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La transformación de la petrolera venezolana

Las políticas sociales de Hugo Chávez se sustentan en el petróleo. PDVSA dedica casi el 15% de sus ingresos a proyectos sociales. Algunos defienden esta iniciativa, mientras otros dicen que termina perjudicando a la petrolera.

1 de diciembre de 2005

Petróleos de Venezuela (PDVSA), responsable de la producción del quinto exportador de crudo del planeta, ha entrado en un proceso de mutación. Cerca del 15% de sus ingresos han ido a proyectos sociales promovidos por el Gobierno del presidente Hugo Chávez: desde construcciones de carreteras hasta programas de alfabetización, para totalizar US$3.500 millones en lo que va de 2005. PDVSA, desde que Venezuela decidió nacionalizar la industria petrolera a principios de la década de los setenta, siempre fue una empresa del Estado. Aun así, desde su nacimiento en 1971, se ha mantenido por encima de las reyertas políticas que padece crónicamente el país vecino. La tradicional cúpula directiva, controlada por tecnócratas y hombres curtidos en el negocio del petróleo, no tenía que cumplir con las órdenes del Gobierno y podía decidir qué ruta tomar con las lluvias de ingresos del crudo. En cierta forma, PDVSA estaba al margen de los vaivenes de la vida política venezolana y de las necesidades sociales del país. Desde 1999, cuando Chávez llegó a la presidencia, esto ha cambiado.

El último año ha sido testigo de mutaciones en la compañía, que cada vez asume más la financiación de los proyectos sociales del Gobierno. Y seguirá así. La empresa anunció hace poco que prevé dedicar cerca de US$3.700 millones cada año en programas que poco tienen que ver con sus tradicionales negocios del petróleo o las tradicionales regalías que paga al Gobierno central. En Colombia, por ejemplo, Ecopetrol transfiere sus ingresos al Gobierno central, pero no directamente a programas sociales. Lo mismo ocurre con la mayoría de las petroleras estatales.

Chávez no se muerde la lengua a la hora de explicar qué quiere hacer con la petrolera. PDVSA, dice Chávez, tiene que jugar un papel decisivo "en la redistribución del ingreso nacional, y especialmente de la renta petrolera". Hasta ahora PDVSA era una compañía que reinvertía todos sus ingresos en nuevas tecnologías y exploración. La redistribución de la renta petrolera ni siquiera se asomaba en los discursos o declaraciones de sus antiguos directivos. En un comunicado oficial publicado hace poco, sin embargo, la nueva PDVSA deja claro sus nuevas intenciones: "Canalizar recursos de forma expedita para atender importantes programas sociales, agrícolas y de infraestructuras".

Y es que Venezuela, a pesar de la riqueza petrolera, no ha conseguido abandonar unas tasas de pobreza y exclusión social alarmantes. Según un estudio realizado por la Universidad Andrés Bello de Caracas, el 61% de la población malvive con apenas dos dólares al día. La petrolera se ha convertido en la piedra de toque del sinfín de programas sociales que ha emprendido el Gobierno de Chávez para ayudar a las capas sociales más empobrecidas. Los críticos del presidente, sin embargo, esgrimen la tesis de que estos planes no son efectivos y que están diseñados para perpetuar a Chávez en el poder.

Pero más allá de estos proyectos, los analistas del mercado de petróleo ven con preocupación cómo la directiva de PDVSA actúa "con despreocupación" ante la caída en sus niveles de producción. Frente a los US$3.500 millones que desembolsó para proyectos sociales en 2004, PDVSA invirtió US$4.000 millones en aumentar su producción. Las cifras oficiales cuentan que Venezuela bombea ahora mismo unos tres millones de barriles al día (la demanda mundial en 2004 se situó alrededor de 82 millones). Pocos en el mercado se creen estos números y sus estimaciones rondan más bien los 2,6 millones. En 1997, la producción en Venezuela se situaba en 3,5 millones de barriles.

El nuevo protagonismo de PDVSA como una ONG al servicio del Estado está quitando recursos para inversiones en nuevas tecnologías. Wood Mackenzie, una consultora especializada en el sector petrolero, calcula que PDVSA tiene que invertir unos US$5.000 millones al año en el próximo lustro sólo para mantener la producción en los niveles actuales.

La petrolera ha dicho que su objetivo es elevar su producción en los próximos cinco años hasta los cinco millones de barriles al día. Esta promesa, sin embargo, dependerá en gran parte de las inversiones que esté dispuesta a realizar la empresa y los analistas coinciden en señalar que no es una prioridad para la nueva directiva. PDVSA ha prometido invertir unos US$5.000 millones al año pero esta cifra es insuficiente, aseguran los expertos.

