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China asusta, ¿pero es cierto que está quitando empleos a otros?

El argumento de que China está birlando empleos a occidente no tiene sentido para Jean-Louis Desjoyaux. Después de todo, se encuentra atareadísimo atendiendo los pedidos de chinos acaudalados para sus piscinas de fabricación francesa.

11 de septiembre de 2007

Sus 210 empleados en Francia tienen 800 pedidos de piscinas de clientes chinos y las ventas han aumentado un 90% este año. Desjoyaux abrió en mayo su primera sucursal en Beijing y espera que China rivalice con toda Europa como mercado en el término de una década, con la compra de 10.000 de sus piscinas por año. "No puedo creer estar viendo nuestro nombre en un comercio en Beijing", se entusiasmó. "Es sencillamente extraordinario".


La imagen de flamantes millonarios chinos disfrutando de piscinas fabricadas en la ciudad francesa de Saint-Etienne contradice la creencia de que China constituye una amenaza para los trabajadores de occidente y que casi todo podría llevar algún día la etiqueta "Made in China".


El temor a China procede en gran medida de su notable crecimiento. Este año, por primera vez, China será el mayor contribuyente al crecimiento económico mundial, dice el Fondo Monetario Internacional. Y cuando se celebren en agosto del 2007 los Juegos Olímpicos de Beijing, se anticipa que la economía china superará a la japonesa para ascender a la tercera mayor del mundo detrás de Estados Unidos y Japón.


Otros en cambio creen que dichos avances son recordatorios de que China está dejando sin empleo a trabajadores occidentales y contaminando el ambiente mientras inunda el mundo de productos baratos fabricados con mano de obra barata. Recientes sustos sobre alimentos tóxicos y juguetes peligrosos para los niños han perjudicado la imagen de China.


"Ha habido más repercusiones negativas que positivas como resultado del comercio con China", afirmó en una entrevista John Sweeney, presidente de la central sindical estadounidense AFL-CIO. "La globalización tal como existe actualmente no funciona para la gente trabajadora".


Sin embargo prominentes economistas, directores de empresas, expertos independientes y aun algunos líderes sindicales sugieren que la situación china tiene otra cara que suele pasarse por alto en medio de la alarma por el surgimiento chino. Aunque es un exportador masivo, China también importa a lo grande, creando un mercado creciente para las empresas occidentales. Y, pese a que aumentan las preocupaciones por la calidad de sus productos, los artículos chinos de bajo precio pueden facilitar la vida a los consumidores en el exterior.


Durante generaciones, los empresarios occidentales soñaban con la incontable riqueza que la numerosa población china prometía. Pero asimismo, durante generaciones, la pobreza china y el comunismo xenófobo de Mao Zedong echaron esos sueños por la borda. Uno de los motivos por el que Gran Bretaña libró guerras con China a comienzos del siglo XIX fue para obligarla a comprar opio, debido a que los chinos no estaban interesados prácticamente en nada de lo que occidente les podía ofrecer.


"No asigno valor a los objetos extraños o ingeniosos, y no necesito usar los productos de su país", le escribió el emperador Qian Long al rey George III de Gran Bretaña en 1793.


Actualmente, China está comprando de todo a occidente, desde níquel hasta tecnología de aviación, pasando por relojes de oro fabricados por encargo por Louis Vuitton a 200.000 dólares.


La migración masiva de los agricultores chinos a las ciudades también está creando un prometedor mercado para firmas occidentales que suministran las bases de la infraestructura urbana: cemento, trenes, redes telefónicas, plantas de electricidad, plantas de tratamiento de agua. Unos 21 millones de chinos reciben ahora agua tratada en plantas con la dirección o tecnología de Veolia, de Francia.


"Por cierto, para algunos sectores la competencia de China va a ser terrible. Pero para otros, el mercado chino resultará fantástico", dijo el director general Antoine Frerot. "Filosóficamente, no se puede objetar que los chinos no quieran más ser pobres".


La pobreza ya es sólo un mal recuerdo para millones de chinos en buena posición económica. En las próximas dos décadas, el mercado chino de consumo pasará a ser el tercero mayor del mundo después de Japón y Estados Unidos, con la clase media más numerosa de 612 millones de personas, dice la firma consultora McKinsey & Co.


China ha sobrepasado a Japón para convertirse en el segundo mercado mundial de vehículos detrás de Estados Unidos. Rolls-Royce Motor Cars Ltd. agregó este año 50 trabajadores a su planta de montaje en Goodwood, Gran Bretaña, en gran medida para satisfacer la demanda de China, su mercado de mayor crecimiento. Bentley Motors dice que sus ventas a China se duplicaron y toda su fabricación tiene lugar en la ciudad inglesa de Crewe.


Firmas más pequeñas también están progresando en la penetración en un mercado que durante mucho tiempo no cumplió sus promesas. Deschamps de Francia suministra mástiles para los Juegos Olímpicos de Beijing y tiene una nueva fábrica en el este de China. La cadena francesa La Boite a Pizza abre su tercer local en Shangai en estos días.


"Los franceses, permítame que le diga, necesitan ser más abiertos en vez de quejarse y decir 'Estoy indignado, me roban mi empleo"', dijo el fundador de la cadena de pizzerías Frantz Lallement en una entrevista. "No debemos ser fatalistas". Es la velocidad y alcance del crecimiento chino lo que preocupa a muchos en occidente. Según algunos expertos, el crecimiento chino ha superado al de Gran Bretaña durante la Revolución Industrial y al de Estados Unidos en los 1800, dice el Banco Mundial.


"Aunque China no sea la fuerza dominante en la economía mundial, la conmoción que ha causado al mundo no tiene precedente", dijo en un informe en enero. Uno de los sitios donde más se sintió el impacto es en las industrias de productos que los chinos fabrican a menor costo, como los 169 empleados _casi todos mujeres_ despedidos de la fábrica de trajes de baño Arena en el sudoeste de Francia.


La fábrica cerró en marzo y la producción pasó a China y Túnez. La tradicional casa de modas británica Burberry y la fabricante de golosinas estadounidense Hershey Co. se sumaron al desfile de firmas que cerraron fábricas en occidente y pasaron parte de su producción a China. "Se están tragando todo. Todas las profesiones. No es sólo ropa. Eso nos asusta", dijo Francisca Bouquey, que trabajó en la fábrica 35 años.


Los líderes laborales dicen que las condiciones de trabajo se han visto deterioradas por la competencia con los trabajadores chinos, generalmente poco protegidos y mal pagos. Unos 465 millones de chinos todavía viven con menos de 2 dólares diarios. "Hay ganadores y hay perdedores, pero el efecto general es que China está deprimiendo algo el trabajo decente", se quejó Guy Ryder, secretario general de la Confederación Internacional de Sindicatos con 168 millones de miembros. Pero estudios en Europa y Estados Unidos sugieren que la pérdida de empleos no es tan grave como creen muchos.


El Servicio de Investigación del Congreso estadounidense dijo que, según las cifras de 2004-2005, apenas de 12.000 a 20.000 trabajadores en Estados Unidos _en comparación con una fuerza laboral de 149 millones de trabajadores_ pierden empleos debido a que sus trabajos son transferidos al exterior. Aunque uno supusiera que todos esos empleos fueran a China, cuando se comparan con los otros empleos creados por el comercio con China, "es razonable suponer que el impacto es una pérdida neta de empleos muy reducida o una ganancia neta", concluye el informe.

 

 

 

AP