Una historiadora argumenta que para el fin del primer milenio el mundo ya era un lugar hiperconectado.

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La globalización comenzó antes de lo que muchos piensan

Una historiadora argumenta que para el fin del primer milenio el mundo ya era un lugar hiperconectado.

11 de mayo de 2020

Nadie duda de que el mundo nunca había estado tan interconectado como en 2020, al menos hasta antes de la llegada del coronavirus: vuelos, internet, superautopistas, trenes rápidos, satélites, entre otros elementos han facilitado la conexión entre países y regiones como nunca. Estas interacciones políticas, sociales y tecnológicas han recibido el nombre de globalización, un proceso que echó a andar durante el período de la guerra fría, y tomó impulso en el siglo XXI.

El libro de Valerie Hansen, titulado The year 1.000 (El año 1.000) hace un recuento detallado de una época análoga, pero muy atrás en la historia, cuando los primeros exploradores conectaron al mundo. En ese momento, según ella, llegó la primera globalización.

La profesora de historia de la universidad de Yale da ejemplos fascinantes. Cuenta, por ejemplo, un hallazgo hace 34 años de la tumba de una princesa que murió en 1018 en una región que hoy hace parte de Mongolia, en territorio chino. Los restos de la noble y su esposo estaban intactos, pues ambos fueron enterrados envueltos en un caparazón de hilos de plata y una máscara de oro. Junto a ellos había muchos objetos cuyo interés radicaba en la diversidad de sus orígenes. Había vasijas y cerámicas de Mongolia, perlas del océano Índico y tallas en cristal de la isla de Sumatra. También encontraron ollas de cobre y vasos de vidrios originarios de Irán, Siria y Egipto, respectivamente.

Llamaban la atención, además, fragmentos de resina de ámbar probablemente recogida de las playas del mar báltico.

Con este menaje que llevaban los muertos para su vida en el más allá, Hansen encontró no solo un vestigio del bueno gusto de la dinastía Liao, sino una evidencia de las amplias redes comerciales de quienes vivieron por aquellas épocas.

Muchos de esos bienes y objetos suntuosos tuvieron que viajar más de 6.000 kilómetros para armar este ajuar fúnebre, que muy probablemente hacia parte de los objetos de la vida cotidiana de la pareja real.

Este hallazgo dio pie para que Hansen se embarcara en un viaje al pasado para descubrir que en el año 1000 D.C. el mundo estaba más conectado de lo que muchos pensaban.

Como ella lo dice, a pesar de existir una población más pequeña, los humanos ya tenían sistemas sofisticados de comunicación y transporte para poder realizar intercambios de productos entre poblaciones distantes. El único continente al parecer aislado era Australia.

Y así, con muchos otros ejemplos, la historiadora logra hacer un argumento sólido sobre la tesis central del libro: la globalización que el mundo vive hoy no fue la primera, pues ya hace un siglo la gente comerciaba ampliamente entre poblaciones remotas.

La fecha del año 1000 coincide con el paso de Lief Erikcson de Groenlandia a Norteamérica, cuando estableció, de manera temporal, un asentamiento.

Mientras Europa, Asia y África comerciaban, América estaba aislada.

Solo cuando Cristóbal Colón llegó con sus tres carabelas el círculo se cerró. Y aunque comparar la globalización de aquella época con la de hoy es un poco lanzado, la cantidad de anécdotas recogidas por la autora alcanzan para una lectura entretenida.