QUÉ LEER

Los Thunberg somos así

Greta, sus padres y su hermana relatan en un libro cómo ha sido vivir con diagnóstico de autismo en un mundo que se calienta.

5 de marzo de 2020

Nuestra casa está ardiendo es el libro más reciente de la familia Thunberg, famosa porque uno de sus miembros, Greta, se ha enfrentado a los líderes más poderosos para cantarles más de una verdad sobre el calentamiento global. Muy pocos olvidarán el emotivo discurso que ofreció en 2019 ante la Organización de Naciones Unidas, en el que, con rabia, les dijo a los allí presentes cómo se atrevían a decir palabras vacías frente a un tema que compromete el futuro de jóvenes como ella.

Es apenas natural encontrar en el libro referencias al cambio climático, las emisiones de CO2, el descongelamiento del hielo en los polos o el aumento del nivel del mar. Su madre temía que eso hiciera su lectura pesada, pero para Greta no había duda. "Este es un libro sobre clima. Debe ser aburrido. Que se fastidien".

Pero el texto está lejos de ser eso. Está tejido con relatos de la familia, la ciencia del clima y las luchas de esta joven de 16 años por hacer conciencia en un mundo que no parece ya importarle el planeta. Está escrito en primera persona, con la voz de Malena, su mamá, una reconocida cantante de ópera casada con el actor Svante, con quien tuvo dos hijas: Greta y Beata. Cuenta como casi se desploma su casa cuando un día Greta dejó de comer y de hablar. Mientras los padres trataban de darle bocados, lo cual podía durar horas y horas, exploraban cuál podía ser su problema. Meses después fue diagnosticada con Síndrome de Asperger, un tipo de autismo con alta funcionalidad, así como trastorno obsesivo compulsivo y mutismo selectivo. A los pocos años, Beata, la menor, empezó a tener una rabia incontrolable contra su mamá, su hermana o frente a ruidos que no podía tolerar. El diagnóstico fue trastorno de atención por hiperactividad con rasgos de Asperger, trastorno obsesivo compulsivo y trastorno negativista desafiante. A pesar de la noticia, que derrumbó a Svante, Malena confiesa que "si no se hubiera emitido un diagnóstico yo no habría podido seguir trabajando".

El libro transcurre en escenas, como una obra de teatro, y cada una de ellas está cargada con relatos del cansancio que implica para ellos estas condiciones que aún los científicos no logran entender, pero aun así los Thunberg han tenido que vivir de cerca. Pero como no hay mal que por bien no venga, la condición de Greta la hace ser una persona muy sensible. Su mamá la describe como una niña muy inteligente, con memoria fotográfica y gran capacacidad de recitar. Puede decir capitales de todos los países del mundo de un tirón, al derecho y al revés. Eso la ha llevado en una senda casi heroica para lograr un cambio en las políticas medioambientales.

Eso sucedió un día, hace un par de años, cuando Greta vio en el colegio el documental sobre la isla de plástico que flota por el océano Pacífico. Ese día llegó llorando a casa. A eso se sumaron otras tristezas como tener que comer al almuerzo un pedazo de animal muerto solo porque el ser humano así lo decidió. Comenzó entonces una huelga de hambre cada viernes que aún sostiene. "Greta pertenece a ese grupo de personas que pueden detectar el Dióxido de Carbono a simple vista. Ver lo invisible. Ver ese abismo incoloro, inodoro y silencioso que nuestra generación ha escogido obviar".

Su familia la ha apoyado en esta lucha, en sus recorridos por Europa en carros eléctricos y en sus travesías por el Atlántico en velero para ir a Estados Unidos. Ella no monta en avión para no emitir gases efecto invernadero. Y critica a quienes lo hacen.

Greta es de esas personas que genera opiniones extremas: o la quieren o la odian. Cualquiera que sea la posición al respecto, este relato resulta sencillo y sobrecogedor porque muestra cómo, para Malena y Svante, su casa ardía con esta peculiar joven a quien le duele este planeta en llamas.