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Octubre: mes de las brujas, la reelección y el TLC

Ricardo Durán, analista de Corredores Asociados, dice que pocas veces habíamos tenido un mes tan importante para la historia política, constitucional, económica y financiera del país.

30 de septiembre de 2005

La semana pasada fue sin lugar a dudas una de las mejores del año. El PIB del segundo trimestre dio un salto a 5.3%, impulsado por el factor que había sido el responsable del bajo crecimiento colombiano en relación con América Latina en 2004: el consumo de los hogares.



Esta virtuosa foto muestra que la amplia liquidez existente en la economía comenzó a fluir desde los inversionistas institucionales hacia los hogares colombianos bajo el canal del crédito bancario, pues es evidente que la recuperación del consumo privado obedeció a la revitalización de la cartera en el segundo trimestre del año.



Este plausible apalancamiento del consumo a su vez se apoyó en el abaratamiento del crédito mediante la sustancial reducción de la tasa DTF en lo corrido del año (89 puntos básicos) como resultado de la política de amplia liquidez ejecutada por el Banco de la República. Por estas razones, en nuestra opinión, la cifra del PIB le da un espaldarazo a la política del Emisor en un contexto de baja inflación y de máximo esfuerzo de sustentación cambiaria.



Naturalmente, un PIB que crece alimentado por el consumo y la inversión, una liquidez boyante, una inflación decreciente y unas cifras fiscales que mejoran no obstante el aumento del gasto público en el segundo trimestre bajo la complicidad de la revaluación, generan el caldo de cultivo perfecto para la valorización de la deuda: de nuevo los TES y los yankees marcaron nuevos precios máximos paralelamente con una nueva reducción en la prima de riesgo colombiana.



En materia de acciones la semana también fue célebre por la megaventa de la participación del Banco Mercantil de Venezuela en Bancolombia. Dicha operación, que llevó al mercado a transar el equivalente a diez veces su escala de operación normal, demostró que existen grandes recursos de portafolio para ser invertidos en la renta variable colombiana.



Terminó así la semana con todos los agentes del mercado contentos: el Emisor comienza a capitalizar indiscutidos triunfos en su política monetaria, el gobierno se financia cada vez más barato y se da el lujo de impulsar el PIB con mayor gasto sin desajustar por el momento la variable fiscal, los inversionistas ven crecer el precio de sus inversiones como si fueron oro y los contribuyentes aumentan sus compras en los supermercados y en el comercio minorista.



Lo que puede pasar esta semana:



Esta semana comienza octubre, el mes de las brujas, de la reelección y del TLC. Pocas veces habíamos tenido un mes tan importante para la historia política, constitucional, económica y financiera del país, máxime si en la víspera la prima de riesgo se encuentra en el mínimo histórico y los precios de la deuda en sus máximos.



Y lo más desconcertante es que la semana pinta también excelente para nuestra deuda. En el ámbito interno, si bien al cierre de este escrito desconocemos el dato de inflación que publica el DANE el sábado, nuestros cálculos muestran una caída de la inflación anual de 4.88% en agosto a 4.75% en octubre. Como quien dice, las tasas de los TES podrían caer otros 12 puntos básicos con un mensaje de total éxito en la política económica, si adicionalmente baja la tasa desempleo en Colombia.



En contraste, en el frente externo, las cifras de Estados Unidos van a ser más negativas que positivas, pues los analistas proyectan una desaceleración de la industria y del sector de servicios (80% del PIB), junto con una dramática destrucción de empleo por efecto huracán. Para completar, se publicarán cifras con fuerte aroma inflacionario en la industria.



Frente a esta coyuntura, el país financiero está ad portas del fallo de reelección presidencial y de la decisión final respecto a la firma del TLC. En ambos casos la incertidumbre es alta, así como lo es la rentabilidad "contable" que arrastran las posiciones estructurales de inversión. Nuestra recomendación es tomar utilidad al final de la semana en la fracción que corresponda con el perfil de riesgo del inversionista.



Si se trata de un perfil conservador que opte por no arriesgar la fenomenal valorización al fallo de la reelección y a la suerte que corra el TLC, el inversionista debería vender en forma escalonada su posición.

Si se trata de un perfil medio que quiere "meterse al bolsillo" una parte importante de las ganancias, debería considerar la posibilidad de vender por tramos al menos la mitad de la posición de forma que disminuya sustancialmente su exposición al riesgo de mercado.



Si en el otro extremo se tiene un perfil agresivo que confía en la bendición de la Corte Constitucional y en la voluntad del Congreso americano para suscribir el TLC, el inversionista no debe hacer nada distinto a esperar y rezar.



En todo caso, tal como lo indica nuestro análisis de escenarios, en el peor de los casos (reelección inconstitucional y muerte del TLC) la economía colombiana sufriría un choque de volatilidad (no de solvencia) de corta duración. La baja duración del choque responde a la amplia liquidez que tiene el mercado, a la estabilidad en el manejo económico que tiene a su cargo el Banco de la República (política monetaria, crediticia y cambiaria), al mínimo margen de discrecionalidad que tiene el gobierno en el manejo de la variable fiscal y a los amplios colchones de resistencia que tiene en la actualidad de la economía.



Dichos colchones están representados en el adelanto que tiene el programa de financiamiento público interno y externo, en el apoyo indirecto que tiene Colombia por la vigencia del programa de facilidades extendidas suscrito con el Fondo Monetario Internacional (US$600 millones) y en el colosal saldo de reservas internacionales con que cuenta el Banco de la República.



Tal como están las cosas, aún bajo el supuesto de una gran salida de capitales como resultado del hundimiento de la reelección y del TLC, el Banco de la República se pondría en la esquina contraria (vendería dólares al mercado) sin que exista por esta razón el riesgo de una megadevaluación. Si la tasa de cambio no va a estallar, los precios de los demás activos tampoco van a hacerlo.



De otro lado, si se cae la reelección, creemos que el gobierno podría hacer un rápido guiño hacia algún candidato que se perciba como el heredero del apoyo popular al plan de seguridad democrática. Bajo este entendido, el peor escenario no va a ser la debacle financiera del país. En realidad, para algunos analistas extranjeros como JP Morgan, la eventual caída de la reelección es mas bien una oportunidad de entrada en nuestra deuda.