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Dos esquinas opuestas... e irreconciliables

La Revista Arcadia publicó una entrevista con Eduardo Sarmiento y Alejandro Gaviria, ambos economistas y columnistas de opinión, debaten sobre periodismo, economía y educación, y por supuesto, de Uribe.

Santiago Gutiérrez *
14 de junio de 2008

 

Santiago Gutiérrez


Alejandro Gaviria es uno de los mejores economistas del país, es un columnista agudo e interesante de con una visión humanística amplia, un atributo más bien escaso en su profesión. Publicó hace unas semanas su libro Uribenomics, una visión fresca sobre aspectos economía y sociología colombianas.


Eduardo Sarmiento es también economista, contradictor acérrimo de la ortodoxia económica, es quizás el columnista favorito de todas las oposiciones desde los noventa. Con persistencia anuncia grandes desastres provocados por el manejo económico convencional. Acaba de publicar un libro, Economía y globalización, en el que presenta su visión del mundo.

Atrincherados en sus nuevos escritos y sus convicciones, discutieron algunos de los temas que aparecen en el libro de Gaviria. Defendieron sus teorías con pasión, sin discursos precisos y preparados, sino con los titubeos que son tan propios de las discusiones vigorosas. Las respuestas prueban lo interesante que puede ser sacar a los economistas de su estanque de las estadísticas y las cifras.

¿Cómo se escribe una co lumna?
Eduardo Sarmiento: Un intelectual debe tener unas hipótesis. Luego tiene que confrontarlas con la realidad, y si la realidad le dice que esas hipótesis son malas, las debe cambiar. Si la realidad le dice que son correctas, obviamente las afianza. Eso lo aplico en mi caso.

Alejandro Gaviria: Sin embargo, ese ejercicio que propone Eduardo no se hace siempre. En el libro digo que muchas veces los seres humanos tendemos a interpretar la evidencia de una manera que favorece nuestra preconcepción. Entonces es fácil reincidir semana tras semana, mes tras mes, año tras año, en una interpretación de la realidad. Yo creo que una de nuestras responsabilidades como intelectuales es tener cierta flexibilidad.

Eduardo, usted anuncia catástrofes en casi todos sus escritos. ¿Eso podría ser síntoma de la preconcepción que menciona Alejandro?

ES: No. El procedimiento es que usted elabora la hipótesis y la lanza. La que le da la razón o la rechaza es la opinión pública. Como yo iba en contra de la actividad convencional, busqué respuestas de la opinión pública. Creo que ese ejercicio fue válido y permitió discutir cosas que en un momento tenían un tremendo rechazo. En la década de los noventa no se podía críticar la ‘apertura’, el banco central autónomo era un dogma incuestionable, el crecimiento económico liderado por la tecnología era exacto. Todas esas teorías que tenían una enorme reputación en el mundo no podían ser contrastadas con los colegas, que estaban comprometidos con ellas. El diálogo lo hice con la opinión pública.

¿Ustedes escriben para la tribuna?
ES: Cuando escribo no pienso en la nota. Simplemente elaboro la idea y la escribo, pero de ninguna manera estoy buscando un 3 o un 5. Ya estoy muy grande para eso. Yo tengo una serie de tesis que he elaborado durante 18 años y las he venido perfeccionado. Mi interés es que esas hipótesis en la medida que se validen tengan un apoyo de la opinión pública para hacerse realidad.

AG: Uno tiene la tentación de hacer populismo, de escribir para las barras y caer en lo en que algún escritor llama las trampas de la adicción. Simplemente anticipar cuál será la reacción de los lectores. Yo la trato de evitar en mi ejercicio como columnista. A veces prefiero asumir la posición de contradictor de mis lectores.

¿Qué quiere decir el término Uribenomics?
ES: En el libro de Alejandro el tema del modelo económico prácticamente no se toca. Pero en el primer capítulo dice abiertamente que Uribe es un pragmático y que tiene un esquema económico sin teoría. La posición mía es diferente. Creo que Uribe sí tiene una teoría y creo que la teoría es equivocada. ¿Cuál es?, la misma de los últimos 50 años, que yo resumo en tres pilares. Primero, contener la inflación —como lo recomiendan cinco premios Nobel con el esquema de ‘inflación objetivo’—.

El segundo es el desarrollo del comercio internacional y de la inversión extranjera. Y el tercero es la política pública asistencialista guiada por la eficiencia, que tiene un impacto efectista, pero no un impacto redistributivo de largo plazo.

AG: Yo trato de encontrar lo que hay de peculiar en el gobierno Uribe, porque no es el banco central independiente que está en la constitución, ni el énfasis en el comercio exterior que ha sido una constante desde el año 90. Hay unos elementos característicos y distintivos de lo que se hizo en los últimos años. El primero, unos beneficios tributarios para la inversión, que yo los asociaría con el Reaganomics estadounidense. El que invierte hoy tiene unas ventajas tributarias mayores a las de toda la historia reciente. El segundo, es el cambio en el gasto social con subsidios. Eso es lo que llamo Uribenomics: exenciones tributarias a los empresarios y subsidios a los hogares pobres para remediar la falta de generación de empleo formal.

No hay una concepción de gran modelo, pero hay unas diferencias sustanciales con el pasado. Decir que los subsidios son movidos por la eficiencia y no por la equidad, es completamente equivocado. Incluso uno puede llevar la crítica un poco más allá y decir que se buscan objetivos electorales.
ES: No es una crítica a Uribe, es a todo. La política tiene la misma raíz de los últimos 50 años. Creo que el impacto grande de la política social está en las transferencias a la salud, a la educación y desde luego a la seguridad social. Si usted ve, en lo grueso esa política —y también la de Uribe— se le dejó al sector privado. El sector privado es el que mueve la política de salud y las grandes ganancias le quedan al sector privado. Se favorece a los que menos lo requieren. Mire la tendencia a la privatización de la educación.