Y es que PDVSA sigue sangrando por las heridas que sufrió durante la huelga de 2003. La producción todavía no retorna a los niveles anteriores a la huelga. Con la llegada de Chávez al poder, la petrolera se convirtió en una especie de cuadrilátero donde la oposición y el presidente saldaron cuentas. Los sindicatos y los antiguos directivos de la petrolera, afines a la oposición, fueron a la huelga durante dos meses y paralizaron la producción de petróleo del país. Chávez aguantó la embestida, que supuso una caída del producto interior bruto (PIB) de un 7%. Un estudio del Congreso venezolano calcula en US$10.000 millones el coste total de esa huelga.

Al final, Chávez salió victorioso y consiguió tomar las riendas de la petrolera. La revancha fue el despido de 18.000 empleados y el resultado fue una caída en la producción de crudo y la dimisión de la junta directiva y gran parte de los altos cargos en la petrolera. El objetivo que se ha propuesto la petrolera de bombear cinco millones de barriles al día es el mismo que se fijó la antigua directiva en 1997, antes de la llegada de Chávez al poder. Desde entonces, la producción ha caído en más de un millón de barriles.

Analistas como Juan Carlos Boué, del Oxford Instute for Energy Studies, aseguran que el problema más serio que padece la petrolera no es la falta de inversión, sino más bien la falta de experiencia. Despedidos los antiguos hacedores de la estrategia, la nueva jefatura no tiene la suficiente experiencia para llevar las riendas y diseñar la ruta a seguir para la compañía estatal. PDVSA, a pesar de ser una empresa del Gobierno, siempre fue considerada como una de las petroleras más eficaces y mejor dirigidas del sector.

Chávez, después de ganar un referéndum revocatorio a mitad de 2004 con una amplia mayoría, afianzó su control sobre la petrolera. PDVSA genera unos US$26.000 millones para el Gobierno venezolano, lo que representa el 80% de las exportaciones del país. Desde 2004, el encargado de administrar esta colosal fuente de ingresos es Rafael Ramírez, que compagina su papel como ministro de Energía y también como presidente de PDVSA. Se trata de uno de los principales hombres de confianza de Chávez. Es también el encargado de defender una política de altos precios del barril a favor de Venezuela en el seno de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP). La antigua directiva, por su parte, se encuentra sumida en un laberinto legal, acusada por la fiscalía venezolana de haber delinquido al instar a la huelga a principios de 2003. Este mismo mes se ordenó la detención de ocho altos directos. De ser encontrados culpables, los antiguos ejecutivos podrían ser condenados a más de 20 años de cárcel.

Los analistas también observan con preocupación la falta de transparencia en las cuentas financieras de PDVSA. Ya que no cotiza en ninguna Bolsa, no tiene que publicar datos sobre su salud económica. Además, readquirió a mediados de 2004 la única deuda (bonos) que había emitido en el mercado, con lo cual no tiene ninguna necesidad de rendirle cuentas a nadie más que al Gobierno.

A pesar de estos problemas, el sector petrolero en Venezuela vive días de bonanza. El tirón de los precios del petróleo este año, cuando llegó a escalar hasta un 70%, ha supuesto un diluvio de ingresos. Después de que la economía se resintió en 2003, el PIB del país creció un sorprendente 16% el año pasado. Las previsiones para 2005 son menores y rondan un crecimiento del 7%. La subida de los ingresos del petróleo ha permitido al Estado incrementar su gasto un 50%. Después de todo, los presupuestos de 2004 se fijaron con un precio del barril entorno a los US$16. El año pasado llegó a alcanzar los US$70 en Nueva York.

Estos ingresos podrían ser mayores en el futuro. Venezuela cuenta con unas reservas de crudo que ascienden al 6,8% del total mundial, un pedazo del pastel nada desdeñable pero que podría ser todavía mayor. Varias estimaciones aseguran que el río Orinoco esconde grandes cantidades de petróleo a la espera de ser explotadas, reservas tan altas que colocarían a Venezuela en la exclusiva lista de Arabia Saudita e Irán, dos de los países más ricos en petróleo. El problema es que encontrar y bombear ese oro negro requiere altas inversiones y PDVSA tiene, por lo menos de momento, otras prioridades como atender a los problemas sociales de Venezuela siguiendo las recetas del presidente Chávez.