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ANÁLISIS

Inversiones sólidas y carteras duraderas

¿Cómo tener un proceso sólido de inversión y de construcción de carteras duraderas? Para esto es clave tener en cuenta cinco principios básicos.

11 de septiembre de 2016

En la actualidad, parece que la incertidumbre está definiendo al mercado de capitales. Para nadie es un secreto que el mundo financiero cambió después del 2008 y la inseguridad de lo que va a suceder, lejos de desaparecer, semana tras semana ha incrementado en los portafolios, sin importar su tamaño o riesgo asumido.

Es por esta razón que la difícil tarea de estimar o pronosticar los retornos debe, además, integrar un proceso de toma de decisiones más estructurado, centrado en el riesgo, con mayor información y, sobre todo, con un importante trabajo de asesoría por parte de gestoras reconocidas y profesionales.

Cuando la incertidumbre y la volatilidad de los mercados se incrementan, las oportunidades también lo hacen, y con ello surge la necesidad de construir carteras duraderas con el objetivo de administrar inteligentemente el riesgo y hacer que los portafolios sean perdurables en el tiempo.

Los inversionistas alrededor del mundo se han vuelto más sofisticados, lo que significa que están involucrando, en su proceso de toma de decisiones, a terceros o gestoras importantes y especializadas para ayudarlos con sus estrategias. Reconocen que el trabajo conjunto les amplía el universo de inversión y les permite tener un panorama amplio del riesgo, constituyéndose como el primer paso de generación de valor.

Pero la pregunta es ¿Cómo tener un proceso sólido de inversión y de construcción de carteras duraderas? Para esto es clave tener en cuenta cinco principios básicos.

El primero es siempre anteponer el riesgo. Se debe intentar gestionar la volatilidad convirtiendo el riesgo, y no la rentabilidad, en el principal factor a la hora de realizar la asignación de activos.

En segundo lugar, es clave aumentar la diversificación. Sabiamente las abuelas llamaban a esto “no poner todos los huevos en la misma canasta”. Esto es reducir el impacto de las fluctuaciones extremas del mercado haciendo uso de la gama de clases de activos y estrategias de inversión más amplia posible para mejorar la diversificación.

También es importante hacer un uso inteligente de los activos tradicionales. Esto se refiere a aprovechar el enorme potencial a largo plazo que siempre van a tener las acciones y los bonos. Incluso en el entorno de inversión actual, estas clases de activos aún tienen su sitio en la cartera.

Por otro lado, siempre se deben incluir inversiones alternativas en los portafolios. Los inversionistas deben considerar el empleo de clases de activos y estrategias de inversión alternativas para reducir la correlación, moderar la volatilidad y perseguir nuevas fuentes de generación de valor. Esto incluye estrategias más complejas  de cobertura, ventas en corto y exposiciones largas o cortas a materias primas, divisas o activos inmobiliarios. En Colombia, hay un camino grande por recorrer en este punto, pero la buena noticia es que la regulación está alineada con que este tipo de estrategias se desarrolle satisfactoriamente en el mediano plazo.

Finalmente, es clave la consistencia, consistencia y más consistencia. El proceso de construcción de carteras y ejecución por parte de los inversionistas debe centrarse en objetivos a largo plazo, con independencia de las fluctuaciones diarias del mercado. 

No existen varitas mágicas o bolas de cristal que nos permitan descifrar el comportamiento futuro de los mercados. Lo que sí existe es la disciplina y la necesidad de aferrarse al plan inicial controlando las emociones. Los inversionistas no logran esto por sí solos, por el contrario, se dejan acompañar en el proceso teniendo presentes todos los riesgos posibles en la cabeza y para no hacerla “doler”, deben ser gestionados eficientemente para convivir con ellos, sacarles provecho y sobretodo, volverlos aliados de su portafolio.

Por: José Luis León