AG: Eso es errado. No hay privatización de la educación. Los colegios privados y públicos existen en Colombia desde hace años. Uno no puede juzgar el modelo económico de Uribe diciendo que no se nacionalizó la educación, que es lo que usted esta proponiendo. La crítica maximalista no lleva a ninguna parte.
ES: Lo que estoy diciendo es que ha debido hacerse una educación menos segregada y que Uribe no hizo nada para cambiar esto.

AG: En vez de decir que Uribe ha sido más de lo mismo, quisiera encontrar algunos puntos particulares de su gobierno y hacerles una crítica matizada, no la crítica maximalista que propone que esto ha sido la reiteración de un modelo equivocado porque les hemos hecho caso a cinco premios Nobel que se tiraron al mundo.

En salud, Sarmiento dice que no ha pasado nada. Yo digo que ha pasado mucho. En 2002, dos terceras partes de la población debían acceder al régimen contributivo y una tercera parte al régimen subsidiado. El último plan de desarrollo que está basado en el esquema que yo llamo Uribenomics, dice una tercera parte régimen contributivo, dos terceras partes régimen subsidiado. No es más de lo mismo. Es un modelo donde se acepta el hecho de que no se genera empleo formal, y hay que recurrir a subsidios en especie —con el régimen subsidiado—, para remediar ese problema. Yo creo que se puede mejorar el empleo rebajando los impuestos al trabajo. No decir simplemente de una manera facilista, aquí privatizamos la salud y la seguridad. Eso no aporta.

ES: Para lo único que aporta es para lo que usted dice…

¿Cuál es el mayor acierto de la política económica de Uribe?
AG: Creo que tiene que ver con la mejora en el clima de inversión. Eso permitió una transformación del aparato productivo colombiano que puede ser benéfico más adelante.

¿Cuál es su principal error?
ES: Que el modelo actual, de entrada masiva de inversión extranjera con revaluación, dio un crecimiento económico que no era sostenible. No genera suficiente empleo de manera que, como lo anticipé, se caería como se está cayendo. El modesto crecimiento generó una economía inestable y nos dejó una de las sociedades más inequitativas del mundo.

AG: El mayor error es que la política ha estado orientada hacia dar exenciones a la acumulación de capital, pero ha venido encareciendo el empleo. Uno encuentra en el sector privado metas ambiciosas de inversión, que coinciden con metas también ambiciosas de reducción del empleo.

ES: Pero yo no se si usted está de acuerdo con el modelo Uribe. Usted no toma una posición…

AG: No estoy de acuerdo.

ES: ¿No está? Usted fue uno de los autores del primer plan de desarrollo. Plantea una cosa y luego sostiene la contraria (risas).
Hablemos de droga. ¿Por qué Colombia no pierde su lugar como primer exportador de cocaína?

AG: La droga cambió a la sociedad colombiana de tal manera que garantizó las condiciones para su propia reproducción. Algunos creen que la droga refleja ciertas falencias de la sociedad colombiana y cierto gusto por la ilegalidad, o la falta de oportunidades o de movilidad social. En parte sí pero no es la principal causa. Mi análisis pone el énfasis en las circunstancias históricas de cada momento.

Hay un gran cambio tecnológico, tanto en la producción de coca, como en el tráfico. Hoy son los submarinos, mañana será otra cosa. La productividad por hectárea en los últimos años se ha multiplicado por tres. Se han creado otras industrias del crimen como la falsificación de dólares. El país ha consolidado una industria en este tema, y es muy difícil que se desplace a otro país. El negocio ha sido absolutamente estable.

Es difícil que sin una medida radical como la legalización, dejemos de ser una economía narcotizada. El narcotráfico transforma la sociedad, no es que la sociedad estuviera lista para esperar al narcotráfico. Por eso hago énfasis en las consecuencias sociales y no en la causas sociales.

ES: Hay muchos factores que provienen de la droga. Uno tiene una serie de condiciones de costo, de geografía y de permisividad de la sociedad que le dieron una gran ventaja a la droga en Colombia. Y ante las limitaciones del país en otras áreas, se acabó saliendo con la droga. ¿Cuál es la solución?, eliminar ese excedente con una legalización.

En su libro, Alejandro habla de meritocracia de una forma muy particular

AG: Existe una ruta evidente hacia el éxito socioeconómico. Pasa por un buen colegio que le permite sacar buenos resultados en una prueba estandarizada, va a una universidad de determinado tipo y eso, con unas redes sociales, le permite acceder a ciertas posiciones. Entonces detrás de esa idea de la meritocracia, que es una ruta hacia el mérito que privilegia ciertas cosas, como la ruta es muy exclusiva también es un mecanismo de reproducción social inequitativo.

¿Cómo se amplia el acceso a la ruta del éxito?
AG: En Colombia, aumentando la cobertura de educación superior y mejorando de manera sustancial la educación pública. Los datos muestran que la brecha entre la educación pública y privada es de las más altas del mundo.

ES: La educación está mal distribuida, incluso peor que el ingreso. ¿La solución? Para todo el mundo la misma educación, educación pública.

AG: Educación pública universal implica violar la libertad individual.

ES: Tengo otra fórmula que aplico en mi universidad.

AG: ¿Cuál?

ES: Es educación privada pero con la condición de becar a los estratos uno y dos. Nadie hace distribución voluntaria. La solución para mí sería la educación pública única total, pero para que usted no diga que soy tan inflexible entonces tengo la otra propuesta.

AG: (Risas). |

 

*Editor de Dinero.com

 

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