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El líder del Movimiento Socialista Panhelénico (Pasok) | Foto: EFE

Crisis Financiera

El camino de Grecia para abandonar el euro

Las revueltas aguas de la economía europea enfrentan una semana crucial. El fracaso por formar gobierno parece abocar a Grecia a nuevas elecciones y deja al país al borde de salir del euro.

Alianza BBC
14 de mayo de 2012

Las revueltas aguas de la economía europea enfrentan una semana crucial. Y los frentes de inestabilidad se multiplican.

Los ministros de Finanzas de la Eurozona se reunen este lunes para debatir la situación de Grecia y España por primera vez después de las elecciones griegas, que dejaron un mapa electoral fragmentado y serias dudas de que se pueda formar un gobierno estable.

Izquierda Democrática, un partido de izquierda moderada, rechazó el lunes por mañana sumarse al gobierno de emergencia propuesto por los socialdemócratas del PASOK, que pretendía salvar in extremis los acuerdos de austeridad con la Unión Europea.

Ahora, el país parece abocado a la celebración de nuevas elecciones. Y crecen las voces que advierten que Grecia podría salir del euro, tanto dentro como fuera del país.

"La Eurozona puede soportar la salida de Grecia", dijo la semana pasada el ministro de Finanzas alemán, Wolfgang Schäuble.

Sin embargo, aunque Schäube destacó que la Eurozona se ha dotado de macanismos de protección que harían llevadero un escenario en el que uno de los miembros abandonara el euro, muchos se preguntan qué consecuencias podría conllevar una decisión como esa.

Los resultados electorales -que dejaron como segunda fuerza más votada al grupo de izquierdas Syriza, contrario a los acuerdos de austedidad, y como como cuarta a la extrema derecha- reflejan que en el país existe un creciente apoyo a la idea de regresar al dracma, la antigua moneda.

Pero, ¿cómo funcionaría eso?

Nueva vieja moneda

Si Grecia decidiera unilateralmente actuar y simplemente tomar esa decisión, la llamada "opción nuclear" involucraría la introducción de una nueva moneda -el nuevo dracma- y dejar que la oferta y la demanda hagan lo que les corresponde.

En este caso, probablemente habrá más oferta que demanda.

"La nueva moneda caería al piso y la inflación estaría por los cielos", dice Peter Dixon, economista del Commerzbank.

Sería un campo minado legal, pues las transacciones financieras básicas, como las hipotecas, tendrían que ser redenominadas. Pero eso no sería el final de la historia.

"El nivel de vida se vería afectado gravemente. Puede parecer una opción atractiva, pero los costos a corto plazo son masivos", dice.

¿No aceptarían los bancos -que de hecho ya aceptaron someterse a un "corte" de 50%- la deuda devaluada y redenominada a dracmas?

"Pues, no, porque podría reducirse su valor a la mitad otra vez", respondió Dixon.

Los activos de los bancos en Grecia y aquellos en el extranjero que tienen deuda griega serían devaluados. Y, por supuesto, no podrían pedir prestado comercialmente.

Grecia probablemente tendría que imponer controles de capital para prevenir que salga todo el dinero, similar a como hizo Malasia en 1998 después de la crisis financiera en Asia.

Así que, en el mejor de los casos, Grecia no tendría ningún poder de adquisición, todo sería extremadamente costoso y, además, estaría en quiebra.

Lecciones del pasado

Pero la idea es que, con su moneda tan débil, la economía de Grecia crecería rápidamente.

Las personas frecuentemente utilizan el caso de Argentina como punto de comparación en caso de que ocurra dicha situación, que el economista ganador del premio Nobel, Paul Krugman, calificó como un "paralelo imperfecto".

Argentina, que vinculó su peso al dólar estadounidense, no pudo pagar US$102.000 millones en deuda durante la crisis financiera de 2001-02.

En 2005, el país convenció a 76% de sus acreedores para que aceptaran un canje de deuda que redujo en casi dos tercios el valor de su participaciones.

Pero Argentina debió soportar años de sufrimiento y por lo menos tenía la ventaja de contar con su propia moneda. Los mecanismos para desvincularse fueron más fáciles.

Grecia tiene que empezar de cero.

Una comparación en ese sentido es Islandia, cuya moneda sufrió una depreciación masiva cuando sus bancos colapsaron en 2008.

La moneda islandesa, la corona, perdió más de la mitad de su valor en un verano. Sus tasas de interés rápidamente crecieron 15% y la inflación llegó a 14%.

Pero Dixon sugiere que el paralelo más reciente con una eventual salida del euro bien podría ser la separación de Checoslovaquia.

En febrero de 1993, la corona checoslovaca se dividió entre la corona checa y la corona eslovaca (Eslovaquia adoptó el euro en 2009).

Pero en ese escenario, como ocurrió cuando fueron reemplazadas las principales monedas de Europa Occidental por el euro, las personas tuvieron tiempo de adaptarse al concepto de una nueva moneda.

"Uno tenía un largo periodo para acostumbrarse a la moneda única", dice Dixon. "Eso no va a pasar al revés".

Un tratado para despedirse

Un tema importante es que sencillamente no hay ningún mecanismo para dejar el euro.

Una situación como esta nunca fue prevista por los políticos que generaron el ímpetu por la moneda, que debutó en 1999.

El Tratado de Maastricht de 1992, que llevó a la creación del euro, y su sucesor, el Tratado de Lisboa, en 2007.

Así que bajo sus obligaciones actuales, para que Grecia deje el euro, tendría que dejar también la Unión Europea (UE). Esta opción se dispuso en el artículo 50 del Tratado de Lisboa.

No hay que dar muchas vueltas para irse: un país miembro debe notificarle al Consejo de la Unión Europea, es decir, a los jefes de Estado de la Unión Europea, que se quiere retirar.

El Consejo entonces decide cuáles son los términos de esa salida de acuerdo con una mayoría calificada.

¿Sería el fin del mundo para Grecia si deja la Unión Europea? Probablemente no.

La parte clave del artículo 50 se refiere a "establecer los requisitos para el retiro, tomando en consideración el marco para su futura relación con la Unión".

A Islandia, Liechtenstein y Noruega les va bien y no están en la UE. Hacen parte del Espacio Económico Europeo, lo que significa que tienen acceso al mercado común.

Suiza ni siquiera es miembro de esa última organización y comercia con la UE con pocos problemas -dejando de lado a uno que otro exiliado por cuestiones fiscales.

La UE podría entonces rescatar a Grecia incluso a un tipo de cambio menor.

Pero, de nuevo, el caos de pasar de estar en la Unión a convertirse en un país fuera de ella -pero todavía justo en el centro de Europa- podría resultar peor de lo que está atravesando actualmente.

"Lo que pasa entonces es que la cura resulta peor que la enfermedad", dice Dixon.

Y la pregunta sería entonces si empezaría a formarse una fila para dejar la Unión Europea.

¿Dirían otros países rescatados que ya es suficiente y se unirían a Grecia? ¿Tendríamos, entonces, la nueva libra irlandesa? ¿El nuevo escudo? ¿La nueva lira?