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Palma de cera en el departamento del Quindio

La investigación en Colombia también paga

Las investigaciones en biología y agronomía de Cenipalma ya tienen resultados que pagan con creces la tarea de los científicos que trabajan en ellas. Un ejemplo de investigación sectorial.

10 de junio de 2009

El retorno a la inversión en investigación no es un asunto teórico. Los palmicultores pueden demostrar con pesos y centavos que los hallazgos de estos procesos pagan.

Colombia tiene el segundo centro de investigación en palmicultura de aceite más grande del mundo. Con un presupuesto de $18.000 millones para este año, Cenipalma le sigue en tamaño al gigante instituto malayo MPOB.

Cenipalma ya tiene en su haber uno de los resultados más importantes de los últimos diez años para la palmicultura, haber descubierto en septiembre el agente que causa la pudrición de cogollo, una enfermedad que reduce dramáticamente la producción en esos cultivos. “Haber identificado el seudohongo fitóptora palmívora es un trabajo de talla mundial”, dice el presidente de Fedepalma, Jens Mesa.

El tema es tan relevante que la investigación sobre esta enfermedad fue la razón para que en 1990 los palmicultores nacionales conformaran Cenipalma, y asumieran la responsabilidad de financiarla casi en su totalidad.

La PC, como la conocen entre los palmeros, está en Brasil, en Surinam, en Ecuador, Perú y en otros países productores. En Colombia ya había azotado los Llanos Orientales y en Turbo, los palmeros recuerdan que Coldesa virtualmente desapareció por causa de la PC.

En Tumaco hace tres años hubo otra explosión de PC y su evolución fue mucho más agresiva, porque no redujo la producción sino que mató las palmas. De las 35.000 hectáreas sembradas en la zona, ya se han perdido 20.000, dice Jens Mesa. La intensidad del problema es bien clara. “Hace tres años se producían 90.000 toneladas. En 2008 se produjeron 40.000 y este año si llegamos a 10.000 es mucho”, explica el dirigente gremial.

Pero ahora el riesgo es que incluso en zonas que se consideraban libres de la infestación del hongo como el Magdalena Medio y costa norte, ya se han identificado algunos focos. Por eso la pesquisa para identificar al responsable de la enfermedad era tan necesaria.

La búsqueda fue intensa. “El agente causal estaba en los sospechosos desde hace treinta años”, admite Jens Mesa. Sin embargo, descartar los demás fue un trabajo de 18 años. No es un plazo muy largo. “En la Universidad de Michigan, con toda la asistencia del USDA, se demoraron 15 años para encontrar que un hogo fitóptera era el responsable de un problema en las hortalizas”, señala el presidente de Fedepalma.

Ahora que se conoce la causa de la enfermedad, es más sencillo focalizar las investigaciones y las inversiones, lo mismo que mejorar la agilidad para conseguir la detección temprana de la enfermedad.

El retorno a la inversión en investigación parece bueno, si se considera que en Colombia hay cerca de 335.000 hectáreas sembradas y que cada hectárea en producción genera ventas de algo más de $7’200.000 al año. Conservar las siembras sin bajas de producción por el PC podría ahorrar, con cálculos sencillos, $160.000 millones anuales en ventas, diez veces el presupuesto anual de Cenipalma. Solamente las 20.000 hectáreas de Tumaco que salieron de producción le hubieran generado ingresos al sector por $140.000 millones.


Ahora hay mucho más que investigar. Por ejemplo, entender por qué en algunos lugares de Colombia la PC no mata las palmas sino que reduce la producción.

Con esos resultados de pronto conviene pensar en aumentar incluso la cantidad de dinero disponible para Cenipalma. El MPOB de Malasia tiene un presupuesto de US$50 millones, seis veces más que la entidad colombiana.