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Betancourt víctima y símbolo del conflicto

La ex candidata presidencial, liberada después de un secuestro de más de seis años a manos de la guerrilla, pasó de ser una popular política a un símbolo mundial.

2 de julio de 2008


De 46 años de edad, Betancourt permaneció en medio de la selva como rehén de las izquierdistas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), soportando enfermedades tropicales y las dificultades de la selva.

El reconocimiento que consiguió a nivel internacional y la solidaridad que despertó en Francia y otros países de Europa. también la convirtieron en una especie de "trofeo" de guerra para la mayor fuerza rebelde del país, que era consiente que el mantener como rehén a Betancourt le garantizaba interlocución y protagonismo ante la comunidad internacional.

Más de 3.000 colombianos sufren en carne propia el drama del secuestro a manos de las FARC, del Ejército de Liberación Nacional (ELN) -la segunda guerrilla del país- o de delincuentes comunes, de acuerdo con estadísticas oficiales.

Pero los casos de Betancourt, de tres estadounidenses y de varios efectivos de las Fuerzas Armadas secuestrados por las FARC por motivos políticos, han sido los de mayor relevancia en la última década.

El más antiguo grupo insurgente armado del hemisferio buscaba intercambiar a Betancourt y a los otros rehenes que su momento superaron los 60, por 500 rebeldes detenidos en las cárceles del Gobierno.

El presidente Alvaro Uribe cambió su posición inflexible para negociar un acuerdo humanitario aunque se niega a retirar las Fuerzas Armadas de una zona de 780 kilómetros cuadrados como exigen los rebeldes para facilitar un encuentro entre representantes de las dos partes, lo que se convirtió en un obstáculo insalvable.

Betancourt, una polítologa educada en París, fue secuestrada por las FARC el 23 de febrero del 2002 cuando hacía proselitismo en el departamento de Caquetá, una zona selvática del sur del país, junto con su candidata a la vicepresidencia, Clara Rojas, liberada en enero por el grupo rebelde.

Fiel a su talante rebelde y sin escuchar advertencias sobre los riesgos, Betancourt entró ese día en un enclave rebelde del tamaño de Suiza, desmilitarizado desde finales de 1998 por el Gobierno del entonces presidente Andrés Pastrana para una negociación de paz con las FARC.

Pólítica con alta popularidad
Horas después de que el entonces presidente Andrés Pastrana ordenó a las Fuerzas Armadas retomar la zona después del fracaso de negociaciones de paz, Betancourt buscó mostrar a los pobladores su programa de Gobierno como candidata del partido ecologista Verde Oxígeno.

Betancourt buscaba coronar una exitosa carrera política de unos 10 años, que la llevó a la Cámara de Representantes y al Senado, ganando popularidad repartiendo preservativos y píldoras de Viagra en las calles de Bogotá. En el Congreso, quizás la institución más impopular entre los colombianos, se ganó enemigos y amenazas de muerte por denunciar casos de corrupción.

Esa situación la obligó a sacar del país a sus dos hijos, Lorenzo y Melanie, quienes después del secuestro de su madre se convirtieron en los abanderados de la campaña por su liberación en Francia, donde Betancourt es una especie de heroína y su caso ha despertado gran solidaridad.

En ese febrero del 2002, el vehículo en el que viajaba la política fue interceptado por hombres armados que la internaron en la espesa selva.

Desde entonces sólo se conocieron tres pruebas desupervivencia en más de seis años de secuestro en los que han circulado toda clase de rumores sobre su estado de salud.

La más reciente prueba de supervivencia, un video y una carta a su madre Yolanda Pulecio, fue confiscada por el Ejército colombiano a finales del 2007 en una operación en la que fueron capturados tres guerrilleros.

Después de la fallida mediación del presidente venezolano, Hugo Chávez, y de infructuosos esfuerzos de la Iglesia Católica, de políticos y de Francia, la liberación de Betancourt por medios pacíficos se veía lejana, mientras cobraba fuerza la posibilidad de un rescate militar, rechazada por la familia de la política.

Los esfuerzos por su liberación estuvieron atados a candentes polémicas en torno a la conveniencia del rescate militar, así como a la fuerte oposición de Uribe a la solicitud de las FARC de despejar militarmente una región del país para facilitar el intercambio de secuestrados por prisioneros.

 

 

Reuters