000

En el mundo

Magic Kingdom: 16,97 millones
Disneyland: 15,98 millones
Tokyo Disneyland: 14,45 millones
Tokyo DisneySea: 12,66 millones
Epcot: 10,82 millones

Fuente: Acolap, parques y Themed Entertainment Association // *Datos a 2010

Los globos

El negocio de los parques ha dado paso incluso a grandes globos, como el anuncio de construir un ‘Disneyland’ en Buga. Se trataba de Vértigo Park, que prometía tener la montaña rusa más larga de Latinoamérica y era promovido por un guatemalteco casado con una colombiana, pero hasta ahora no ha arrancado.

Uno que sí comenzó, pero que tuvo una vida desafortunada, fue el parque Camelot al norte de Bogotá. Además de accidentes mortales, no logró la ocupación necesaria y tuvo que cerrar.