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La crisis no es para los bancos

Mientras la economía británica avanza hacia una posible nueva recesión, con un desempleo cercano a los dos millones y medio de personas, salarios congelados e inflación al alza, el Banco Barclays anunció esta mañana ganancias de más de US$9.000 millones (5.800 millones de libras), bonos a sus empleados por más de US$4.000 millones y uno especial a su director de unos módicos US$13 millones.

15 de febrero de 2011

El anuncio dio inicio a la llamada "temporada de los bonos" en el Reino Unido, un espectáculo que, hasta la crisis, era contemplado con más envidia que rechazo: los bancos anunciaban ganancias fabulosas y millonarias ganancias adicionales para sus empleados ante la admiración pública frente a estos midas del siglo XXI.

Las cosas cambiaron con el rescate público del sector financiero a raíz del estallido de 2008 que endeudó al Reino Unido y preparó el terreno para los draconianos recortes fiscales anunciados por la coalición conservadora-liberal demócrata el año pasado.

El anuncio fue condenado por políticos opositores y hasta oficialistas, por sindicatos, organizaciones estudiantiles y mucha gente de a pie entrevistada por la televisión y radios británicas que no entienden cómo el sector bancario, que sobrevivió gracias al sacrificio de los contribuyentes, ahora puede nadar en la abundancia.

El director del Barclays, Bob Diamond, defendió el anuncio y los bonos.

"Nuestro anuncio demuestra que estamos cumpliendo con nuestras obligaciones legales en el marco de un mundo muy competitivo", dijo Diamond.

Es un Diamond

Bob Diamond no es ajeno a la controversia pública.

En una reciente comparecencia ante un comité selecto de finanzas del parlamento Diamond declaró que había que acabar con las recriminaciones a los bancos.

Diamond puede determinar el monto de los bonos, pero no tiene ningún poder sobre una enardecida opinión pública.

Están los estudiantes que verán sus matrículas universitarias triplicadas a partir del año próximo, los miles de despedidos a raíz de la crisis (el gobierno quiere cortar 500 mil puestos laborales en los próximos cuatro años), los que están endeudados y no pueden pagar sus hipotecas (unas 120 mil personas perdieron sus casas en los últimos 12 meses), los pequeños y medianos empresarios que no tienen acceso al crédito porque el dinero de los bancos fluye solo para las grandes corporaciones y las operaciones financieras.

En definitiva la "temporada de los bonos" muestra el divorcio entre la economía real y el sector financiero.

Y solo acaba de comenzar. En los próximos días se sucederán los anuncios de otros bancos, desde el Royal Bank of Scotland, que debió ser virtualmente nacionalizado durante la crisis, hasta el HSBC.

El secretario general del Sindicato Unite, de empleados del transporte y trabajadores privados, Len Mc Cluskey, fue contundente en su condena.

"Estos bonos socavan el discurso oficial del gobierno que estamos todos en el mismo barco en este período de austeridad. Los bancos le pagan a sus empleados 100 veces lo que ganan los trabajadores de menores ingresos", señaló Mc Cluskey.

La regulación de los bancos

El problema para los bancos es que el gobierno está esperando el veredicto de una comisión formada el año pasado para anunciar su nuevo plan regulatorio del sector bajo toda esta presión pública.

El infierno más temido de los bancos es una propuesta que en su momento impulsó el actual secretario de estado de Empresas Vince Cable.

Preocupado porque, debido a su tamaño, algunos bancos son demasiado grandes como para que el gobierno los pueda librar a su suerte si sus apuestas especulativas fallan, Vince Cable propuso antes de las pasadas elecciones de mayo que se separaran las operaciones de los bancos comerciales (depósitos y préstamos) y los de inversión (que buscan maximizar ganancias a través de la inversión financiera, mucha veces altamente especulativa).

El as en la manga de los banqueros es que la contribución al fisco del sector podría rondar el 16% de la recaudación total.

Su talón de Aquiles es que la opinión pública está cada vez más enfurecida con los recortes fiscales y exige medidas concretas al gobierno para demostrar que "todos estamos en el mismo bote" como aseguró el gobierno para vender su programa de austeridad.