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Durante años se ha demostrado que la baja movilidad social se ha manifestado cómo el nivel actual de escolaridad de los jóvenes en la región está íntimamente ligado, sobre todo el secundario, al nivel escolar de la generación anterior, y al nivel de riqueza. | Foto: Marcela Villamil Kiewu

Educación

Educación, un tema de inclusión y movilidad social

Durante tres décadas, Colombia ha mantenido de los niveles más bajos en años de educación promedio de la región y cuenta con las tasas de matriculación más bajas del continente. La correlación que existe en los niveles de escolaridad entre generaciones, es una de las razones.

Marcela Villamil Kiewu
9 de noviembre de 2010

La correlación entre los antecedentes familiares de la generación anterior y los niveles de educación de la subsiguiente es de 0,51 en Colombia. Esto demuestra, que si por tres décadas el país ha tenido uno de los niveles más bajos de educación promedio de la región, no ha sido necesariamente porque el gobierno no haya adoptado medidas para aumentar la cobertura en educación. El problema puede estar en que no se existen las medidas necesarias para facilitar la inclusión y la movilidad social.

Según el último informe de las Naciones Unidas sobre Desarrollo Humano, un colombiano promedio estudia 7,44 años, muy por debajo del promedio de la región que es 8,52 años. Además, durante tres décadas el indicador se ha mantenido por debajo del promedio. En 1980 los años de educación promedio en América Latina era de 5,27 y en Colombia 4,32 años.

La razón de esto, hace parte de una de las conclusiones a la que llega Naciones Unidas en su estudio, y es que en los países de América Latina, la desigualdad observada en ingreso, educación, salud y otros indicadores, es persistente entre generaciones y se presenta, además, en un contexto de baja movilidad social.

En ese sentido, durante años se ha demostrado que la baja movilidad social se ha manifestado cómo el nivel actual de escolaridad de los jóvenes en la región está íntimamente ligado, sobre todo el secundario, al nivel escolar de la generación anterior, y al nivel de riqueza.

Al final resulta un círculo vicioso, en donde la desigualdad en escolaridad de los hijos refuerza la desigualdad de la riqueza en los hogares de la siguiente generación, la imposibilidad de adquirir activos y de acceder a servicios de mayor calidad que contribuyan al desarrollo humano. Por lo tanto, si en el país el indicador de desigualdad de la riqueza y la inclusión social fuera mayor, la posibilidad de acceso a ecuación primaria y secundaria de mayor calidad podría mejorar.

Sin embargo, basta con mirar a Chile, que ha logrado mejorar sus niveles de reducción de la desigualdad entre 1990 y 2006, y al mismo tiempo ha logrado tener una expansión importante de la educación terciaria durante ese mismo período. Chile pasó de ser el cuarto de la lista en 1980 con 6,07 años promedio de educación, al segundo en el 2010 con 9,74 años.

añosdeeducaciónpromedio 
 

Si bien en los últimos años el gobierno ha hecho esfuerzos por mejorar los indicadores de cobertura, el país continúa con niveles bajos comparado con los demás países de América Latina.

El porcentaje de niños de 6 a 12 años que se encuentran matriculados en algún programa educativo es el 94,5%, el más bajo después de Bolivia y Brasil, que tienen cobertura del 95,5% y 97%. En el rango de 13 a 17 años, Colombia está en los últimos puestos con el 82,9% de cobertura, por encima de México y Paraguay que tienen el 76% y 79,5% de sus niños estudiando. Colombia también es el último de la tabla en el rango de educación superior, pues el 31,7% de sus jóvenes de 18-23 años se encuentran matriculados en algún programa educativo.

Matriculación
 

Al final, la problemática en educación, sumada a la del subempleo y el desempleo juvenil, puede tener un impacto negativo en los jóvenes a largo plazo y disminuir sus posibilidades de acceso a un trabajo decente. Además, la inactividad y exclusión de los jóvenes puede llevar a que el gobierno pierda las inversiones y los esfuerzos que haga en educación.